17 de agosto
Santa Beatriz de Silva, Virgen
1. En la ciudad de Ceuta
Eran tiempos en que se rompían lanzas por defender la religión de Cristo, dilucidar sus dogmas y reducir a la fe verdadera a los infieles.
El caballero Ruy Gómez de Silva luchó bravamente en la conquista de Ceuta de 1415, en el reinado de Juan I de Portugal. El conquistador y primer capitán de la plaza conquistada, Don Pedro de Meneses, satisfecho del comportamiento del aguerrido militar, le dio por esposa a su hija Isabel de Meneses. Y en Ceuta contrajeron matrimonio en 1422, según escribe Pedro de Azevedo.
De este noble matrimonio lusitano nació Beatriz en Ceuta por el año 1424. Entre sus ascendientes se cuentan parientes de sangre real.
En la ciudad del Estrecho se abrieron los ojos de la niña a la luz de la vida. Se recreó en su niñez con el espectáculo grandioso del mar; sus sentidos se fueron haciendo al ambiente guerrero de la plaza fuerte, a los relatos de la gente mora y sus costumbres, a las llamadas del almuédano en los lejanos minaretes que convocaba a la oración a los árabes, a los comentarios de escaramuzas y de gestas bélicas en los contornos de la ciudad…
El viaje marítimo de Ceuta a Lisboa, toda una lección de historia que el Hidalgo caballero fue dando a sus hijos. Eran ciudades célebres las que iban pasando: Gibraltar, Tarifa, Cádiz, Huelva, Faro, Setúbal, hasta arribar a la soñada Lisboa. Y aquí a tomar de nuevo el itinerario de campo Mayor.
Para la psicología delicada de Beatriz el cambio de decoración fue impresionante. Ya no eran las olas del mar, ni las barcas llenas de peces, sino el amplio horizonte con pueblos diseminados en campos de labrantío con las galas de retamas, higueras y olivos. Al aire húmedo del mar había sustituido el viento delgado del campo con aroma de plantas silvestres.
2. En la Corte de Castilla
Domiciliado Ruy Gómez en su alcaldía, trató de educar a sus hijos, según costumbre de la época, en el conocimiento de las cosas de Dios y de las ciencias humanas. A la hidalga mansión tuvieron acceso los frailes de San Francisco como instructores de sus numerosos hijos, que fueron once.
En la casa de la noble familia se profesaba un amor tierno a la Virgen María y más concretamente al misterio de su Inmaculada Concepción, misterio por el cual venían batallando con noble tesón los franciscanos. Y Beatriz, más que ninguno de sus hermanos, se reveló fina amante de este misterio de María. Devoción que confirman en sus declaraciones los testigos del proceso de Canonización.
Don Juan II de Castilla contrajo matrimonio es segundas nupcias con Isabel de Portugal, y la reina trajo a Beatriz como dama a la Corte de Castilla. La Noble doncella tenía una tía, Leonor de Meneses, en la corte portuguesa.
El lugar escogido para la celebración del regio matrimonio fue Madrigal de las Altas Torres (Ávila). Nuevo itinerario para formar el séquito real. Atrás quedaba la Sierra de San Mamede que domina Campo Mayor, y la Sierra de la Villuerca con el Monasterio de Ntra. Sra. De Guadalupe, y los campos de Toledo y la imponente mole de Gredos hasta, pasando por Ávila, llega al Madrigal. En algunos de los grupos caminaba la nieta del Conde Don Pedro de Meneses, apuesta y animosa con su prometedora juventud.
Era el mes de Agosto de 1447. En la Iglesia de San Nicolás, de valioso artesonado mudéjar, se celebró el regio matrimonio. Entre los cortesanos destacaba la figura arrogante del Condestable de Castilla, Don Álvaro de Luna, que había concertado el matrimonio doblegando la voluntad del monarca. No muy lejos, los del grupo del marqués de Villena, adversario irreconciliable de Don Álvaro. Al dar el Sí los regios consortes en su mano se puso el destino de Castilla.
En aquellos tiempos no tenía los reyes lugar fijo de residencia. Una de ella era Tordesillas (Valladolid), donde coloca los historiadores la escena áulica de la linajuda dama de la Reina.
3. La mujer más hermosa
El encanto de Beatriz fascina a cuantos la conocen; muchos jóvenes la solicitan en matrimonio; pero ella tiene un secreto: desea ser toda de Dios.
