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De todos
es sabido que la mayor parte de las campañas contra
el SIDA en muchos países del mundo se hace promocionando
el preservativo. Ni siquiera la Organización Mundial
de la Salud (OMS) se da cuenta que en un mundo pluricultural
no se pueden aplicar las mismas medidas en todos los países.
No se pueden realizar las mismas campañas sobre el
SIDA sobre colectivos o sectores de la sociedad que difieren
en sus costumbres, sus edades, su formación, etc.
Recomendar
el preservativo, y no la responsabilidad y el rechazo de comportamientos
peligrosos, es igual de estúpido que un consejo que
a veces se ha visto escrito contra el racismo. A los grupos
racistas no se les ocurre otra cosa para evitar disturbios
o problemas racistas, que pintar en las calles la siguiente
leyenda: "¡Negro!, ayúdanos a combatir el racismo :
vuélvete a tu país". Con esta frase, una persona
que no analice bien el problema, pensará que tienen
razón: si no hay inmigrantes negros no hay racismo.
Pero quien tenga dos dedos de frente se dará cuenta
de que aunque esa medida fuera viable, ¿estaría resuelto
ya el odio interior que sienten hacia las personas de color?.
¿Se está atajando la raíz del problema?. Pues
esa es la lógica que utilizan también los apologistas
del preservativo. ¿Se está resolviendo el desorden
con que muchas personas tratan su cuerpo?. Si ese lema contra
el racismo se les ocurre a los racistas, ¿por qué se
les ocurre a otros la solución del preservativo para
el SIDA?.
La administración pública de muchos países está cargando, pues, con una responsabilidad moral de enormes proporciones. ¿Se atreverá a dar cuenta de los resultados de su campaña que no cesa, dentro 15 o 25 años?. Hay cosas que no requieren el título de profeta para ser profetizadas. El cruel resultado de la droga estaba cantado. Y sin embargo, lejos de perseguirse como lo que es, un crimen horrendo, se toleró e incluso se fomentó en muchos países. Ahora, ¿cuántas familias padecen una tragedia incomparable y casi siempre irreversible?. Las consecuencias disolventes de la neurotización freudiana de la sexualidad ya están más que cantadas: están a la vista. ¿Cómo es posible que los responsables de la salud pública y del bienestar social de un país civilizado cierren los ojos a realidad tan clara?.
Es importante que la información de lo que es el SIDA y sus formas de transmisión llegue al último rincón del mundo, pero no todo es información, la educación es mucho más, y ahí debería incidir toda campaña sobre el SIDA. En 1990, en Bujumbura (Burundi), al hablar de la epidemia del SIDA explicaba Juan Pablo II que "informar sobre los riesgos de la infección y organizar un programa de prevención desde el punto de vista puramente médico no sería digno del hombre, si el hombre mismo no fuera invitado a redescubrir las exigencias de la madurez emocional y de la sexualidad ordenada. Es necesario informar y educar, no aceptando que los problemas puedan ser tratados sin tener en cuenta la ética, porque de lo contrario el origen de la enfermedad no puede ser entendido ni combatido".