El presidente del Servicio Jesuita para los Refugiados (SJR) en Roma, Padre Giovanni La Manna, asegura que el Santo Padre sigue de cerca la situación de los inmigrantes que huyen del hambre y la guerra en África.
"El Papa Francisco y yo estamos en contacto, y esto es una alegría grande, porque la cercanía del Papa anima las dificultades diarias, concretas, que pueden desanimar, y saber que el Papa sigue el tema de cerca y te acompaña, es muy importante", explicó recientemente el P. La Manna en declaraciones a ACI Prensa/EWTN Noticias.
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"El Papa tiene un interés muy grande de conocer, de saber lo que pasa, y expresa todo de su deseo de cercanía. Él habla italiano, yo puedo hablar algo de español, pero es importante esta relación, porque puedes contar al Papa las dificultades que se viven no solo en Italia, sino en otras partes del mundo", añadió.
El 8 de julio fue el primer aniversario de la visita del Papa Francisco a la isla Lampedusa, donde se reunió con los inmigrantes y rezó por las miles de víctimas que naufragaron en las aguas del Mediterráneo. El P. La Manna viajó recientemente a la isla para conmemorar este llamado y rezar por las víctimas.
"Fue interesante cómo el Papa llegó a Lampedusa, para decir al mundo, a todos, que no podemos asistir a esta tragedia diaria sin decir nada. Llegó a hablar de globalización de la indiferencia que nos impide llorar los muertos. Fueron palabras muy fuertes que ayudaron a despertar las conciencias, a abrir los ojos de las personas para reaccionar", consideró el P. La Manna.
"Tenemos que tener presente la vida de estas personas diariamente, no podemos caer en la indiferencia, tenemos que reconocer que son nuestros hermanos. Todos somos parte de una sola comunidad, y si esto es verdad para nosotros, nadie puede quedar solo en la necesidad", agregó.
El P. La Manna asiste cada día en el Centro Astalli a 450 refugiados, de manera gratuita los inmigrantes reciben sin distinción de raza o religión un servicio médico y psicológico, atención legal, comida, higiene, vestidos y programas de reinserción laboral y social.
El centro se encuentra en el corazón de la ciudad y se forman largas colas para entrar. Los refugiados generalmente son musulmanes que llegan a Europa en un estado físico y mental lamentables, un fenómeno que crece con el transcurso de los años.
Lo que diferencia al Centro Astalli de otras casas de acogida es la seguridad que ofrece a las personas de no ser identificadas y deportadas. Los jesuitas tienen un acuerdo con la ciudad de Roma que asegura su anonimato y de esta manera, la persona en dificultad puede pedir ayuda sin temor.
El P. La Manna explica que la situación necesita un mayor compromiso por parte de la Unión Europea, "quienes se escandalizan por las miles de muertes que cada año se suceden en el mar Mediterráneo, pero que luego no hacen nada".
"Esto ocurre porque como dice el Papa Francisco, hemos realizado una globalización de la indiferencia… Hay muchas cosas que no funcionan si las personas mueren", lamentó. "La comunidad internacional necesita despertarse. Europa tiene que reaccionar para quitar las políticas de cierre y control de fenómeno, donde se gasta un montón de dinero, y reaccionar pronto, no después de la tragedia".
El P. La Manna denunció que los inmigrantes a menudo caen en el tráfico de personas, y el único medio para frenar el fenómeno es crear vías seguras que permitan escapar de la guerra y el hambre sin caer en las manos de los traficantes.
"No hay otra vía para llegar a Italia, a Europa, que gastar mucho dinero para subir a una patera y arriesgar la vida. Si Europa quiere ser una realidad civil no puede asistir callada y sin hacer nada. El nuevo Parlamento Europeo tiene que reaccionar en tiempo real para solucionar esto", denunció.
"Como comunidad internacional no podemos asistir a lo que está pasando en Nigeria, en Siria, recuerdo que son más de tres años de guerra, allí no solo se muere por la guerra, sino también por el hambre, porque no llegan las ayudas, y los que pagan más son niños y mujeres", añadió.
¿Cómo es la experiencia de encontrar a nuestros hermanos de África?
En el Centro Astalli aumenta cada día el número de refugiados, llegan especialmente huyendo del conflicto en Siria, el Cuerno de África y Nigeria. Italia se ha convertido en un país de tránsito, y la mayoría de ellos sueña con llegar al resto de Europa.
El P. La Manna señala que recibir a estos refugiados "es un encuentro rápido y no permite la posibilidad de establecer relaciones en el tiempo, esto requiere organización de la acogida, por lo que los refugiados necesitan más atención y trabajo por parte de los voluntarios".
El P. La Manna considera que todos tenemos que hacer esta experiencia de acogida para entender el valor y la importancia de este gesto: "Encontrar una persona en el primer momento que llega, y la misma persona después de un tiempo es indescriptible", señala.
"Cada día hay una media de 400-450 personas que nos piden comida, y aprovechan para pedir ayuda a nuestro servicio social, legal, los médicos voluntarios. Los que llegan de Siria huyen de la guerra, o de situaciones difíciles, Eritrea, Afganistán, Nigeria, Egipto, lugares donde las personas no pueden vivir con dignidad y no sienten sus derechos respetados", explica.
De las cientos de historias que vive cada día, el P. La Manna resaltó la de un niño que frecuentaba con su madre el Centro Astalli: "Venía con la cabeza baja, y no se atrevía ni a mirarme, la mamá me explicó que fue violada delante del niño. Después de un tiempo de acogida, lo he visto llegar a sonreír, establecer una relación conmigo, y es una alegría grande".
"Lo que más me impacta es ver cómo las personas vuelven a creer en el hombre. Después de experiencias como la cárcel o la tortura vuelven a confiar, y te cuentan cómo están, se relacionan contigo. Esa es una responsabilidad grande y también un privilegio", concluyó.