Este sábado 15 de junio el Cardenal Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, presidió en la isla italiana de Cerdeña la Misa de beatificación de Eduviges Carboni, terciaria franciscana, que con su trabajo de bordadora sostuvo los estudios de sus hermanos y a quien además se manifestaron en su cuerpo las llagas de la pasión de Cristo.
La nueva beata transcurrió su existencia alternando los trabajos domésticos con la oración pero también tuvo extraordinarios dones sobrenaturales, como en el año 1911 cuando se manifestaron en su cuerpo las llagas de la pasión de Cristo.
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En su homilía, el Cardenal Becciu afirmó que Eduviges Carboni "vivió durante muchos años una vida ordinaria, externamente igual a la de tantos laicos, pero extraordinaria en términos de intimidad con Dios, en unión con Él, hasta el punto de alcanzar la identificación con Jesús, una unión perfecta y transformadora en Él, esposo de las almas".
En esta línea, el Purpurado explicó que fue "amiga de los pobres y marginados, tenía palabras de consuelo para todos; le gustaba repetir: Siempre debemos dar consuelo y esperanza", y además destacó "la fortaleza interior y la fe granítica con la que la nueva beata vivió una vida al servicio de la familia y entre las simples tareas domésticas, a las que agregó una actividad ejemplar en la parroquia y un ferviente apostolado de la caridad".
"Si nos preguntamos cuáles son los puntos fuertes de la vida cristiana de esta hermana nuestra y que la llevan a ser un ejemplo de abnegación acogedora, humilde y alegre, diríamos que son esencialmente dos: la contemplación constante del Señor crucificado y la adoración de la Eucaristía. Solo abrazando la Cruz se logra la plenitud de vida y se es de capaz de irradiar luz, esperanza y consuelo", señaló el Cardenal Becciu.
Además, la nueva beata "tenía un corazón humilde y lleno de caridad, porque la oración de largas horas hacía desaparecer todo rastro de aridez y de pereza espiritual" afirmó Becciu quien agregó que "con la oración, Eduviges realizaba actos de reparación en favor de los que estaban en las tinieblas del pecado e imploraba la misericordia divina para los que se obstinaban en no dejarse alcanzar por la gracia".
"Humilde y fuerte, generosa y paciente, trabajadora y noble", calificó el Purpurado italiano sobre la beata Eduviges quien "encarna las virtudes más hermosas de la mujer sarda de aquella época".
Por último, el Cardenal Becciu destacó este testimonio actualidad: "Eduviges es una referencia válida para las mujeres de hoy, de todas las edades y de todos los ámbitos de la vida. Su experiencia espiritual simple y profunda, marcada por la caridad ilimitada, la humildad ilimitada y la oración incesante, sigue siendo un modelo actual, porque muestra que incluso con una vida simple y ordinaria es posible experimentar una comunión sólida con Dios y un apostolado caracterizado por la pasión de la humanidad herida y maltrecha".