Al cumplir un año como Administrador Apostólico de Osorno (Chile), Mons. Jorge Concha Cayuqueo, agradeció el tiempo de paz que vive la diócesis fruto del diálogo y la voluntad de la comunidad sureña.
Luego de ser Obispo Auxiliar de Santiago, Mons. Concha Cayuqueo llegó a la Diócesis de Osorno el 11 de junio de 2018 cuando el Papa Francisco aceptó la renuncia del Obispo de ese entonces, Mons. Juan Barros, acusado de encubrir abusos sexuales del exsacerdote condenado en 2011, Fernando Karadima.
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Tres días después del nombramiento, el Papa Francisco envió a sus delegados Mons. Charles Scicluna y Mons. Jordi Bertomeu en misión pastoral para dialogar con la comunidad y conocer los motivos por los que un amplio grupo rechazaba a Barros como pastor del lugar.
A partir de entonces y a solicitud del Santo Padre, el Administrador Apostólico ha llevado adelante un proceso de reparación y renovación eclesial de los cuales hizo un balance a un año de su gestión.
"Tenemos que reconocer y agradecer que estamos viviendo en un tiempo de mayor paz a nivel de relaciones de la Iglesia, que no es suficiente por supuesto, pero así es. Los encuentros son de diálogo, de mutua acogida y eso es lo más valioso, que podamos vivir como hermanos", expresó el obispo.
"Quizás no lo valoramos mucho porque estamos muy sumergidos en un ambiente tan conflictivo y miramos en menos estas cosas que son importantes. Poder vivir, celebrar, participar de la Misa en paz, el que nos saludemos a pesar de las diferencias es de un valor inmenso".
"Todo esto es fruto de un trabajo que se ha hecho y en el cual yo he sido uno más. Agradezco al clero, a los curas, a las personas que lo han hecho posible con voluntad y disposición y a todos los fieles por sus oraciones", agregó.
En su caminar pastoral, Mons. Concha Cayuqueo reconoció que la disposición, sin prejuicios, ha sido la clave para trabajar por la reconciliación y la comunión eclesial de la diócesis.
Existen "cuestionamientos más profundos" que se transforman en obstáculos; "ciertas desconfianzas de la mirada que tengo yo de las cosas. Pero creo que con acercamiento van poniéndose sobre la mesa esas miradas, esas apreciaciones y dejan de ser prejuicios", explicó el obispo.
Indicó que desde un principio comprendió que su labor era "trabajar en la búsqueda de la paz, de la unidad, del acercamiento entre todos. Suscité el diálogo, escuché a mucha gente, visité a todas las comunidades, siempre abierto a que hicieran preguntas y me puse a disposición de las personas".
"Con el paso del tiempo me di cuenta que no era esto suficiente y que había que hacer más cosas", como por ejemplo lograr una "estructura que hiciera caminar pastoralmente" a la diócesis, aseguró.
Entonces, surgió "la necesidad de reorganizar la pastoral, porque no se agota la misión con solo abuenar a la gente, sino que hay que hacerla caminar y ponerle también objetivos específicos a lo que significa la Evangelización, dar a conocer a Jesucristo: y para eso se necesita una Iglesia que esté organizada".
"Hemos tenido que ir lentamente y con no poca fatiga, revitalizando lo que alguna vez tuvo y también poniendo novedad en algunas cosas porque la Evangelización es un reto también para lo que sucede hoy día", reflexionó.
En cuanto a los desafíos, Mons. Concha Cayuqueo expresó que su relación con las personas y grupos críticos de la gestión de Mons. Barros puede mejorar con mayor diálogo, ya que "ha habido cercanía en algunos momentos y en otros no tanto, más con algunas personas que con otras".
A su vez, expresó que en Osorno falta desarrollar "un área social mucho más viva", lo que se podría lograr con más recursos económicos y humanos que, al no existir descansan en el voluntariado, muchas veces es limitado.
También detalló que es necesario identificar con rapidez "la raíz de los problemas" para "crecer más en conciencia de que el abuso, en general, nos ha hecho y nos seguirá haciendo muchísimo mal", concluyó Mons. Concha Cayuqueo.