Chiara Corbella es una joven madre romana que conmovió con su historia al Papa Benedicto XVI. Enferma de cáncer prefirió no someterse al tratamiento para no afectar a su tercer hijo Francesco, cuyos dos hermanos murieron tiempo atrás: María, que sufría de anencefalia y vivió solo 30 minutos; y David, que nació sin piernas y con problemas en los órganos internos lo que le causó la muerte unas horas después del parto.
Chiara, de 28 años de edad, llegó a saludar al Santo Padre al final de la audiencia general de ayer miércoles, acompañada de su esposo Enrico de 33. En el caso de los dos primeros hijos ya fallecidos, rechazaron la posibilidad de abortarlos luego de saber, por los análisis prenatales realizados, de sus graves enfermedades.
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Según señala el diario vaticano L’Osservatore Romano (LOR), los esposos llegaron a ver a Benedicto XVI "sonriendo, con serenidad, contando su historia de joven familia cristiana que se confía completamente a la providencia y ha tomado en serio el Evangelio como lo han visto vivir a Juan Pablo II".
"El Papa, visiblemente conmovido, los ha acariciado tiernamente", señala LOR.
Esta pareja de esposos afirma ser parte de la llamada "Generación Wojtyla", habiendo transcurrido sus primeros años de la fe en una parroquia bajo la espiritualidad franciscana.
Chiara Corbella fue diagnosticada de un carcinoma mientras estaba embarazada del pequeño Francesco. Por ello rehusó seguir el tratamiento para no afectar a su pequeño, e iniciarlo una vez que diera a luz. "Fue demasiado tarde, (el cáncer) explotó con una violencia tal que ahora ya no hay espacio para la esperanza", escribe LOR.
El proyecto de la familia lo expone Chiara dirigiéndose a Enrico: "cuando ya no esté aquí me ocuparé de María y David, tú que te quedas, cuida bien de Francesco".
Ambos afirman tener como maestro de vida en el sufrimiento a Juan Pablo II. "Es el Papa de su niñez y adolescencia (…) Bajo su escuela, explican, se confían cotidianamente a la consagración a María, con la espiritualidad del Totus tuus y rezan el Rosario todos los jueves con otras familias amigas", concluye el diario vaticano.