En su discurso previo al rezo del Regina Caeli, y con motivo de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, el Papa Benedicto XVI animó a no temer dar respuesta a la llamada de Dios porque es en la Iglesia donde se descubre que la vida de cada hombre es una historia de amor.
Ante los miles de peregrinos que abarrotaron la Plaza de San Pedro, Benedicto XVI recordó que los jóvenes que se consagran al sacerdocio “no son diferentes de los demás jóvenes, sino que han sido tocados profundamente por la belleza del amor de Dios, y no han podido evitar de responder con toda su vida”.
“¿Cómo han encontrado el amor de Dios? Lo han encontrado en Jesucristo, en su Evangelio, en la Eucaristía y en la comunidad de la Iglesia. En la Iglesia se descubre que la vida de cada hombre es una historia de amor”.
El Papa señaló que así nos lo muestra claramente la Sagrada Escritura "y nos lo confirma el testimonio de los Santos. Es ejemplar la expresión de San Agustín, que en sus Confesiones se dirige a Dios diciendo: ‘¡Tarde te amé, oh belleza siempre antigua, siempre nueva! ¡Tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera. Tú estabas conmigo pero yo no lo estaba. Me llamaste y clamaste y rompiste mi sordera”.
El Santo Padre también pidió orar por la Iglesia y por todas las comunidades locales para que sean como un jardín regado en el que “puedan germinar y madurar todas las semillas de vocación que Dios esparce en abundancia”.
“Oremos para que por este jardín se cultive en abundancia, en la alegría de sentirse todos llamados a la diversidad de los dones”.
Benedicto XVI también pidió que las familia, de forma especial, “sean el primer ambiente en el que se ‘respira’ el amor de Dios, que da también fuerza interior entre las dificultades y las pruebas de la vida. Quien vive en familia la experiencia del amor de Dios, recibe un don incalculable que dará fruto a su tiempo”.
“En efecto, el Señor llama siempre, pero tantas veces nosotros no lo escuchamos. Somos distraídos por muchas cosas, por otras voces más superficiales, y tenemos miedo de escuchar la voz del Señor, porque pensamos que pueda quitarnos nuestra libertad”.
El Santo Padre subrayó que “cada uno de nosotros es fruto del amor. Ciertamente, del amor de los padres, pero, más profundamente, del amor de Dios".
Al recordar a los nueve presbíteros ordenados en la Basílica de San Pedro, horas antes, el Papa pidió a los fieles estrecharse espiritualmente "a estos sacerdotes jóvenes, y oremos para que acojan plenamente la gracia del Sacramento que los ha conformado a Jesús, Sacerdote y Pastor.
"Oremos para que todos los jóvenes estén atentos a la voz de Dios que interiormente habla a su corazón y los llama a desapegarse de todo para servirlo a Él. ¡Demos gracias a Dios por este don, signo de su amor fiel y providente para la Iglesia!”.
Al finalizar el rezo mariano, el Papa dedicó un saludo especial a los peregrinos de lengua española, y animó a pedir a Cristo, el Buen Pastor, que da la vida por las ovejas, que “conceda a su Iglesia abundantes vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras, que ayuden a sus hermanos a acoger su mensaje de salvación”.
Entre los miles de fieles también se encontraban los participantes del encuentro europeo de estudiantes universitarios organizado por la Diócesis de Roma con ocasión del primer aniversario de la Beatificación del Papa Juan Pablo II, a quienes Benedicto XVI prometió unirse en oración para la Vigilia que tendrá lugar en Tor Vergata, ante la gran Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud del año 2000.