El Papa Benedicto XVI explicó que toda obra de caridad exige estar acompañada de la fe, para que sea efectivamente una manifestación concreta del amor de Dios por todos los hombres, y no un simple humanismo o una mera empresa de promoción humana.
Así lo indicó el Santo Padre al recibir esta mañana en audiencia, en el Palacio Apostólico del Vaticano, a los miembros de la asociación caritativa Pro Petri Sede, que sirve en Bélgica, Luxemburgo y en Holanda.
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A continuación el discurso completo del Papa:
"El Año de la Fe, que la Iglesia celebra en estos momentos, nos invita a una auténtica conversión a nuestro Señor Jesucristo, único Salvador del mundo. Acogiendo por medio de la fe la revelación del amor salvífico de Dios en nuestra vida, toda nuestra existencia está llamada a modelarse sobre la novedad radical introducida en el mundo por la resurrección de Cristo.
La fe es una realidad viva que es necesario descubrir y profundizar sin cesar, para que pueda crecer. Es ella la que debe orientar la mirada y la acción del cristiano. Porque ella es un nuevo criterio de inteligencia y acción que cambia toda la vida del hombre.
Como ya he tenido ocasión de afirmar en la carta apostólica Porta Fidei, el Año de la Fe es una ocasión propicia para intensificar el testimonio de la caridad: 'La fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su camino'.
Para vivir este testimonio de la caridad, el encuentro del Señor que transforma el corazón y la mirada del hombre es entonces indispensable. En efecto, es el testimonio del amor de Dios por cada uno de nuestros hermanos en humanidad lo que da el auténtico sentido de la caridad cristiana. Ella no se puede reducir a un simple humanismo o a una empresa de promoción humana.
La ayuda material, tan necesaria en sí misma, no es del todo caridad sino es participación en el amor de Cristo recibido y compartido. Toda obra de caridad auténtica es entonces una manifestación concreta del amor de Dios por los hombres y así se convierte en anuncio del Evangelio.
En este tiempo de Cuaresma, en el que los gestos de caridad, se cumplen generosamente, ¡permitan que cada cual progrese hacia Cristo, que no cesa de salir al encuentro de los hombres!
¡Queridos amigos, que vuestro peregrinaje fortifique vuestra relación con Cristo y reavive la gracia recibida en el Bautismo! ¡Que crezca en vosotros el deseo de siempre testimoniar la fe allí donde estén!
Confío a cada uno de ustedes y vuestras familias, así como a los miembros de vuestra asociación, a la intercesión maternal de la Virgen María y a la protección del Apóstol Pedro. De todo corazón, os doy la bendición apostólica".