El lema del viaje del Papa Francisco a Hungría es "Cristo es nuestro futuro", y la visita del Santo Padre al país significa que la presencia de Cristo es la esperanza por la que viven los cristianos, especialmente en Europa Central y del Este.
Esto lo explicó el Cardenal Peter Erdő, Arzobispo de Esztergom-Budapest, en una extensa entrevista concedida al Grupo ACI, en la víspera del viaje del Pontífice a Hungría.
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El Papa Francisco estará en Budapest del 28 al 30 de abril. Su agenda para el viaje incluye audiencias con las autoridades y los obispos, un encuentro con el mundo de la cultura, uno con refugiados y uno con miembros de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana. Además, representantes de otras confesiones cristianas y religiosas han sido invitados a la Misa final en la Plaza Kossuth.
Hablando con el Grupo ACI, el Cardenal Peter Erdő explicó el significado y los temas de la visita del Papa, subrayó la importancia de la experiencia de la Iglesia en Europa Central y del Este para entender la actual situación de la comunidad eclesial y la marginalización de la religión en el mundo, y resaltó asimismo los nuevos desafíos que han surgido con las olas de la secularización.
El Cardenal también destacó la peculiaridad de que Hungría sea un "país puente" debido a su historia, que se entiende como un país occidental gracias al nexo que el santo rey Esteban forjó con la Santa Sede.
El significado de la visita del Santo Padre
"En nuestra opinión –indicó el Cardenal Erdő– la visita del Papa fortalecerá nuestra fe y nos dará mucha esperanza. Cuando el Papa hace una visita apostólica, los fieles sienten al mismo Jesucristo en su persona, porque encontramos a Cristo en los sacramentos, en los pobres, pero de manera especial en el Vicario de Cristo, y el mundo necesita esperanza, un futuro".
Sobre el lema del viaje papal, el Arzobispo de Budapest destaca que esta es la realidad para los cristianos, porque "Cristo ha sido siempre revolucionario, incluso en su época. La fe es siempre una actitud revolucionaria".
La afirmación de que "Cristo es nuestro futuro" es incluso más significativa para los cristianos de Europa Central y del Este, que pasaron por una época comunista, prosigue el Cardenal, y agrega que todo el tiempo han sabido que, "por supuesto, ser creyente ha sido siempre una decisión no conformista".
"Somos, por naturaleza, no conformistas, somos hijos no conformistas. Hemos vivido momentos en los que los medios de comunicación masivos nos decían que la religión era obsoleta y que la ciencia afirmaba que estaba probado que la religión no podía ser verdad".
El legado del Congreso Eucarístico Internacional
El Papa Francisco estuvo en Budapest en septiembre de 2021 para celebrar la Misa de clausura del Congreso Eucarístico Internacional. Esa experiencia, que necesitó una preparación muy larga expandida por el surgimiento de la pandemia, dejó un impacto muy positivo en Hungría, resalta el Cardenal Erdő.
En particular, explica, "los programas que fueron más exitosos durante el Congreso aún siguen, como las adoraciones musicales con los jóvenes, que reúnen a miles y miles de jóvenes cada año".
Además, "se han establecido redes de consejería y ayuda católicas para situaciones familiares, para parejas, para la educación de los niños, para los ancianos, para los enfermos, y también para las personas desempleadas".
En breve, la experiencia del Congreso Eucarístico Internacional hizo "evidente que los católicos pueden encontrarse y ayudarse. Es un paso hacia una Iglesia que no sea sólo una comunidad litúrgica, sino que se extienda a la vida".
Hungría como "país puente"
En la presentación del viaje, Matteo Bruni, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, insistió en que Hungría es un "país puente". El Cardenal Erdő hace notar que "siempre ha sido nuestra vocación ser un 'país puente'. El Danubio que fluye a través de la ciudad de Budapest era la frontera del Imperio Romano, la frontera del Imperio de Carlomagno, era la provincia más al norte del Imperio Otomano".
"Hungría se ha entendido a sí misma como parte del mundo occidental durante mil años, e ingresó a la Santa Sede con nuestro rey, San Esteban. Por esta razón, nuestra relación con el pontificado y el Papa también tienen un valor simbólico para la nación, no sólo para los católicos".
De hecho, la composición religiosa de Hungría es variada, aunque, en la Iglesia Católica, el rito latino es mayoritario. Sin embargo, el 5% de los católicos del país son de rito bizantino, hay entre un 15% y un 17% de calvinistas, un 3% de luteranos y existe una importante comunidad judía. En Budapest también hay varias Iglesias ortodoxas antiguas e Iglesias pre calcedonianas.
La ciudad es sede de un obispo de la Iglesia Ortodoxa Copta, y también hay armenios apostólicos. Budapest es además territorio de al menos cinco patriarcados ortodoxos: Constantinopla, Moscú, Bucarest, Belgrado y Sofía.
El Cardenal Erdő subraya que "nuestra tarea a nivel ecuménico no es regatear principios dogmáticos, sino más bien la búsqueda de posiciones comunes y acciones cotidianas a nivel social y moral. Hay temas que encuentran un consenso notable. Estos temas son la dignidad de la vida humana, el aprecio de la familia, la justicia social, la defensa de los más débiles, y diría también la relación entre religión y vida pública, la autonomía o independencia de la soberanía de la Iglesia; aquí también hay conformidad o puntos de consenso".
