Se dice en ciertos círculos, que la homosexualidad es otra orientación sexual, como para quitarle importancia. ¿Qué diríamos si alguien intentara justificar las repetidas violaciones que comete una persona, diciendo que es su orientación sexual ?.
En España, el primer caso descrito de SIDA, fue el de una persona residente en Barcelona que había tenido contactos con homosexuales en Estados Unidos.
La homosexualidad se concibe en altas instancias médicas de todos los países como una enfermedad psicológica, tal vez, aunque improbable, hasta genética. Suele ser un vicio relacionado, a veces, con la prostitución. Pero no faltan voces que, a pesar de todo, creen que es otra forma de vivir la sexualidad. Sin embargo intentar comer por las orejas no es otra forma de alimentarse. No se puede justificar nunca las violaciones diciendo que otra forma de vivir la sexualidad, u otra tendencia sexual, por más que se comprueben muchas veces la reincidencia de los violadores después de cumplir penas de prisión.
Es un tema este que la misma Organización Mundial de la Salud ( OMS) quita importancia debido a presiones de colectivos de homosexuales; y el Parlamento Europeo creyéndose progresista, aprueba la equiparación de las parejas de homosexuales. Es curioso que la homosexualidad brota siempre de nuevo en épocas de decadencia como ya ocurrió en Grecia y en el Imperio Romano.
Se dice en ciertos círculos, que la homosexualidad es otra orientación sexual, como para quitarle importancia. ¿Qué diríamos si alguien intentara justificar las repetidas violaciones que comete una persona, diciendo que es su orientación sexual, y que se ha intentado poner remedio, pero no hay forma de corregirse?. ¿Qué decir del que tiene tendencia a relacionarse sexualmente con animales?. ¿Qué decir del complejo de Edipo?, ¿Ahora no es complejo, sino una opción sexual?. El famoso psiquiatra J. A. Vallejo-Nájera en su libro " La puerta de la esperanza" decía : "está de moda decir que la homosexualidad es una alternativa tan válida como cualquier otra. Mentira. El ser homosexual es complicadísimo. Deben merecer toda nuestra comprensión, pero para intentar curarlos, no para animarles a serlo. " .
Los homosexuales si son personas biológicamente normales, tienen instintos heterosexuales, lo que ocurre es que se bloquean por alguna razón, que puede ser un complejo de inferioridad. Quienes de verdad se empeñan en luchar contra ese complejo, en uno o dos años acaban con sus obsesiones. En la infancia y en la pubertad comienzan los problemas. Se dan patologías infantiles respecto a conductas con la propia madre superprotectora y dominante, la figura del padre no cuenta. Crecen como niños tímidos, infantiloides y sin iniciativa. Estos niños no son capaces de madurar y de ser adultos, y no son felices interiormente. La homosexualidad tiene cura, muchas veces, lenta. Lo que no puede hacerse es resignarse o quitarle importancia, ni actuar de una forma fatalista y marginadora.
¿Cuándo dejaremos de reprimir el sentido común para decir: homosexuales sí, homosexualidad no ?.
Pero si hablamos aquí de la homosexualidad, es por su relación con el SIDA. Claramente constituye una conducta de alto riesgo para el contagio del SIDA, y esta es una de las razones por la que se debe pedir un cambio de comportamiento. Si la epidemia del SIDA se transmitiera por las basuras, por la falta de limpieza, como el cólera, el tifus o tantas otras, a los colectivos sucios les exigiríamos cambio de formas de vida, cambio de su "cultura" . Del mismo modo a los homosexuales les pedimos un cambio en su forma de vida.
Entre varones homosexuales jóvenes, como señala Klepinger et al. , sus percepciones sobre la severidad de la enfermedad parece tener poco impacto en su conducta sexual, y no existe una relación clara entre su conocimiento del SIDA, su número de relaciones sexuales recientes, su uso del condón o su participación en relaciones sexuales anales o casuales.
