En Francia, el Obispo Marc Aillet rechazó el proyecto de ley de bioética aprobado por la Asamblea Nacional, que pone el "sufrimiento psicosocial" como causal de aborto, y señaló que ante ello la Iglesia debe cumplir con su misión profética de proclamar la verdad sobre el hombre y el designio de Dios para su creación.
Así lo indicó Mons. Marc Aillet, Obispo de Bayonne, Lescar y Oloron (Francia), en un texto publicado el 15 de agosto en el sitio web de su diócesis titulado "La misión profética de la Iglesia: Sobre la adopción del proyecto de ley de bioética por la Asamblea Nacional".
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La Asamblea Nacional de Francia, una de las dos cámaras que componen el parlamento, aprobó el 1 de agosto un proyecto que añadiría el aborto bajo la causal de "sufrimiento psicosocial", como parte de la Ley de Bioética.
En Francia, el aborto o interrupción voluntaria del embarazo (IVG, por sus siglas en francés) está permitido hasta las 12 semanas de gestación (es decir, hasta la semana 14 de amenorrea), mientras que la interrupción médica de embarazo (IMG) se puede realizar en cualquier momento de la gestación pero bajo ciertos criterios médicos.
La Asamblea también aprobó la procreación médicamente asistida (PMA) financiada por el Estado para parejas de lesbianas, así como la modificación genética de embriones para la investigación.
De los 577 miembros de la Asamblea Nacional, solo participaron en el debate 101 diputados, es decir solo el 17,5% del total. De estos, 60 votaron a favor de las enmiendas y 37 en contra; los otros cuatro se abstuvieron.
Para el Prelado esta escasa participación de legisladores "podría aparecer como un escándalo" para aprobar "y avalar lo que se debe denunciar como una 'ruptura antropológica mayor'".
"Algunos diputados valientes de la oposición han defendido, con argumentos pertinentes, el derecho de un niño a tener padre y madre, así como la dignidad inviolable del embrión humano, y que sería irracional, en la perspectiva de la ciencia, no reconocerlo como un ser humano entero. Algunos pocos diputados de la mayoría, no menos valientes, también han osado votar contra el proyecto de ley también", continuó.
"El Gobierno ha aprovechado el sopor estival y de relajamiento de los franceses, bastante comprensible luego de las medidas de confinamiento, para aprobar este proyecto de ley ante la indiferencia general. Los grandes medios han sido misteriosamente discretos al respecto en estos días", lamentó el Obispo.
Uno de los peligros de este proyecto, prosiguió, es que los embriones humanos con los que se pretende experimentar "podrían ser reducidos a 'ratones de laboratorio'", y se podría abrir la puerta a la "fabricación de embriones transgénicos e incluso quiméricos, aboliendo así, de cierta forma, la frontera entre el hombre y el animal".
Sobre la interrupción del embarazo por "sufrimiento psicosocial", Mons. Aillet recordó que "todo aborto es un infanticidio de un niño sin voz". Es, como dice el Papa San Juan Pablo II en la encíclica Evangelium vitae, "la supresión deliberada de un ser humano inocente".
Ante esta realidad y ante la presión de los poderosos, el Prelado destacó "la misión profética de la Iglesia que es precisamente proclamar, a tiempo y a destiempo, la verdad sobre el hombre de la que es depositaria por mandato divino".
Mons. Aillet dijo que "la misión profética de la Iglesia es alertar a la humanidad de hoy y prevenir ante la tentación de la autodestrucción", recordando que "no somos dueños de la vida del hombre, desde la concepción hasta la muerte natural", ya que el dueño de la vida es Dios. Es necesario advertir también que "oponerse impunemente al designio del Creador puede generar un grave perjuicio para el futuro de la humanidad".
"Esta es la razón fundamental de nuestra defensa de la dignidad de la persona humana, comenzando por la más pequeña y la más vulnerable".
Para el Obispo francés la misión profética de la Iglesia no consiste en "buscar ser escuchada según los criterios del mundo, sino hablar a la consciencia de la gente, ese santuario íntimo donde resuena la voz de Dios que manda a todo hombre a hacer el bien y evitar el mal".
"La misión profética de la Iglesia consiste además en recordar la gravedad moral de este proyecto de ley de bioética cuando decide privar a los niños del derecho de tener un padre y una madre".
"No se trata de juzgar o condenar a las personas que, a menudo a pesar de sí mismas y bajo la presión del medio ambiente o siendo abusadas por propagandas halagadoras y engañosas, llegan a utilizar estos medios para satisfacer un deseo legítimo de un hijo o para evitar otros males. El Señor conoce sus corazones y siempre está pronto para hacer su Misericordia. Razón de más para advertirles y acompañarlos con caridad, pero en la Verdad".
El Prelado precisó que "son más culpables quienes, conociendo la gravedad moral de estas prácticas, a través de la demagogia electoral o la ideología, promulgan leyes injustas que se imponen a todos. Santo Tomás de Aquino decía que una ley civil que no se ajusta al derecho natural y al derecho divino 'es más violencia que ley'".
El Obispo recordó que el proyecto de ley debe pasar al Senado, por lo que es aún "necesario seguir alertando a las conciencias, particularmente de los senadores que lo examinarán".
El proyecto de Ley de Bioética regresa al Senado de Francia para una segunda lectura, donde puede ser nuevamente enmendado, antes de ser sometido a votación por un comité conjunto de las dos cámaras a finales de 2020. Sin embargo, la decisión de la Asamblea Nacional es definitiva cuando no se puede llegar a un consenso.
Mons. Aillet explicó que la misión profética de la Iglesia tiene que ver también con "el combate espiritual. Lo que está en juego es el designio creador y redentor de Dios, a lo que claramente se opone 'el llamado diablo o Satanás' desde el principio de los tiempos".
"Se trata sin duda de batallar con todos los medios humanos que están a nuestra disposición como ciudadanos responsables".
"También se trata, para nosotros los fieles de la Iglesia Católica, de combatir con las armas espirituales tradicionales: la Palabra profética – que como la de Jesús puede hacer retroceder las tinieblas y expulsar los demonios – la oración, en particular el Rosario, y el ayuno".
Finalmente, el Obispo subrayó que "el Señor busca almas de oración y sacrificio para hacer parte valientemente de este combate".