El Papa Benedicto XVI hizo hoy un especial llamado a los católicos a tener una disposición fundamental: dirigir el corazón y abrirlo dócilmente a Dios para rezar en la liturgia de la Iglesia.
En su habitual catequesis de la audiencia general celebrada esta mañana ante miles de fieles en la Plaza de San Pedro, el Papa reflexionó sobre la oración en la liturgia, un espacio "precioso" que es además "un ámbito privilegiado en el que Dios nos habla a cada uno de nosotros, aquí y ahora, y espera nuestra respuesta".
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Tras recordar que liturgia significa originalmente "servicio de parte de y en favor del pueblo", el Papa resaltó el momento en el que el celebrante, durante la Misa, anima a levantar el corazón (Sursum corda) "fuera de la maraña de nuestras preocupaciones, de nuestros deseos, de nuestras angustias, de nuestra distracción".
"Nuestro corazón, la parte íntima de nosotros mismos, debe abrirse dócilmente a la Palabra de Dios, y recogerse en la oración de la Iglesia, para recibir su orientación hacia Dios de las palabras mismas que escucha y dice. La mirada del corazón debe dirigirse al Señor, que se encuentra entre nosotros: es una disposición fundamental".
Benedicto XVI explicó que "cuando vivimos la liturgia con esta actitud fundamental, nuestro corazón viene sustraído como por la fuerza de la gravedad, que lo atrae hacia abajo, y sube interiormente hacia arriba, hacia la verdad y el amor, a Dios".
"Cómo recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica, ‘la misión de Cristo y del Espíritu Santo que, en la Liturgia sacramental de la Iglesia anuncia, actualiza y comunica el Misterio de la salvación, continúa en el corazón que ora. Los Padres de la vida espiritual a veces comparan el corazón a un altar’. Dice el Catecismo: altare Dei est cor nostrum".
El Santo Padre dijo que en el significado de la liturgia "servicio en favor del pueblo" se hace referencia a "un pueblo que no existe por sí mismo, sino que se ha formado gracias al Misterio Pascual de Jesucristo. De hecho, el Pueblo de Dios no existe por lazos de sangre, de territorio o de nación, sino que nace por obra del Hijo de Dios y de la comunión con el Padre que Él nos obtiene".
El Papa recordó la aprobación en el Concilio Vaticano II, el 4 de diciembre de 1963, del documento Sacrosanctum Concilium, sobre la liturgia, con lo que se puso de manifiesto "muy claramente la primacía de Dios y su prioridad absoluta. En primer lugar, Dios: esto es lo que nos dice precisamente la opción conciliar de empezar por la liturgia".
"Donde la mirada hacia Dios no es determinante, todo lo demás pierde su orientación. El criterio fundamental para la liturgia es su orientación hacia Dios, para que podamos participar de su obra", dijo luego.
"Pero podemos preguntarnos: ¿qué es esta obra de Dios a la que estamos llamados a participar? La respuesta que nos da la Constitución conciliar sobre la sagrada liturgia es aparentemente doble. En el número 5 nos dice, en efecto, que la obra de Dios son sus acciones históricas que nos traen la salvación, que culminan en la muerte y resurrección de Jesucristo; pero en el número 7, la misma Constitución define la celebración de la liturgia como ‘obra de Cristo’".
En realidad, explica el Santo Padre, "los dos significados están inseparablemente unidos. Si nos preguntamos quién salva al mundo y al hombre, la única respuesta es: Jesús de Nazaret, Señor y Cristo, crucificado y resucitado".
"¿Y dónde está presente hoy para nosotros, para mí, el Misterio de la Muerte y Resurrección de Cristo, que trae la salvación? La respuesta es: en la acción de Cristo, a través de la Iglesia, en la liturgia, sobre todo en el Sacramento de la Eucaristía, que hace presente la ofrenda sacrificial del Hijo de Dios, quien nos ha redimido; en el Sacramento de la Reconciliación, en donde se pasa de la muerte del pecado a la vida nueva; y en los otros actos sacramentales que nos santifican".
Por lo tanto, precisa el Papa, "el Misterio Pascual de la Muerte y Resurrección de Cristo es el centro de la teología litúrgica del Concilio".
"Demos un paso más y preguntémonos: ¿cómo podemos hacer posible ésta actualización del Misterio Pascual de Cristo? El beato Papa Juan Pablo II, 25 años después de la Constitución Sacrosanctum Concilium, escribió: ‘para actualizar su Misterio Pascual, Cristo está siempre presente en su Iglesia, principalmente en los actos litúrgicos. La Liturgia es, en consecuencia, el lugar privilegiado del encuentro de los cristianos con Dios y con Aquel a quien Él envió, Jesucristo’".
Como recuerda la Sacrosanctum Concilium, "para garantizar la plena eficacia de la celebración ‘es necesario que los fieles se acerquen a la liturgia con una disposición de ánimo correcto, pongan su propia alma en consonancia con su propia voz y cooperen con la gracia divina para no recibirla en vano’".
"Queridos amigos –prosiguió el Papa– celebramos y vivimos bien la liturgia sólo si permanecemos en actitud de oración, uniéndonos al misterio de Cristo y a su coloquio del Hijo con el Padre. Dios mismo nos enseña a orar, afirma San Pablo. Él mismo nos ha dado las palabras adecuadas para dirigirnos a Él, palabras que encontramos en el Salterio, en las grandes oraciones de la sagrada liturgia y en la Celebración eucarística".
Para concluir pidió rogar "al Señor para ser cada vez más conscientes del hecho de que la liturgia es acción de Dios y del hombre; la oración que viene del Espíritu Santo y de nosotros, dirigida por completo al Padre, en unión con el Hijo de Dios hecho hombre".