Como parte del itinerario de su primer día en Rumanía, el Papa Francisco asistió a la Catedral de la Salvación del Pueblo Rumano para rezar el Padrenuestro, oración que "contiene la certeza de la promesa hecha por Jesús a sus discípulos: 'No os dejaré huérfanos'".
"La llamada de uno de ellos no está completa sin la de su hermano. Hoy queremos elevar, los unos junto a los otros, desde el corazón de este país, la oración del Padrenuestro", dijo el Pontífice ante las autoridades religiosas ortodoxas y civiles de Rumanía.
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El Santo Padre llegó junto al Patriarca Daniel de la Iglesia Ortodoxa de Rumanía a la nueva Catedral de la Salvación del Pueblo Rumano. "El rezo del Padrenuestro en nuestra iglesia es un acto de gratitud a la Iglesia Católica por el apoyo a las parroquias ortodoxas", manifestó el Patriarca. Asimismo, se mostró agradecido por la "oración conjunta" entre ambas Iglesias.
El rezo del Padrenuestro se realizó en latín y fue seguido de tres cantos católicos. Luego, se prosiguió con el rezo del Padrenuestro en rumano y fue acompañado de tres cantos de Pascua ortodoxos.
Durante su discurso, el Pontífice explicó que en la oración del Padrenuestro está contenida "nuestra identidad de hijos y, hoy de manera particular, de hermanos que rezan uno al lado del otro".
"La oración del Padrenuestro contiene la certeza de la promesa hecha por Jesús a sus discípulos: 'No os dejaré huérfanos' y nos brinda la confianza para recibir y acoger el don del hermano", afirmó.
También recordó que cada vez que decimos "Padre nuestro" reiteramos que "la palabra Padre no puede ir sin decir nuestro".
"Es la invitación a que lo 'mío' se transforme en nuestro y lo nuestro se haga oración. Ayúdanos, Padre, a tomar en serio la vida del hermano, a hacer nuestra su historia. Ayúdanos a no juzgar al hermano por sus acciones y sus límites, sino a acogerlo sobre todo como hijo tuyo. Ayúdanos a vencer la tentación de sentirnos como hijos mayores, que a fuerza de estar en el centro se olvidan del don que es el otro", expresó.
El Papa Francisco animó a alabar al Señor durante la oración, para que "sea su nombre, y no el nuestro el que nos mueva y despierte a vivir la caridad".
"Cuántas veces, mientras oramos, nos limitamos a pedir gracias y a enumerar peticiones, olvidándonos que lo primero es alabar tu nombre, adorarte, para poder reconocer en la persona del hermano que nos has puesto al lado tu vivo reflejo. En medio de tantas cosas que pasan y por las que nos afanamos, ayúdanos, Padre, a buscar lo que permanece: tu presencia y la del hermano", dijo.
En ese sentido, afirmó que todos los días necesitamos "el pan de vida". "Él es el pan de vida, que nos hace sentir como hijos amados y que alivia toda nuestra soledad y orfandad. Él es el pan del servicio: que partiéndose para hacerse nuestro siervo nos pide que nos sirvamos los unos a los otros", indicó.
También señaló la importancia de pedir que a través del "pan de cada día" Dios alimente en cada uno "el anhelo por nuestro hermano, la necesidad de servirlo".
"Que el pan que pedimos, con su larga historia, que va desde la siembra hasta la espiga, de la cosecha hasta la mesa, nos inspire el deseo de ser pacientes cultivadores de comunión, que no se cansan de hacer germinar semillas de unidad, de dejar crecer el bien, de trabajar siempre al lado del hermano: sin sospechas y sin distancias, sin forzar y sin uniformar, en la convivencia de las diferencias reconciliadas", manifestó.
El Santo Padre señaló que el pan que pedimos hoy, "es también el pan del que muchos carecen cada día, mientras que unos pocos poseen lo superfluo".
"El Padrenuestro no es una oración que tranquiliza, sino un grito ante las carestías de amor de nuestro tiempo, ante el individualismo y la indiferencia que profanan tu nombre, Padre", dijo el Papa Francisco.
De igual manera, recordó el valor de darse a los demás. "Ayúdanos a tener hambre de darnos. Recuérdanos, cada vez que rezamos, que para vivir no tenemos necesidad de conservarnos, sino de partirnos; de compartir, en vez de atesorar; de sustentar a los demás, en lugar de saciarnos a nosotros mismos, porque el bienestar es tal si pertenece únicamente a todos", dijo.
Destacó que se debe "encontrar la fuerza para perdonar de corazón al hermano", así como Dios es misericordioso con cada uno de nosotros. "Cada vez que rezamos pedimos que nuestras ofensas sean perdonadas. Se necesita valor, porque al mismo tiempo nos comprometemos a perdonar a los que nos han ofendido", indicó.
"Ayúdanos, Padre, a no ceder al miedo, a no ver la apertura como un peligro; a tener la fuerza para perdonarnos y caminar, el valor de no contentarnos con una vida tranquila, y a buscar siempre, con transparencia y sinceridad, el rostro del hermano", exhortó el Papa Francisco.
Finalmente, animó a los fieles a no encerrarse en sí mismos y a orar cuando la tentación se haga más fuerte.
"Anímanos a encontrar en el hermano el apoyo que tú pusiste a nuestro lado para caminar hacia ti, y tener el valor de decir juntos: "Padre nuestro", puntualizó.
Luego del rezo del Padrenuestro, el Papa Francisco se dirigió a la Catedral Católica de San José para celebrar la Misa.