Antes de dejar Brasil, el Papa Francisco dio una entrevista exclusiva a la cadena de televisión O Globo en la que advirtió sobre "el drama de este humanismo deshumano que estamos viviendo" con "la feroz idolatría del dinero" y llamó a "no caer en la globalización de la indiferencia".
El diálogo, calificado por O Globo como histórico, fue grabado en la Casa Sumaré, del Arzobispado de Río de Janeiro, donde Francisco residió durante su visita al Brasil, y transmitido la noche del domingo horas después de la partida del Pontífice.
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"Yo me sentí recibido con un afecto que no conocía, muy cálidamente. El pueblo brasileño tiene un gran corazón", expresó el Papa, que luego bromeó sobre la rivalidad entre Brasil y Argentina, la que había quedado resuelta porque "hemos negociado bien: el Papa es argentino y Dios es brasileño".
Acto seguido, Francisco abordó el tema de la austeridad. "Siento que tenemos que dar testimonio de cierta simplicidad, incluso de pobreza", pues a nuestro pueblo lo ofende que "los consagrados estemos apegados al dinero". Indicó que si bien ?muchas veces es conveniente que los párrocos tengan un vehículo para movilizarse, "no es un buen ejemplo que un sacerdote tenga un auto último modelo".
En ese sentido, dijo que decidió quedarse en la Casa Santa Marta no tanto por motivos de simplicidad, ya que el apartamento papal es grande, pero no lujoso; sino "para no tener que estar sufriendo la soledad".
Indicó que en Santa Marta viven entre 40 obispos y sacerdotes que trabajan en el Vaticano, junto a otros clérigos y laicos con quienes comparte el desayuno, el almuerzo y las comidas.
Sobre la seguridad durante su visita al Brasil, afirmó, en tono tranquilo y firme: "Yo no tengo miedo. Soy inconsciente. Sé que nadie se muere en la víspera. Cuando me toque, lo que Dios permita será".
Durante la entrevista, Francisco reiteró su deseo de estar siempre en contacto con la gente y por ello fue la modificación del papamóvil. "Cuando usted va a ver a alguien no lo hace detrás de una caja de vidrio", señaló, a la vez que agradeció a los miembros de la seguridad, de la Santa Sede y de Brasil.
Preguntado acerca del traspaso de católicos a filas evangélicas, dijo no conocer en detalle la situación del Brasil, pero habló de la cercanía que los sacerdotes deben tener con la gente. "Para mí es fundamental la cercanía de la Iglesia. La Iglesia es madre. Ni usted ni yo conocemos una madre que se comunique por correspondencia", señaló.
Así, contó el caso de un sacerdote que fue a un pueblo argentino donde hacía muchos años que no había atención sacerdotal católica. "Estoy enojada con la Iglesia porque nos abandonó", le dijo una señora muy culta, que al igual que otros había buscado que le hablaran del Evangelio, lo que necesitaba, en un pastor protestante. Pero cuando el sacerdote ya se iba, abrió un ropero y le mostró una imagen de la Virgen que tenía allí para que el pastor no la viera. Iba al pastor pero las raíces de su espiritualidad estaban en el ropero", observó.
Sobre los escándalos financieros, el Vatileaks y casos similares que lamentó, dijo que "en la Curia romana hay muchos santos, cardenales, obispos, sacerdotes, laicos santos", que calificó como "gente de Dios y que ama a la Iglesia". Apuntó que "hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece". Pero en concreto, ante el caso de un sacerdote que ingresó dinero de Suiza ilegalmente, estimó que obró mal y la Iglesia, en ese y otros casos, tiene que dar la sanción merecida.
Asimismo, reveló que ya hay propuestas serias que madurar de la comisión de ocho cardenales que nombró para que lo asesoren en temas de la Curia y se tratarán en una reunión del 1 al 3 de octubre. Pero por otro lado, recordó que los teólogos desde hace siglos dicen: "La iglesia siempre se tiene que reformar". Precisó al respecto que "hay cosas que sirvieron para otras épocas y que ahora no sirven más y que hay que reacomodar".
Sobre las protestas de los jóvenes, dijo que "un joven que no protesta no me gusta". Estimó que los jóvenes buscan la utopía, que interpretó como "respirar y mirar hacia adelante". Dijo que hay que escucharlos y cuidarlos para que no sean manipulados.
El Papa también señaló que en la actualidad se vive "la feroz idolatría del dinero" y señaló que una política mundial economicista sin ética que la controle se concentra en el centro y deja las puntas de la sociedad -los jóvenes y los ancianos- mal atendidas, descuidadas, descartadas.
Consideró que el porcentaje de jóvenes desocupados que hay en Europa "es alarmante".
Denunció que hay chicos que mueren de hambre, hombres que mueren de frío en las calles en invierno, y eso no es noticia. Pero, indicó, bajan tres o cuatro puntos de las bolsas de algunos países y se lo considera una catástrofe. Es "el drama de este humanismo deshumano que estamos viviendo", expresó, al tiempo que animó a "no caer en la globalización de la indiferencia".
Al ser consultado sobre la relación con otras confesiones, dijo que es importante "fomentar una cultura del encuentro en todo el mundo". Y señaló que es importante "podar el egoísmo" y que a un chico que tiene hambre lo eduquen y le quiten el hambre, "no pelearnos entre nosotros a costillas de los demás". Cada uno puede dar razón de su fe con altura, pero urge salir de uno mismo.
"Las confesiones no pueden irse a dormir tranquilas mientras haya un solo chico que muera de hambre", señaló Francisco, al recordar que el cristianismo enseña que "vamos a ser juzgados según nuestras obras de misericordia".