La Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA) anunció el lanzamiento del Instituto de Estudios Empresariales "Enrique Shaw", del Departamento de Investigación de la Facultad de Ciencias Económicas.
El anuncio tuvo lugar en el marco del encuentro "El mensaje de Enrique Shaw para la Argentina actual", que se realizó el 21 de junio en el Campus Puerto Madero de la institución y estuvo organizado por la Facultad con la Armada Argentina y el Centro de Graduados UCA - Ciencias Económicas.
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La apertura del acto estuvo a cargo del decano de la facultad, Dr. Carlos Newland, quien dio a conocer los horizontes del instituto, vinculados a realizar investigaciones, seminarios, mesas redondas y cursos en torno a las inquietudes del empresario católico Enrique Shaw, hoy venerable.
"Esperamos que pronto Shaw sea declarado santo. Casi no hay empresarios que hayan llegado a esta categoría", destacó Newland, y haciendo referencia a uno de los puntos del decálogo elaborado por la facultad e inspirado en su figura, señaló: "El ser auténticamente cristiano nos permite ser mejores empresarios. No va en contra de nuestra eficiencia organizativa, sino que hace funcionar mejor a la organización".
Seguidamente, tomó la palabra el Dr. Marcelo F. Resico, quien se desempeñará como director del instituto que reunirá a investigadores dedicados al estudio de la empresa y a su entorno social, económico e institucional.
Mencionó que entre las prioridades del instituto se encuentran temas como la ética y la responsabilidad social empresarial, la competitividad, el desarrollo de los recursos humanos, el impacto de las nuevas tecnologías digitales y las prácticas de dirección y gestión.
Llevar el nombre de Enrique Shaw, consideró el director, es un honor para el instituto: "Es el ejemplo que tenemos en mente y corazón cuando desarrollamos las investigaciones y actividades".
El moderador del encuentro, Tristán Rodríguez Loredo, editor del Portal de Empresa en ACDE y de Economía en Perfil, convocó a algunos invitados al evento a compartir reflexiones sobre Shaw.
Allí surgieron pensamientos como el expresado por Fernán de Elizalde, administrador general de la causa de canonización de Enrique Shaw y socio de ACDE: "La figura de Shaw muestra que no hay contradicción entre ser católico y promover el desarrollo económico. Pero lo que profesaba Shaw, no alcanza solamente decirlo, hay que imitarlo".
Mónica Beatriz Aranda, autora de La empresa: comunidad de vida y relaciones humanas. El ejemplar caso de Enrique Shaw, añadió que la virtud innovadora del venerable fue su relación con el obrero: "Shaw tuvo una disyuntiva. Amaba tanto al obrero que quería ser uno. Pero se dio cuenta de que podía ayudarlos desde el empresariado".
A su turno, el dirigente sindical Carlos Luis Custer, que conoció a Shaw cuando lo nombraron administrador general de la cristalería Rigolleau, donde él trabajaba desde los 16 años, recordó su paso por la empresa.
"Se creó una relación muy buena. Si bien teníamos objetivos e intereses distintos, Enrique era un hombre que siempre buscaba la síntesis. Su personalidad era afable, simpática y optimista, pero muy firme cuando se trataba de defender sus convicciones. También era muy abierto: siempre prefería escuchar que hablar", relató.
Por último, Luis María González Day, autor de Shaw, de cadete naval a aspirante a Santo, repasó la vida del empresario y se detuvo en sus enseñanzas.
"Enrique decía que la responsabilidad del empresario tenía que ser la ascensión humana, quería elevar al personal en lo económico y en lo espiritual permanentemente", subrayó.
Para finalizar, consideró que la fórmula que llevó a Shaw hacia la posible santidad fue el servicio, expresado en el más alto nivel.
El rector de la universidad, Dr. Miguel Ángel Schiavone, tuvo a cargo el cierre del encuentro, y agradeció a los presentes por traer el recuerdo de Enrique Shaw : "Rememorar es traer a la memoria, pero recordar es traer al corazón".
Declarado venerable por el Papa Francisco en 2021, Enrique Shaw fue un laico argentino, esposo, padre de 9 hijos y empresario, que falleció en 1962 a sus 41 años. Se caracterizó por vivir el Evangelio desde el lugar donde Dios lo puso: la conducción de una compañía.
Amó a los trabajadores y se preocupó por su bienestar, ejerciendo la caridad cristiana hasta el final de sus días. Su causa de canonización fue impulsada a principios del nuevo milenio por el entonces Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Jorge Mario Bergoglio, hoy Papa Francisco.