La Misa del Miércoles de Ceniza del Papa Benedicto XVI, celebrada hoy en la Basílica de San Pedro, estuvo marcada por una gran ovación de varios minutos luego de que el Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Tarcisio Bertone, dirigiera unas sentidas palabras de homenaje al Santo Padre.
Luego de la imposición de las cenizas y la celebración de la Eucaristía, el Secretario de Estado Vaticano, Cardenal Tarcisio Bertone, arrancó las lágrimas de algunos con un discurso dedicado al Santo Padre, "un humilde trabajador en la viña del Señor", dijo, recordando las palabras con las que el mismo Benedicto XVI se definió a sí mismo tras ser elegido en el cónclave de abril de 2005.
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Después de sus palabras, pronunciados con voz temblorosa a causa de la emoción, el Secretario de Estado saludó solemnemente al Papa y la basílica estalló en aplauso que se prolongó por varios minutos.
"Los aplausos me golpean como si fuera la lluvia", dijo emocionada a ACI Prensa una de las asistentes a la Eucaristía tras el evento.
La mirada del Papa permaneció tranquila y serena durante toda la ceremonia, al igual que durante la salva de aplausos. Los participantes destacaron la entereza con la que presidió la Misa.
Para muchos, esta era una Misa de despedida de Benedicto XVI. Cardenales, Obispos, sacerdotes, seminaristas y laicos, inundaron la Basílica para la ocasión, y los "vivas" al Papa desbordaron de manera contagiosa tanto la Basílica como la Plaza de San Pedro.
El ambiente era de hermandad, y no faltaron los jóvenes y turistas cargados con sus mochilas. Llegaban de todas partes del mundo para despedirse del Papa Benedicto.
En la ceremonia, también participaron los monjes benedictinos de San Anselmo, y los padres dominicos de Santa Sabina, quienes –como es tradición–, habrían acogido a Benedicto XVI en el Aventino de Roma, de no ser por el cambio de última hora que anunció el Vaticano.
Por voluntad del Papa, su última Misa de Miércoles de Ceniza, se debía celebrar en casa, en la Basílica de San Pedro para recibir a más personas que querían encontrarse con él.
La ceremonia comenzó a las 5:00 p.m. en un clima de oscuridad, para después llenarse de luz por completo a la entrada de Benedicto XVI.
A la salida, en la Plaza de San Pedro, otros cientos de fieles se aglomeraban para escuchar al Papa pese al intenso frio de Roma. Se agolpaban ante las pantallas gigantes que suelen retransmitir las ceremonias del Pontífice.
Muchos se abrazaban y al mismo tiempo, miraban con tristeza y aire de desconcierto hacia la Sede de Pedro, que el Papa dejará vacante, el próximo 28 de febrero.