El Arzobispo de La Plata (Argentina), Mons. Héctor Aguer, advirtió que cuando la libertad y la verdad no reconocen el bien y el mal ni la dignidad de la persona, el hombre es presa de aberraciones destructivas.
Así lo indicó el Prelado en su primera reflexión del año en el programa televisivo "Claves para un Mundo Mejor", al comentar el mensaje del Papa Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz que se celebró el 1 de enero y que tenía como título "Educar a los Jóvenes en la Justicia y la Paz".
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El Arzobispo señaló que la educación en la justicia y la paz supone educar a las nuevas generaciones en la verdad y en la libertad; considerando la centralidad del ser humano y teniendo en cuenta las preguntas esenciales sobre quién es el hombre.
Mons. Aguer dijo que "la verdad sobre el hombre, si es integral, ilumina el auténtico sentido de la libertad. La libertad no consiste en hacer lo que a cada uno se le antoje, sino en obrar en búsqueda de los grandes bienes propios del hombre y de acuerdo a la dignidad correspondiente".
"La verdad sobre el hombre implica conocer la persona, la naturaleza de la persona y de sus actos, saber qué es el bien y qué es el mal. Sin eso la libertad queda vacía de contenido y se presta para las peores aberraciones que, en el fondo, son destructivas del hombre mismo".
Con estas afirmaciones, dijo Mons. Aguer, se puede entender la educación en la justicia, porque esto es algo "que esté originalmente determinado por el derecho positivo, por las leyes, sino por el ser profundo del hombre, por la esencia de lo humano".
El Prelado afirmó que "el Cristianismo aquí hace un aporte que es fundamental: propone un dinamismo de la justicia que tiene que ser, de algún modo, superada en relaciones de gratuidad, de misericordia, de compasión. Es decir, la justicia está coronada por la caridad y la caridad es la manifestación, la participación nuestra, del amor de Dios. Todo se funda, en definitiva, en el amor de Dios".
En la parte final de su reflexión, el Arzobispo habló sobre las palabras que el Papa dirige en la parte final de su mensaje a los jóvenes y destacó que "la juventud posee una gran cuota de entusiasmo, y esto es como un bagaje de esperanza lanzado hacia el futuro. Es fundamental que vayan comprendiendo las realidades fundamentales referidas a la naturaleza y destino del hombre".
Al concluir el Prelado subrayó la importancia de pasar tiempo juntos en familia, en medio de un mundo en el que "todos estamos apurados y en el que muchas veces los chicos no ven a sus padres durante días".