El Papa Benedicto XVI visitó esta mañana a los presos de la cárcel de Rebibbia en Roma, a quienes llevó consuelo y esperanza. A ellos los alentó a rezarle al Niño Jesús ahora en Navidad para pedirle la gracia de "ser todos liberados de la prisión del pecado, la soberbia y el orgullo".
En la iglesia llamada Padre Nuestro dentro del complejo carcelario, el Santo Padre dirigió un discurso a los presos y a las fuerzas del orden presentes, a quienes aseguró que "estoy cerca de cada uno de vosotros, de vuestras familias, de vuestros niños, de vuestros jóvenes, de vuestros ancianos, y os llevo en el corazón ante el Dios".
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Durante el encuentro el Papa escuchó a algunos presos y contestó a sus preguntas. A ellos les dijo que "querría en efecto poder ponerme a escuchar la historia personal de cada uno de vosotros, pero no me es posible; sin embargo he venido a deciros sencillamente que Dios os ama con un amor infinito".
Benedicto XVI les dijo luego que "El mismo Hijo de Dios, el Señor Jesús, tuvo la experiencia de la cárcel, estuvo expuesto a un juicio antes un tribunal y sufrió la pena de muerte más feroz", y "allá donde haya un hambriento, un extranjero, un enfermo, un encarcelado, allí está Cristo mismo que espera nuestra visita y en nuestra ayuda".
"Ésta es la razón principal por la que estoy soy feliz de estar aquí, para orar, dialogar y escucharos", agregó.
El Santo Padre señaló luego que la salvación no es algo que se que imponga, "sino que se alcanza a través de los actos de amor, de misericordia y de perdón que nosotros podamos realizar".
"El Niño de Belén será feliz cuando todos los hombres vuelvan a Dios con el corazón renovado. Pidámosle en el silencio y en la oración ser todos liberados de la prisión del pecado, de la soberbia y del orgullo: Cada uno en efecto, necesita salir de esta cárcel interior para ser realmente libres del mal, de las angustias y de la muerte", alentó
"¡Solo el Niño acostado en el pesebre puede donar a todos esta completa liberación!", exclamó.
El Papa resaltó también que la justicia humana, y la justicia divina siguen senderos distintos, y es necesario que el hombre busque la luz de la justicia del Señor "para evitar –como por desgracia ocurre con frecuencia–, que el detenido se convierta en excluido".
"Dios, en efecto, es quien proclama la justicia con fuerza, pero al mismo tiempo, cura todas las heridas con bálsamo de la misericordia", recordó.
Asimismo, el Santo Padre indicó que para Dios, "justicia y caridad coinciden", porque "no hay una acción justa que no sea también acto de misericordia y de perdón, y, al mismo tiempo, no hay una acción misericordiosa que no sea perfectamente justa".
Así pues, "el cumplimiento de la ley es el amor", y "nuestra justicia será cada vez más prefecta cuando más sea alentada por el amor hacia Dios y hacia los hermanos", explicó.
El Papa afirmó que los sistemas de detención deben girar en torno a dos puntos principales: proteger a la sociedad de amenazas y reintegrar al que ha errado sin pisotear su dignidad ni expulsarlo de la sociedad ya que "la vida humana pertenece a Dios, quien nos la ha donado, y no ha sido abandonada a la merced de nadie, ¡y aún menos a nuestro libre albedrío!".
"Estamos llamados a custodiar la perla preciosa de nuestra vida y la de los demás", concluyó.
El encuentro culminó con la "Oración detrás de las rejas" compuesta por uno de los detenidos, el rezo del Padre Nuestro y la Bendición Apostólica del Santo Padre, quien a su salida, bendijo un ciprés plantado en recuerdo por su visita.
A su llegada el Papa Benedicto XVI fue recibido por la Ministra de Justicia italiana, Paola Severino; el Jefe de la Administración de la Penitenciaría, Franco Lonta; y por los Capellanes de la cárcel, P. Pier Sandro Spriano y P. Roberto Guarnieri.