Está muy claro que hay mucho más riesgo de contagio de SIDA en una relación homosexual, es mucho mayor que en una relación sexual normal. Esto hay que decírselo a los homosexuales. El profesor J. Lejeune de la Sorbona afirmaba que "el desarrollo del SIDA no es más que una simple consecuencia del empleo desordenado de la naturaleza: la vagina que está abierta al exterior para permitir la propagación de la especie (entrada del esperma y, nueve meses más tarde, salida del niño), sería una puerta abierta a todas las infecciones sino estuviera protegida por una mucosa especial que los virus difícilmente pueden penetrar. Por el contrario, el recto, destinado a asimilar los últimos alimentos útiles, contiene vasos linfáticos extremadamente desarrollados que reabsorben casi todo (incluso los medicamentos y los virus). Esta disposición no es normalmente peligrosa porque este conducto no abre excepto para descargar el contenido del recto sin dejar entrar nada. Por lo tanto, no es en absoluto sorprendente que su uso antinatural, por inyección dentro del recto o en la circulación venosa, abra la puerta a un virus que, normalmente, no tendría casi oportunidad alguna de éxito. "
Después de un importante descenso, las infecciones de SIDA entre los homosexuales de San Francisco han aumentado súbitamente. Entre ellos, dos de cada 100 no infectados, han contraído el virus en 1993, proporción doble a la registrada en 1985. La tasa es de 4% para los menores de 25 años. Así lo revelan algunos estudios recientes, como los de la Universidad de California o del Departamento de Sanidad de San Francisco, de los que informa International Herald Tribune (13-XII-93). Según las encuestas realizadas, la causa de este rebrote es que los homosexuales están abandonando los miedos que tenían en los primeros años de la epidemia. Al principio adoptaron una mayor continencia, creyendo que sería un "sacrificio" temporal. Pero sigue sin encontrarse cura ni vacuna, y no están dispuestos a renunciar para siempre a las prácticas peligrosas, que ahora realiza uno de cada tres. Cuando se les pregunta por qué no usaron condón, responden que querían aumentar el placer, o estaban bajo los efectos del alcohol o de las drogas, o se vieron arrastrados por la pasión.
Tomas Coate, del Center for AIDS Policy Research de San Francisco, dice que en el caso de los homosexuales, los jóvenes están tomando menos precauciones o muchos "no consiguen mantener una conducta de bajo riesgo".
En la Conferencia Mundial del SIDA (Vancouver, 1996) se ha vuelto a reconocer la despreocupación de los homosexuales. John de Vit, experto de la Universidad de Utrech, en Holanda, afirmó: "Es casi incomprensible ver cómo un porcentaje alto de homosexuales jóvenes se involucran en prácticas de riesgo. Volveremos a tener una epidemia de SIDA en los gays de menos de 30 años, ya que hemos demostrado que, al menos en Holanda, el 27% de ellos mantienen con enorme frecuencia prácticas sexuales consideradas de alto riesgo".
Resulta penoso que los medios de comunicación, las publicaciones, las películas, no se sumen a la lucha contra el SIDA. La película titulada Philadelphia ( dirigida por Jonathan Demme, y con el "modélico" Tom Hanks de intérprete ), es una película para "vender" homosexualidad. Al director le ha servido para congraciarse con el poderoso colectivo gay norteamericano -que ha financiado la película generosamente-, tras las duras críticas que recibió su anterior trabajo, "El silencio de los corderos", en el que presentaba a un psicópata asesino que era homosexual. Tiene cosas buenas esta película, como las canciones de Neil Young y Peter Gabriel, pero lo peor de Philadelphia es que confunde tramposamente la necesaria compasión y ayuda que merecen los enfermos del SIDA, con una apología de la homosexualidad. Así, muchos de los argumentos en contra de la homosexualidad son puestos en boca de los malos e intolerantes de la película. Además se callan los profundos desequilibrios psíquicos y afectivos que causa la homosexualidad o la acompañan: la homosexualidad se presenta ,sin más, como un estilo de vida alternativo. De este modo, se minimiza el dolor que suelen padecer los padres con un hijo homosexual, y se presenta a la familia de Beckett (el protagonista) como encantadores individuos comprensivos. Pero no es lo mismo ayudar y ser comprensivos con la persona que padece SIDA, que justificar las conductas inmorales, de indudable riesgo psíquico y físico, que han provocado ese padecimiento.