A Beatriz le gustaba pasear por los jardines del palacio y contemplar la hermosura de las flores y el infinito cielo azul que tanto le hablaba de la grandeza del Creador. También le gustaba visitar el Real Monasterio de Santa Clara y pasarse diariamente muchos ratos junto a Jesús Sacramentado.
Dicen los historiadores de la época que era la mujer más hermosa y agradable de España y que era solicitada en matrimonio por los jóvenes de mayor alcurnia, pero su única ilusión era el retiro y el pertenecer totalmente a Dios.
Los franciscanos, capellanes del monasterio de Santa Clara eran los directores de su alma encantadora.
A Jesús se le ama más cuanto más se le conoce, y para conocerlo hay que tratarlo en la oración; por eso Beatriz le ama tanto, porque se pasaba muchos ratos de oración.
4. Beatriz es encerrada en un baúl
Beatriz era bella y pudorosa. Un paisano suyo, Núñez de León, escribió que era "la mujer más hermosa que había en España". Su hermosura se hizo proverbial, y a pesar de sus esfuerzos por mantener su conducta intachable, ciertos palaciegos malicioso y desalmados la calumniaron de tener secretos amores con el mismo Rey,
Llegando los rumores de la calumnia a oídos de la Reina, ésta viéndola tan hermosa y sabiendo que era el encanto de todos, empezó a dudar de la fidelidad de su marido el Rey y a sentir en su corazón unos horribles celos que le devoraba el alma, concibió el desentenderse de ella.
Llama una tarde a Beatriz y simulando querer contarle un secreto, la llevó por un solitario pasillo del palacio hasta un lugar donde tenía preparado de antemano un gran baúl abierto. Al pasar junto a él, la Reina de improviso le dio un fuerte empujón haciéndola caer dentro del arca y cerrándola rápidamente con llave, abandonándola en la oscuridad.
Beatriz metida en aquella estrecha prisión, se entregó en manos de la Providencia y se encomendó a la Santísima Virgen con gran ternura y devoción. En aquel momento se le aparece la Reina de los cielos hermosa más con hábito blanco y manto azul, y después de confortarla con cariño maternal le dijo:
"Beatriz: quiero que fundes una nueva Orden en honor de mi Inmaculada Concepción, vistiendo hábito blanco y manto azul como llevo Yo".
Beatriz agradecida, se ofreció su sierva y esclava, y consagrándole su virginidad, se ofreció en cuerpo y alma al servicio de su celestial Señora. La Virgen, después de prometerle que saldría sana y salva del arca, desapareció a Beatriz enardecida de felicidad.
5. Beatriz es rescatada
Tres días estuvo Beatriz encerrada en aquella oscura tumba sin comer ni beber. Al ver que pasaban los días y no aparecía, su tío Don Juan de Silva Meneses, inquieto y preocupado, como sospechara de la Reina, se atrevió a abordarla y preguntarle por su sobrina.
La soberana, displicente y aferrada a su decisión, le responde secamente: "Venid y la veréis", imaginándose que la encontraría asfixiada en el cofre.
Se dirigieron al lugar de la prisión, y el caballero Silva Meneses se lanza a abrir el arca con visible ansiedad. ¿Qué le tocaría ver? La angustia y ansiedad era enorme….
Levantan la tapa, y, ¡oh sorpresa! La encuentran viva y alegre, con rostro sonrosado como un ángel. Llena de alegría y emoción se lanzó a los brazos de su tío que la recibió con indescriptible emoción.
Al haber encontrado viva a la que pensaba muerta, la sorpresa y el estupor de la Reina es enorme. Se la quedó mirando con ojos desorbitados como petrificada.
La noticia se extiende rápida como el viento por todo el palacio y hasta el último rincón de Tordesillas, condenando todos la maldad de la Reina y bendiciendo a Dios que había salvado a la inocente Beatriz.
La Reina, al verse burlada y al ver que todos la miraban con recelo y se sentían alegres de que Beatriz se había salvado, incluso el Rey, sintió crecer en su corazón un odio infernal hacia Beatriz, por lo que la ordenó abandonar inmediatamente el palacio.
Según algunos historiadores, a los tres días de salir del cofre, abandonó Beatriz a Tordesillas y acompañada de tres sirvientas se dirigió a la imperial Toledo.
Mientras recorrían las tres mujeres aquellos polvorientos camino iban con el temor de encontrarse con los grupos banderilleros de don Álvaro de Luna y sus rivales.
