El sargento Luis Alberto Erazo Maya, el único sobreviviente de la reciente masacre perpetrada contra cuatro secuestrados (por más de diez años) por parte de las FARC, contó que rezaba por los guerrilleros durante su cautiverio.
Según informa el diario colombiano El Tiempo, el sargento estuvo secuestrado durante 11 años, 11 meses y 17 días. El fin de semana pudo volver a ver a sus dos hijas en su natal Nariño y enterarse que ahora es abuelo del pequeño Jefferson. Su madre le contó que el loro y los gansos que dejó en casa siguen vivos y lo esperan.
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"Dios existe", repitió Erazo una y otra vez, y dijo luego que su única esperanza estuvo siempre en la oración. Entre los objetos que trajo de la selva en una mochila que él mismo tejió había un Misal romano.
A los que lo visitaron en el hospital en donde lo evaluaron, entre ellos el presidente Juan Manuel Santos, les dijo "oraba hasta por los guerrilleros".
La masacre
Erazo fue alcanzado por algunas balas de los guerrilleros de las FARC mientras se fugaba, informa La W radio. También relató que los disparos comenzaron a las 09:15 a.m., cuando se percataron de su huida.
"Escuché muchos disparos como a 15 metros y luego siento impactos en la cara y el cuello. Entonces supe que la cosa era conmigo. Miré para atrás y me di cuenta que el guardia se fue hacia otro lado y me dio el campo de fugarme. Entonces arranco a correr hacia la selva y veo al que me perseguía corriendo detrás mío hasta que lo pude perder", contó.
Según el sargento, "los guerrilleros nos decían que en caso de combate corriéramos al lado de ellos porque nos iban a entregar sanos y salvos. A mí se me olvidó eso y corrí hacia la selva. Mis compañeros, en cambio, avanzaron hacia ellos y ahí fue cuando los asesinaron a mansalva y sobre seguro".
A pesar de las heridas, Erazo aprovechó que no estaba encadenado y corrió con todas sus fuerzas, siempre alejándose del sitio en el que había pasado las últimas 12 horas (el grupo venía desplazándose desde el norte de Caquetá hacia Putumayo).
Así, logra salir del área del campamento y decidió esconderse en un tronco y no moverse más. Estuvo escondido por casi ocho horas, hasta que se convenció de que las voces que oía eran de soldados.
"En un claro muy grande en la selva vi unos uniformados que trabajaban con motosierra . Cuando veo a uno con casco y con visores nocturnos, supe que eran soldados y voy para allá. Me abrazaron y no me soltaron, me dieron la bienvenida", relató emocionado.
El estado de salud
El cuerpo médico que lo evaluó está sorprendido "de las capacidades físicas y emocionales (del sargento) para soportar este tipo de cautiverio".
"Cuando llegó al hospital tuvo varias intervenciones. Fue valorado por el equipo de salud mental descartando alguna patológica psicótica, fue valorado por salud oral, que le encontró pérdida de algunas piezas dentales, por lo que será sometido a rehabilitación oral", dijo la coronel Adriana Camero, directora Hospital Central de la Policía.
"Está en muy buenas condiciones generales, con un estado de ánimo satisfactorio, con muchas ganas de vivir", añadió.