La película, como tantas otras, hace creer al espectador que todo es posible, que todo vale. Le sumerge en un océano de corales y peces de colores, haciéndole olvidar que necesita oxígeno para respirar en ese medio.
No se entiende la doble moral de algunos, que sólo aplican a la ecología o al tabaco eso de que "la naturaleza siempre pasa factura si se va en contra de ella".
En las fechas alrededor del día mundial del SIDA, grupos de homosexuales en España han mostrados sus quejas pues son excluidos cuando quieren donar sangre. Antes de donar sangre cualquier persona, la Cruz Roja pasa un cuestionario en el que se pregunta por las prácticas sexuales. El reconocimiento de la homosexualidad supone el ser excluido automáticamente.
Cuando las autoridades sanitarias desean tener totalmente limpios del VIH todos los bancos de sangre, parece una medida preventiva normal, que a personas con conductas de riesgo claro de VIH, se les diga que no es necesaria su sangre. El VIH ya tiene dos versiones conocidas, el VIH-1 y el VIH-2. Se conocen nueve subtipos del VIH-1 (desde el A hasta el H y el O) que provocan todos ellos la misma enfermedad y que se diferencian solamente por el lugar de distribución geográfica. El VIH-1 es el tipo más frecuente, responsable de la epidemia mundial de SIDA. En cambio el VIH-2, además de ser mucho menos común, también es menos virulento. Es como una versión "light" del VIH-1, que se transmite de una forma menos eficaz, y tiene un período de incubación más largo. Este VIH-2 se localizaba hasta hace poco en África Occidental, pero ya ( a 1-XII-95) se conocen en España cincuenta casos (45 varones y 5 mujeres). Y, ¿quién sabe si no están circulando por ahí otras modalidades de VIH aún no detectadas por los métodos habituales?. Por lo tanto, cualquier medida preventiva parece lógica en todo punto.
A pesar de todo, grupos de homosexuales se han sentido marginados por esta exclusión, y han protestado. Ante cualquier cosa diferenciadora la titulamos ahora de marginación, y estamos desarmados. Cualquier día se sorteará entre todos a las personas que van a una Olimpíada, para que no se sienta nadie "marginado" o excluido para poder ir.
Es de agradecer el detalle altruista de donar sangre, sin duda, ese detalle no lo tienen todas las personas. Pero al igual que esa generoSIDAd, también debemos aceptar que ante cualquier favor que nosotros deseemos hacer, puedan contestarnos : no, gracias.
Con ese, no gracias, creo yo que contestaríamos cualquiera que fuéramos a recibir una sangre donada por un homosexual.
Pues a pesar de todo, han conseguido estas personas que Cruz Roja cambie sus cuestionarios de cara a que no queden excluidos los homosexuales. Grave error. Ahora que ha sido reconocido el "derecho" a los homosexuales a dar sangre, el resto de la población, posibles receptores, tendrá que pedir su derecho a estar informados acerca de la persona que ha donado esa sangre que se va a recibir. Tenemos derecho a saber si llevaba el donante conductas de riesgo, como son las prácticas homosexuales.
El altruismo de estos homosexuales es desbordante: hasta se enfadarían si alguien no quiere recibir su sangre. ¡ Es increíble ¡. ¿no sería suficiente, para complacer su entrega, que donaran su sangre pero sólo a receptores también homosexuales?. ¿No podrían aplazar sus supuestos derechos para cuando haya sido vencida la epidemia por la humanidad?.
No, definitivamante no, principalmente por ser una práctica de facilísima transmisión del sida, y por las demás razones apuntadas. Aunque la homosexualidad continúe acaparando poder, adeptos, justificaciones ,comprensiones o tolerancias, diremos que no. Podría ocurrir, que de aquí en veinte años, la rueda de molino que nos quieran hacer tragar por imposición, fuera la justificación del incesto habiendo consentimiento mutuo: también diríamos que no.
Comité independiente antisida
Fuente: http://www.arbil.org/