El arzobispo Dominique Mamberti, Secretario del Vaticano para las Relaciones con los Estados, ha intervenido en la XX reunión del Consejo de ministros de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) que concluye hoy en Kiev (Ucrania). Ese país ostenta actualmente la presidencia de dicho organismo.
En el ámbito de la dimensión humana, la libertad religiosa y de pensamiento, Mons. Mamberti ha afirmado que es "inquietante" observar que 17 siglos después del Edicto de Milán, que concedía a los súbditos del Imperio romano la libertad religiosa, "en la región de la OSCE son siempre más numerosos los ataques contra los cristianos, motivados por prejuicios".
"Cuando hablamos de negación de la libertad religiosa y de intolerancia, en particular contra los cristianos, pensamos inmediatamente en algunos países fuera de la OSCE. No debemos olvidar que hay episodios de intolerancia o de marginación de la religión o de los creyentes también en las sociedades democráticas, donde por suerte, no hay persecuciones violentas", afirmó.
El Arzobispo se ha referido a los diversos ámbitos de acción de la OSCE a lo largo del pasado año, notando con agrado, por cuanto respecta al área politico-militar "la actualización satisfactoria del Documento OSCE sobre la no proliferación de armas".
A pesar de ese resultado, la Santa Sede manifiesta su preocupación por la ausencia de progresos en la actualización del Documento de Viena que es "esencial para asegurar más transparencia en las actividades de equipamiento militar de los estados participantes, requisito previo para la estabilidad y la seguridad de la región".
En materia económica-ambiental, el Prelado ha solicitado "mayor voluntad política y un compromiso más acentuado, comparable a los evidenciados en otras dimensiones", reafirmando el interés de la Santa Sede por la salvaguardia de la creación y el aprecio por el énfasis que la presidencia ucraniana ha dado a las actividades ligadas al ahorro energético y a las fuentes de energía renovables.
Otro tema ha sido el de las migraciones. "Según la Santa Sede los derechos de los emigrantes deben ser fundamentales. Incluso en tiempos de crisis financiera, los emigrantes no deben considerarse nunca en términos de su función económica como mano de obra temporal o como residentes permanentes".
"Su dignidad de personas debe tener la precedencia sobre cualquier otra consideración". En este contexto, también ha denunciado el "problema persistente del tráfico de seres humanos. Un crimen odioso que debe perseguirse con todos los medios legales disponibles".