6. Se le aparecen San Francisco y San Antonio
El Papa Pablo VI en la Bula de su canonización, refleja así este pensamiento: "Y, huyendo del bullicio, como de otro Egipto, se apresuró a encerrarse en la soledad para recibir la ley salvífica de vida y, acompañada de dos sirvientas, ocultó decididamente su florida juventud dentro de los muros de un Monasterio".
En su camino hacia Toledo, un atardecer al pasar por un monte, aparecieron entre los árboles dos frailes con hábito de San Francisco. Se asustó Beatriz creyendo que los mandaba la Reina para que la confesaran para luego entregarla a los verdugos.
Ellos, acercarse y verla llorar, le preguntaron con mucha mansedumbre por qué lloraba y qué le pasaba. Respuesta del susto ella les contó su temor. Entonces, los frailes, consolándola, la dijeron que eran mensajeros que venían a consolarla y que llegaría a ser una de las señoras más importantes de España y que sus hijos serían nombrados en toda la cristiandad.
A esto ella respondió que era doncella, que tenía ofrecida a Dios su virginidad y que jamás se casaría. A esto dijeron ellos: Lo que hemos dicho ha de ser. Mientras iban hablando, llegaron a una Venta y Beatriz los invitó a entrar a tomar algún alimento, pero en aquel momento los frailes desaparecieron misteriosamente. Beatriz supuso entonces, que aquellos dos Frailes habían sido S. Francisco de Asís y S. Antonio de Padua, de quienes ella era muy devota.
7. En Santo Domingo el Real
Llegada a Toledo y deseosa de paz y santidad, se dirige al Monasterio de Santo Domingo el Real.
Allí moró durante unos treinta años en calidad de Seglar, acompañada de sus doncellas. Gran parte de la noche se la pasaba en Oración junto al Sagrario, donde floreció en amor a Jesús paciente y al misterio de la Inmaculada Concepción.
Toda la vida de Beatriz estaba repartida entre la oración y el trabajo en el que confeccionaba ropas que luego regalaba a los necesitados, entre los que gastó su fortuna, siendo feliz en la más rigurosa austeridad. Beatriz, sabedora de su singular belleza y queriendo conservarse en humildad, se cubrió el rostro con un tupido velo blanco que nunca se quitaba más que para hablar con la Reina, como señal de respeto, y de algunas otras contadas personas.
Por entonces murió el rey, y la Reina arrepentida de lo que había hecho con Beatriz, reconociendo su inocencia, se fue a Toledo a verla en el convento y a pedirle perdón.
En las sucesivas visitas que la Reina hizo a Beatriz, llevaba consigo a los dos infantes Alfonso e Isabel, la que más tarde sería la Reina Isabel la Católica, que ayudó a Beatriz en la fundación de la nueva Orden.
8. La Santa del silencio
Ninguna palabra de esta Santa ha llegado hasta nosotros en sus sílabas textuales, y por tanto ningún eco de su voz; y tampoco ningún escrito de su mano.
Esto nos mueve a decir de Beatriz de Silva que es "la Santa del Silencio", pues de ella (al igual que de San José, según los Evangelios) no sabemos palabras alguna que saliese de su boca.
Lo que se conoce de esta singular Santa, es debido a los testimonios que de ella dieron quienes convivieron con ella o la conocieron.
9. El Papa Inocencio VIII aprueba la nueva orden
Una tarde, después de la Oración, cuando ya todas las monjas habían dejado el coro, queda Beatriz de Silva en íntimo coloquio con Dios. De pronto un gran resplandor la iluminó y vio a la Santísima Virgen que, mostrándola el hábito blanco y azul, le dijo con una mezcla de amor y firmeza que "Venía a urgirle la Fundación de su Orden".
Beatriz por amor a Jesús crucificado y a la Stma. Virgen acepta todos los trabajos que sabía se iba a exponer.
Beatriz, obediente a la voz de Dios, abandonó el Convento de Santo Domingo el Real y marchó a una gran finca, donada por la Reina Isabel La Católica, llamada "Los Palacios de Galiana", en donde se instaló el Convento de santa Fe, para que fuese habitado por Beatriz y sus doce Compañeras .
Uno de sus consejeros y principales colaboradores fue Fray García de Quijada, obispo de Guadix que "era persona con quien la sierva de Dios comunicaba los sentimientos de su alma y por cuya prudencia y religión se gobernaba en las cosas arduas".
La Reina Isabel la Católica, íntima amiga de Beatriz, era su principal confidente y colaboradora. Entre las dos deciden lo que tienen que hacer, y con aprobación y consentimiento de la Curia Arzobispal cursan a Roma la solicitud de la aprobación de la Orden de la Inmaculada.
