Al recibir esta mañana a los 22 nuevos cardenales que creó el sábado, el Papa Benedicto XVI señaló que la unidad de la Iglesia Católica es un don de Dios que debe defenderse y que se debe acrecentar.
En la audiencia en la que recibió a los cardenales, acompañados de sus familiares, amigos y fieles llegados desde distintas partes del mundo, el Santo Padre pronunció un discurso en distintos idiomas. En italiano alentó a los nuevos purpurados a ser "fervorosos y valientes testimonios de Cristo".
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En francés el Santo Padre dijo que la sociedad actual "atraviesa momentos de incertidumbre y duda (y por eso) necesita la luz de Cristo". Asimismo invitó a todos los cristianos "a dar testimonio de ella con fe y coraje", manifestando al mismo tiempo el deseo de que el tiempo de Cuaresma, que se inicia el miércoles 22 de febrero, Miércoles de Ceniza, "favorezca el rencuentro con Dios".
En castellano, el Papa se dirigió al nuevo Cardenal español, Santos Abril y Castelló, Arcipreste de la Basílica Santa María la Mayor, e invitó a "todos a acompañar con sus plegarias y cercanía espiritual a los nuevos miembros del Colegio de cardenales para que, llenos de amor a Dios y estrechamente unidos al Sucesor de Pedro, continúen la misión espiritual y apostólica con plena fidelidad al Evangelio".
En la parte final de su discurso, nuevamente en italiano, Benedicto XVI resaltó que la creación de los nuevos cardenales "es un motivo para reflexionar sobre la misión universal de la Iglesia en la historia de la humanidad: en las vicisitudes humanas, a menudo tan agitadas, la Iglesia está siempre viva y presente, llevando a Cristo que es luz y esperanza para la humanidad entera".
"Permanecer unidos a la Iglesia y al mensaje de salvación que difunde significa anclarse a la Verdad, reforzar el sentido de los valores verdaderos, permanecer serenos ante cualquier acontecimiento".
Para concluir el Papa alentó a "permanecer siempre unidos a vuestros pastores, como también a los nuevos cardenales, para estar en comunión con la Iglesia".
"La unidad en la Iglesia es un don divino que hay que defender y acrecentar. Confío a los cardenales y a los fieles que los acompañan a la protección de la Madre de Dios y de los apóstoles Pedro y Pablo".