El diario italiano Avvenire reveló este fin de semana que el dictador nazi Adolf Hitler proyectó y ordenó secuestrar al Papa Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial porque era "antinazi y amigo de los hebreos".
Según Avvenire, el proyecto de Hitler fracasó porque el oficial alemán a quien ordenó ejecutar el secuestro no le obedeció. Los detalles de este plan se obtuvieron en unos documentos que recogen el testimonio del general de la rama militar de las SS, Karl Friedrich Otto Wolff.
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El testimonio del general nazi aparece en una declaración escrita recogida en 1972 en Munich y confluyó en los documentos del proceso de beatificación del Papa Pacelli.
Según la reconstrucción de Salvatore Mazza en el Avvenire, Wolff afirmó haber recibido "de Hitler en persona la orden de secuestrar al Papa Pío XII".
El plan del secuestro fue meditado por el Führer "durante años", estudiado en sus detalles particulares y solicitado insistentemente desde 1944, llegando a dar una suerte de ultimátum a Wolff para que lo pusiese en práctica.
En mayo de ese año, el general alemán se reunió en audiencia con Pío XII y le confió las intenciones de Hitler. Wolf le pidió estar en guardia porque, aunque él no iba a cumplir la orden, "la situación era confusa y estaba llena de peligros".
Como prueba de su buena fe, el Papa pidió al general nazi la liberación de dos líderes de la resistencia condenados a muerte. El general aceptó el pedido el 3 de junio.
Según el periódico, las SS se habrían encargado de secuestrar al Papa, mientras el Kunsberg-Kommando, la organización nazi especializada en la catalogación de los documentos, se habría empadronado de los archivos vaticanos.
En virtud del plan elaborado por Hitler, el Pontífice debía ser conducido al castillo de Liechtenstein, en Wuerttemberg.
Según Avvenire, desde 1941 se temía en el Vaticano eventuales intervenciones nazis contra el Pontífice. En aquel año algunos importantes documentos sobre las relaciones con el Tercer Reich fueron microfilmados y enviados al delegado apostólico en Washington, Amleto Cicoganani.
Además, Pío XII había mandado esconder sus cartas personales, mientras otros documentos de la secretaría de Estado fueron puestos al seguro en escondites de los archivos secretos porque "se temía lo peor”, según relató el cardenal Egidio Vagnozzi.
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