El Papa Inocencio VIII, por la Bula "Inter Universa" (30 de Abril 1489) aprobó la fundación, y en el mismo instante que era firmada por S.S., un emisario celestial, que ella intuyó era el Arcángel San Rafael, le daba la noticia de la aprobación.
Tres meses más tarde recibe la triste noticia de que la nave en que venía la Bula de la aprobación se había hundido en el mar. Tres días estuvo la Santa muy apenada, sin saber que hacer, pidiendo a Dios la solución de su problema, y al día tercero en encima de un Cofre, halló la deseada Bula.
10. Consagración de la Orden
Con intenso júbilo se hizo una procesión, presidida por el obispo de Guadix, Fray García de Quijada, a la que asistió todo el pueblo, para dar gracias a Dios por el hallazgo milagroso de la Bula.
Recorrió la procesión desde la Catedral hasta el Convento de santa Fe, y terminada la procesión, el Sr. Obispo predicó un sermón en que invitó a todos a acudir a la toma del Hábito de las nuevas religiosas que sería dos semanas después en el Convento de Santa Fe, la cuna de la nueva Orden de la Inmaculada Concepción.
Llena de alegría Beatriz trabaja sin descanso en la confección de los hábitos de las nuevas religiosas. Todos trabajan firme y esperan entusiasmados el día glorioso de la inauguración.
Los coloquios de Beatriz con el Señor en la oración y con la Stma. Virgen son cada vez más fervorosos y continuos. No ha habido ni habrá jamás algún santo, que no haya sobresalido extraordinariamente en la oración, porque sin mucha oración, la santidad es una ilusión. En la Oración radica la santidad de Beatriz.
11. Enfermedad de Beatriz
Cuando Beatriz y sus compañera veían con ilusión cercano el día de la Toma del Hábito, sucede algo inesperado. ¡Oh secretos de Dios, cuan inescrutables son tus camino!
Faltaban ya solamente diez días para el día solemne de la toma de Hábito y con ello la definitiva inauguración de la nueva orden, cuando se le dice: "Hija mía, de hoy en diez días, te vendré a buscar para traerte conmigo al Cielo, porque no es voluntad de Dios que goces acá en la tierra de esto que tanto deseas".
Luego vio que la lámpara que ardía ante el Santísimo estaba apagada, y al momento, sin que nadie la encendiera volvió a lucir de nuevo, y mientras lo contemplaba sorprendida, oyó una voz que le dijo: "¿Has visto cómo la luz de la lámpara se ha apagado y luego ha vuelto a lucir?, pues así pasará con tu Orden. Al morir tú, la Orden estará en peligro de disolverse; más no se extinguirá sino que florecerá de tal manera que será multiplicada y extendida por el mundo entero. De hoy en diez día has de venir con nosotros".
Al poco tiempo de la visión y de tal anuncio, Beatriz cayó enferma de gravedad. Por ello, Beatriz antes de partir de este mundo, en presencia de Fray García de Quijada, obispo de Guadix, de sus doce Compañeras y de algunos Padres Franciscanos estando en el lecho de muerte, tomó el hábito de la nueva Orden que ella había fundado.
Al administrarle los últimos sacramento, y, al levantarle el velo que le cubría el rostro, todos se admiraron de la hermosura de su cara que brillaba como un ángel; pero esa admiración subió al extremo al aparecer en su Frente un brillante Estrella.
En aquel momento entregó su bendita alma en manos de la Santísima Virgen que, tal como le había prometido, vino por ella para llevársela al Cielo, desde donde vela por su orden que se extiende en la tierra por numerosos países.
Beatriz de Silva fue Beatificada por el Papa Pío XI el 28 de Julio de 1926.
Canonizada el 3 de Octubre de 1976:
"A honor de la Santa e Individua Trinidad, para exaltación de la Fe Católica e incremento de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro Sr. Jesucristo, de los santos apóstoles Pedro y Pablo y la Nuestra, tras madura deliberación e implorando muchas veces el auxilio divino, y de consejo de muchos de Nuestros Hermanos, decretamos y definimos que la Beata Beatriz de Silva es Santa, y la inscribimos en el Catálogo de los Santos, estableciendo que debe ser venerada con piadosa devoción entre los Santos de la Iglesia Universal. En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén"
(Pablo VI, Bula de Canonización "Inter Preclara").