El impacto de la cultura católica
Durante esta visita, el Papa Francisco ha incluido un encuentro con el mundo de la cultura en la Universidad Católica Pázmány Péter, el 30 de abril. Será el último evento del viaje y es importante porque, según explica el Arzobispo de Budapest, "uno de los mayores desafíos de la Iglesia católica en Hungría es la juventud. En las últimas décadas hemos asistido a la restitución de muchas escuelas que antes eran católicas, y luego hemos podido hacernos cargo de la gestión de otras escuelas a petición de la mayoría de los padres. Por ello, entre el 15% y el 17% de las escuelas del país están bajo gestión católica".
El Cardenal agrega que "la Universidad Católica nació de la necesidad de derribar el muro entre fe y ciencia. Es un muro artificial, pero presente. En la ciencia no se dejaba entrar a los religiosos, lo que ocurrió durante todo el periodo comunista. Incluso en nuestra Constitución estaba escrito que la fuerza rectora de la sociedad era el Partido Marxista-Leninista de la clase obrera. En consecuencia, los no marxistas-leninistas tenían menos acceso. Era, pues, necesario reanudar el diálogo entre la fe y la cultura, y entre la fe y la ciencia, y para ello había que crear alguna institución. Hace apenas treinta años, fundamos una universidad católica que después recibió el acta de fundación también de la Santa Sede".
En particular, el Papa Francisco será un invitado de la Facultad de Información Tecnológica de Biónica. Se trata, argumenta Erdő, de una elección importante, porque "la fe cristiana es una visión del mundo, y la visión del mundo presupone una imagen del mundo, del universo, de la totalidad de la realidad en la que vivimos, y las ciencias naturales pueden prestar una gran ayuda para que la cultura católica esté en relación viva con el conocimiento general de la humanidad. Por lo tanto, la tarea es grande".
El renacer de los salones parroquiales
En cuanto a la cultura católica en el país europeo, el Cardenal explica que "en Hungría hoy se puede profesar públicamente la fe; esto es claro. Otra cuestión es que quizá haya ambientes más bien caracterizados por otras visiones del mundo. Sin embargo, también hay revistas, programas de radio y televisión, y centros culturales que son católicos o cristianos".
"En Hungría –añadió– estamos experimentando el renacimiento de los salones parroquiales. Bajo el comunismo, todo había sido confiscado, salvo los edificios de las iglesias, y como resultado los fieles no tenían ocasión de reunirse fuera de la liturgia. Ahora hay salones parroquiales y culturales en las parroquias. Hay programas culturales y a veces una asistencia muy alta".
La religión como parte de la identidad nacional
Hablando de renacimiento, en los últimos años se han reconstruido o restaurado unas 3.000 iglesias, no sólo católicas. Es un dato que hace pensar.
El Arzobispo de Budapest explica que esta reconstrucción era necesaria. Esto se debe a que "el 66% de las parroquias estaban bajo un patronato después de la guerra. Sin embargo, los patronatos se suprimieron porque las administraciones municipales declararon que no reconocían este deber. De ese modo, ni la Iglesia disponía de medios para el mantenimiento ni otros pagaban estos gastos. El mantenimiento era necesario y la ayuda del Estado era importante".
La ayuda del Estado en la reconstrucción de iglesias también se produjo en otros países del otro lado de la Cortina de Hierro. Nuevamente, el Cardenal cita el ejemplo de Rumanía, donde "el Estado ha financiado muchas construcciones religiosas".
"El renacimiento después del comunismo –comenta– trajo consigo también el compromiso de reavivar el patrimonio cultural y moral de las diversas naciones. Tras el colapso del sistema marxista, quedó un vacío moral y cultural que era un peligro para la sociedad".
El impacto de la secularización
Estas son palabras que sugieren un impacto de la secularización, que no es aún tan fuerte en los países de Europa Central y del Este. Sin embargo, para Erdő, "dos procesos similares se dan en dirección opuesta".
El primero es "la secularización general, vinculada al consumismo, que no entró en la sociedad gradualmente como en Occidente, sino que hubo una ruptura al principio de la era comunista. Este tipo de secularización se expresa hoy como desinterés, distracción y agnosticismo. Luego hay otro proceso dado por el renacimiento de algunas estructuras, que también proviene de esta necesidad de dar sentido a la vida y a la moralidad de la comunidad. Son dos procesos que el ministerio de la Iglesia debe tener en cuenta".
Finalmente, el Cardenal se refiere a la percepción errada de Hungría en los medios.
¿Qué es Hungría al final de cuentas?
"Tienes que venir a ver –responde–. Llevamos casi 1150 años viviendo aquí. Siempre tenemos la impresión de que no nos entienden. Sin embargo, los húngaros de hace 1100 años ya tenían una amplia visión geográfica. San Esteban fundó casas para peregrinos con iglesias y capillas en Roma, Rávena, Constantinopla y Jerusalén. Hay capillas húngaras en varias iglesias del mundo, comenzando por la Basílica de San Pedro, pero también en Cracovia, en el Santuario Nacional de Washington. Esta presencia muestra el deseo de tener estas relaciones de pertenencia y entendimiento, sobre todo en la fe. El húngaro es un ciudadano del mundo, pero profundamente enraizado en su historia".