La iglesia de San Salvador, en Jerusalén, fue el centro de los festejos de la fiesta de San Antonio de Padua, patrono de la Custodia de Tierra Santa.
Allí los franciscanos pusieron unos panes especiales a los pies del santo y se celebró una solemne Misa con un acto de consagración de los frailes.
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La Custodia de Tierra Santa es una provincia franciscana de la Orden de los Hermanos Menores que tiene la misión de cuidar, estudiar y hacer acogedores los lugares santos. Ellos tienen como patrono a San Antonio, porque cuando han estado en momentos de dificultad, han invocado la protección del santo y se han visto librados.
La fiesta de San Antonio comenzó al atardecer del lunes 12 de junio con el rezo de las primeras Vísperas, un conjunto de oraciones que los sacerdotes y religiosos rezan, en unión con toda la Iglesia, de un libro llamado Liturgia de las Horas. La celebración estuvo presidida por el P. Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa.
Ante la imagen del santo se colocaron muchos panes, que durante la liturgia fueron rociados con agua bendita e incensados.
Estos son los llamados "panes de San Antonio", que se suelen repartir a los más necesitados.
En esta ocasión, luego de la bendición final, el propio P. Patton distribuyó algunos a los asistentes.
El día de la fiesta, el martes 13 de junio, se celebró una Misa solemne presidida también por el Custodio de Tierra Santa. En la Eucaristía, además, se hizo presente Mons. Pierbattista Pizzaballa, Patriarca de Jerusalén, quien participó junto a los fieles, religiosos, peregrinos y líderes de otras confesiones cristianas que se congregaron en la iglesia de San Salvador.
En su homilía, el P. Patton recordó que a San Antonio a menudo se le invoca para encontrar objetos perdidos. En ese sentido, animó a que lo invoquemos también para "encontrar el modo de servir a la Iglesia y los hermanos".
"Si hacemos esto, nos lo sugiere el propio santo en muchos de sus sermones, será totalmente significativa esta vida terrena, y al final encontraremos plenitud de vida y de felicidad en Dios", enfatizó el superior franciscano.
Tras la comunión, todos los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa rezaron una oración de consagración a San Antonio, en la que le pidieron a su patrono que los siga ayudando en la misión que la Iglesia les ha encomendado en los lugares santos.
Todo concluyó con la bendición final que fue impartida con una reliquia del santo.