"Lo primero era mantener la presencia del sacerdote en todos los rincones, aunque la gente no fuera a las capillas por miedo", afirmó el P. Jorge Palma, capellán del Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, al referirse a los años más duros que vivió la Iglesia en Cuba bajo el régimen de Fidel Castro.
Con motivo de la visita del Papa Benedicto XVI a Cuba, ACI Prensa pudo dialogar con el sacerdote que recordó los primeros años del comunismo en la isla y cómo afectó la vida religiosa de los cubanos.
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Originario de Santiago de Cuba y ordenado presbítero en 1972, el P. Palma afirmó que para mantener la fe fue necesario que los sacerdotes se mantuvieran en todos los rincones de Cuba "aunque no fuera nadie a las capillas, o a los restos de capillas que quedaban a veces porque estaban destruidas".
"Entonces era una presencia muy simbólica, porque las personas que se atrevían a ir a los pueblecitos pequeños se podían contar con los dedos de las manos, nada más. Esto era indispensable: la presencia del sacerdote, vaya la gente o no vaya", señaló.
Dijo que la persecución comunista también afectó la asistencia de los fieles al santuario mariano, que "permaneció durante años casi vacío porque había mucho temor de parte de los cubanos de perder el trabajo si se les relacionaba con la Iglesia".
Sin embargo, el P. Palma recordó que la Iglesia empieza a salir a las calles en 1986. Afirmó que un hecho importante fue el Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC), que se realizó ese año del 17 al 23 de febrero y que marcó el reinicio de los trabajos de misión.
En ese sentido, luego que la Navidad fuera restaurada como día festivo en 1997 y las procesiones fueran permitidas desde 1998 –año en que Juan Pablo II visitó Cuba-, la situación en el aspecto religioso ha ido cambiando en la isla.
El P. Palma indicó que el núcleo familiar y la devoción a la Virgen de la Caridad también fueron fundamentales para mantener la fe católica en Cuba. "Lo que crea comunistas, al igual que lo que crea católicos, es la familia", afirmó.
El sacerdote dijo que los cubanos que emigraron desde 1959 "y que fueron muchos, aceptaron prudentemente la idea de crear una capilla de la Virgen de la Caridad en Miami (Estados Unidos). Eso mantuvo la comunicación básica de los cubanos con sus familias en Cuba. Tenían un punto común de referencia a ambos lados del mar y en todos los países donde estuvieran, pues aunque no pudieran venir al santuario, mantuvieron la devoción a la Virgen".
"Después de la etapa de los balseros (cubanos que huyeron de la isla hacia Estados Unidos), empezó a venir la gente inconteniblemente. Y ahora recién, después que la Virgen ha peregrinado, se rompió absolutamente todas las barreras del temor y de venir aquí al santuario. Incluso hasta ateos y miembros del Ejército vienen por curiosidad (…). Gradualmente desde 1994 ha ido desapareciendo el temor para venir al santuario", indicó.
En ese sentido, dijo a ACI Prensa que como capellán del santuario mariano ve en la devoción a la Virgen de la Caridad una oportunidad para seguir evangelizando Cuba.
"Para nosotros, los sacerdotes, la visita de los peregrinos es un reto para de alguna forma llevarlos al conocimiento de ese Niño que está en los brazos de la Virgen y el misterio de la Cruz (…). Este es un reto que tiene cualquier sacerdote en Cuba, y de manera especial el reto que tiene el Cardenal o el párroco del Cobre", finalizó.