El Arzobispo de Cuenca (Ecuador), Mons. Luis Cabrera Herrera, exigió a los promotores de la píldora del día siguiente cumplir con el deber moral de decir la verdad sobre este fármaco, cuyo tercer efecto lo convierte en un abortivo al impedir la anidación del óvulo fecundado en el endometrio del útero.
En su comunicado del 2 de abril, el Prelado denunció que bajo el concepto de salud sexual y reproductiva varias dependencias de las Naciones Unidas y de la Organización Mundial de la Salud "promueven enormes campañas en favor de los anticonceptivos y de los preservativos" con el argumento de evitar los embarazos no planificados, impedir las enfermedades de transmisión sexual y disminuir los abortos provocados.
Sin embargo, "para fundamentarlos, recurren a estadísticas alarmantes y supuestamente fidedignas", así como grandes cantidades de recursos económicos y el apoyo incondicional de muchos Estados y organizaciones no gubernamentales.
"Estas campañas son presentadas como un tema de salud pública; razón por la cual, la dimensión ética también debe ser considerada. Lo ético, en este caso, tiene que ver con lo que 'se dice' y también con lo que 'se oculta' sobre sus efectos en la salud integral, particularmente, de la mujer, que es la más afectada".
"Desde este punto de vista, tanto los que producen como los que promueven tienen la responsabilidad ética de decir 'la verdad completa' al público. Esta misma obligación moral se extiende al padre y a la madre de familia, como también al médico que tiene derecho a la objeción de conciencia", afirmó.
Mons. Cabrera dijo que las personas tienen el derecho de conocer la verdad sobre los efectos del Levonorgestrel –componente principal de la píldora-, en la salud física, psíquica y social; "datos que no siempre se dicen".
Indicó que "igualmente, es necesario preguntarse si en los países donde se impuso la anticoncepción: ¿han desaparecido los embarazos no planificados? ¿Se han eliminado las enfermedades de transmisión sexual? ¿Se ha reducido el número de abortos provocados? Las estadísticas nos dicen que no; más aún, señalan que ha crecido el número de enfermedades. ¿Por qué entonces se calla?".
"Las campañas multimillonarias para legalizar su uso, por lo tanto, tienen la obligación moral de decir toda la verdad. Sólo la verdad nos hará libres para tomar las mejores decisiones", culminó.