Cada 4 de agosto se celebra a San Juan María Vianney, patrono de los párrocos. Él solía confesar diariamente a muchos fieles que llegaban arrepentidos y acongojados, buscando el perdón del Señor. En una ocasión dio un buen consejo para el consuelo de la sufriente alma.
San Juan María Vianney (1786-1859), también conocido como el Cura de Ars, pasó mucho tiempo de su vida ganando corazones para Dios en el confesionario. Se calcula que allí permanecía de 11 a 16 horas diarias.
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Hasta él llegaban numerosos penitentes y por ello Ars empezó a ser llamado "el gran hospital de las almas".
Por otro lado, el Santuario de Ars, en Francia, contiene numerosas frases de San Juan María Vianney con las que motivaba a los fieles a dialogar con Dios a través de la oración.
Esta práctica de fe era tan importante para él que llegó a decir que "el hombre tiene una hermosa función, la de orar y amar... Esta es la felicidad del hombre en la tierra".
Asimismo, se pueden encontrar unas palabras dedicadas a la propia alma en oración, donde el santo la anima a no desfallecer en el arduo camino de la vida, llena de trabajo, sufrimiento y lágrimas.
En este sentido, la invita a mantener la esperanza de que Dios la observa y la recompensa. Las palabras son las siguientes:
"Ven, alma mía, vas a conversar con el buen Dios, a trabajar con Él, a caminar con Él, a luchar y sufrir con Él. Trabajarás, pero Él bendecirá tu trabajo; caminarás, pero Él bendecirá tus pasos; sufrirás, pero Él bendecirá tus lágrimas. ¡Qué grande es, qué noble, qué consolador hacerlo todo y en compañía y bajo los ojos de Dios, pensar que todo lo ve, que todo lo cuenta!".