Con motivo de la Fiesta del Inmaculado Corazón de María que se celebra este 8 de junio, un día después del Sagrado Corazón de Jesús, les compartimos aquella corrección que le hizo la Virgen a Santa Margarita María de Alacoque para que sea una buena cristiana y acoja el Divino Corazón.
En su adolescencia, Santa Margarita (1647-1690) padeció de una enfermedad reumática que la hizo sufrir muchos dolores. Por más que buscó una curación, no obtuvo ningún remedio, hasta que acudió desesperada a la Santísima Virgen y le hizo una promesa.
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Según corazones.org, sitio web administrado por las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María, la joven santa le prometió a la Madre de Dios que si recobraba la salud por su intercesión, entonces ella se convertiría en una de sus hijas. Tras este compromiso, obtuvo la curación.
"Recibí la salud, y una nueva protección de esta Señora, la cual se declaró dueña de mi Corazón, que mirándome como suya, me gobernaba como consagrada a Ella, me reprendía mis faltas y me enseñaba a hacer la voluntad de Dios", contó Santa Margarita.
No obstante, como toda joven, tuvo momentos de debilidad. Según describió ella misma, se dejó llevar por la vanidad y, aprovechándose del afecto de su madre y hermanos, dedicó tiempo a ligeras diversiones.
Pero la Virgen, al ver que estaba por sucumbir en la lucha interna que vivía, un día se le apareció, mientras rezaba el rosario, y le llamó la atención. "Hija mía, me admiro de que me sirvas con tanta negligencia", la reprendió Nuestra Señora.
Estas pocas palabras tocaron profundamente el corazón de Santa Margarita y le quedaron como maternal corrección para toda la vida. Posteriormente, hizo un voto a la Madre de Dios de ayunar cada sábado y rezar el oficio de la Inmaculada Concepción.
En una ocasión, la Virgen la animó en sus luchas diciéndole: "Nada temas; tú serás mi verdadera hija, y yo seré siempre tu buena Madre".
Con el tiempo, Santa Margarita empezó a tener visiones místicas de Jesús. "Te he elegido por esposa y nos prometimos fidelidad cuando hiciste el voto de castidad. Soy yo quien te motivó a hacerlo, antes de que el mundo tuviera parte en tu corazón... Y después te confié al cuidado de mi Santa Madre, para que te formase según mis designios", le dijo Cristo.
Más adelante, estando en el monasterio de la Visitación, Jesús le reveló los misterios de su Sagrado Corazón.