Canadá fue un país religioso hasta hace unas décadas; sin embargo, la poca asistencia de feligreses en muchas de las iglesias a nivel nacional está causando la clausura de un tercio de estas.
De acuerdo con la organización caritativa nacional de Canadá "National Trust for Canada", dedicada a la salvaguarda y renovación de lugares históricos, se estima que en los próximos diez años se cerrarían unas nueve mil iglesias debido al bajo número de personas que conforman las congregaciones y a los altos costos destinados a la reparación de templos antiguos.
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"Es probable que algunos de los edificios se vendan, mientras que otros simplemente serán demolidos. Mientras que muchos están preocupados por la pérdida de los espacios sagrados, otros están tan preocupados por la pérdida de edificios históricos", sostuvo el jefe de National Trust for Canada, Robert Pajot.
Pajot dijo a CBC que "no se trata solo de los edificios. El impacto va más allá de la pérdida de un patrimonio en la comunidad", puesto que los lugares de fe han fomentado la vida comunitaria por generaciones, así como la formación de lazos de convivencia en las ciudades y pueblos.
"Existe la sensación de que se está produciendo una pérdida más profunda en las ciudades y pueblos afectados por estos cierres. En particular, van a perder un sentido de comunidad que apareció con el tiempo y se fomentó en las iglesias", sostuvo.
Consideró que las iglesias son los centros de encuentro en muchos pueblos, donde se celebran reuniones, bodas, funerales y todo tipo de otros servicios. Como consecuencia del cierre, todos ellos se alejarán junto con la posibilidad de seguir creando nuevos recuerdos en el lugar.
También indicó que "para muchos es un momento triste que será difícil de manejar para las comunidades que usaron los sitios como centros comunitarios. Otros ven este cambio como una oportunidad para dejar ir el pasado y recuperar áreas y edificios que podrían usarse de manera más efectiva para ayudar a servir a las comunidades".
Algunas iglesias han intentado modernizarse al compartir sus espacios eclesiales con otros grupos, con el objetivo de permanecer en pie y en orden. Sin embargo, esto ha generado polémica al considerar que puede convertirse en un lugar menos sagrado al ser escenario de eventos no religiosos.