Esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha tenido lugar la presentación del Mensaje del Santo Padre para la 47º Jornada Mundial de la Paz, que se celebra todos los años el 1 de enero y cuyo tema es "La fraternidad, fundamento y camino para la paz".
El Padre Federico Lombardi, Director de la Oficina de Prensa, ha leído el texto de introducción al documento escrito por el Cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, que se encuentra todavía en Johanesburgo (Sudáfrica) como enviado especial del Santo Padre en la conmemoración y las exequias de Nelson Mandela.
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"La fraternidad –escribe el Cardenal– es una cualidad humana esencial, porque somos seres relacionales. Pero eso no hace que sea automática. En nuestro tiempo, como Benedicto XVI ha señalado, la globalización nos acerca pero no nos hermana. La fraternidad ha sido ignorada o pisoteada en maneras infinitas a través de la historia e incluso hoy en día, como el mensaje de Año Nuevo deja muy claro".
"En ámbito bíblico el primer crimen fue un fratricidio. Cada toma de una vida inocente –llámese aborto, asesinato, o eutanasia; llámese delincuencia o hambre o guerra– es, de hecho, un fratricidio ¿Cómo podemos dejar de reconocer que somos hermanos y hermanas, ya que todos tenemos un mismo Padre? ¿Cómo podemos dejar de reconocer que Jesucristo, el Hijo de Dios, es nuestro hermano? Por su Cruz y Resurrección, reparó una humanidad rota y continuamente ofrece a todos la promesa de la salvación".
En este mensaje el Santo Padre se pregunta por qué existe tal déficit de fraternidad en el mundo actual: ¿El egoísmo nos ciega a nuestra fraternidad fundamental? ¿El miedo y la competitividad han envenenado nuestra incomparable dignidad como hijos e hijas de Dios y, por lo tanto, hermanos y hermanas entre sí?".
Pasando a analizar la fraternidad según el mensaje del Papa, el Cardenal Turkson, observa que Francisco cita a sus recientes predecesores para ampliar el significado y la relevancia de la fraternidad como fundamento y camino hacia la paz. Por ejemplo, Pablo VI hizo hincapié en el desarrollo integral, el beato Juan Pablo II llamó a la paz un bien común indivisible: o es de todos, o no lo es para ninguno y Benedicto XVI identificó la fraternidad como un requisito previo para la lucha contra la pobreza.
Tres días después de su elección, el Papa Francisco explicaba a los medios de comunicación porqué había elegido ese nombre: "Para mí –dijo entonces– Francisco de Asís, es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y protege la creación" y en su primer mensaje de Año Nuevo, el Santo Padre "habla de los pobres, de la paz, y de la creación, bajo el título inclusivo y significativo de fraternidad".
Así, en los capítulos quinto y sexto el mensaje, trata de cómo la economía puede aportar recursos concretos contra la pobreza y se afirma que las relaciones fraternales pueden expresarse en políticas sociales, en un estilo de vida más sobrio y, a nivel macro en "un replanteamiento oportuno de nuestros modelos de desarrollo económico".
En el séptimo y el octavo se apuntan directrices para reducir y eliminar las guerras de todo tipo, así como la corrupción y el crimen organizado. La fraternidad vence la indiferencia con la que observamos las muchas guerras a una distancia segura y la tendencia a deshumanizar y demonizar al enemigo.
Motiva la dura labor necesaria para alcanzar la no proliferación y el desarme, tanto de armas nucleares como químicas, no convencionales y no tripuladas, así como de armas de pequeño calibre. También se recuerda que, en ámbito social, la fraternidad se resiste a la corrupción, al crimen organizado y al tráfico de drogas, a la esclavitud, a la trata de personas y la prostitución, y a aquellas formas de "guerra" económica y financiera que destruyen vidas, familias y empresas.
El capítulo noveno plantea la necesidad urgente de preservar y cultivar la naturaleza como nuestro hogar terrenal y la fuente de todos los bienes materiales, ahora y para las generaciones futuras. En espíritu de fraternidad, tenemos que aprender cómo tratar el ambiente natural como un regalo de nuestro Creador, para disfrutarlo en común, con agradecimiento y justicia.
El Cardenal concluye recordando a Nelson Mandela, que durante los largos años de prisión resistió a la tentación de buscar venganza y salió de la cárcel con el mensaje supremo de la reconciliación. "Para conseguirla, la triste verdad del pasado tenía que ser descubierta y aceptada. Sólo sobre la base de la verdad y la reconciliación la mayoría de los sudafricanos podrían aspirar a una vida mejor".
"Con su ejemplo y liderazgo, Nelson Mandela facilitó la conversión de los corazones alejándolos del fratricidio. El Papa Francisco persigue día tras día la conversión de las mentes y los corazones...La fraternidad necesita ser descubierta, sentida, anunciada y testimoniada a través del amor. Otorgada como un regalo, solo el amor de Dios nos capacita para aceptar nuestra fraternidad y expresarla cada vez más plenamente".
"Mientras nos preparamos para celebrar la Navidad intercambiando regalos entre amigos y parientes estaría bien hacer una pausa, como Jesús sugiere, cuando dice: "Si te acuerdas que tu hermano o hermana tiene algo contra ti, deja tu ofrenda delante del altar y vete; primero reconcíliate con tu hermano o hermana, y después ven y presenta tu ofrenda".
Hoy los pobres, los excluidos, los que sufren en nuestras ciudades, en nuestros países, en nuestro mundo, tienen "algo en contra de nosotros". Lo que tienen "en contra de nosotros " es nuestra falta de respeto por aquello que más profundamente son y somos: hermanos y hermanas".