El Papa Benedicto XVI resaltó que el tiempo de Cuaresma es propicio para renovar y fortalecer “nuestra relación con Dios, a través de la oración cotidiana, los gestos de penitencia y las obras de caridad fraterna”.
En su alocución previa al rezo del Ángelus, en la Plaza San Pedro frente a miles de fieles ahí reunidos, el Santo Padre hizo una exhortación a tener “la paciencia y la humildad de seguir cada día al Señor, aprendiendo a construir nuestra vida no fuera de Él o como si no existiera, sino en Él y con Él, porque es la fuente de la verdadera vida”.
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Benedicto XVI hizo referencia al relato bíblico posterior al bautismo de Jesús en el Jordán, cuando se interna en el desierto durante cuarenta días.
“¿Qué puede enseñarnos este episodio? Como leemos en el Libro de la Imitación de Cristo, ‘el hombre jamás está totalmente exento de la tentación mientras vive, pero con la paciencia y con la verdadera humildad llegaremos a ser fuertes contra todo enemigo’”.
El Papa señaló que a continuación, “Jesús proclama que ‘el tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca’, anuncia que en Él sucede algo nuevo, Dios se dirige al hombre de modo inesperado, con una cercanía única, concreta, llena de amor”.
“Dios se encarna y entra en el mundo del hombre para tomar sobre sí el pecado, para vencer el mal y reconducir al hombre al mundo de Dios”, señaló.
Para el Santo Padre, “este anuncio está acompañado por la petición de corresponder a un don tan grande. En efecto, Jesús añade ‘Convertíos y creed en el Evangelio”; es la invitación a tener fe en Dios y a convertir cada día nuestra vida a su voluntad, orientando al bien todos nuestros pensamientos y acciones”.
Benedicto XVI también encomendó el camino cuaresmal a María Santísima, para contar con su protección "y nos ayude a imprimir en nuestro corazón y en nuestra vida las palabras de Jesucristo, para convertirnos a Él”.