Diversos representantes del gobierno de Estados Unidos señalaron que la resolución pro gay de la ONU, dada a conocer el viernes 17 de junio, constituye una "victoria" para la política internacional de la administración del Presidente Barack Obama.
Pese a las informaciones de los medios seculares que calificaron de "histórica" y "sin precedentes" la resolución, el texto en realidad solo pide la realización de un estudio sobre "las leyes discriminatorias y las prácticas de violencia en contra de individuos a causa de la orientación sexual y la identidad de género".
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El estudio, señala la resolución, determinará cómo "las leyes sobre derechos humanos internacionales pueden usarse para poner fin a esta violencia". Un panel debatirá los resultados una vez que se concluya el análisis.
"Este es realmente un ejemplo paradigmático sobre cómo se debe usar el sistema de la ONU para avanzar en una de las prioridades del Presidente Obama", dijo Suzanne Nossel, subsecretaria de estado para asuntos internacionales al conocer la resolución.
En conferencia de prensa el viernes 17, el subsecretario para la democracia, derechos humanos y trabajo, Dan Baer, también resaltó el papel de la Secretaria de Estado, Hillay Clinton, en la decisión tomada por la ONU en la sede de Ginebra (Suiza).
"Ambos, el Presidente y la Secretaria de Estado han hecho de los derechos humanos de la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) una prioridad", dijo.
Para Nossel esta resolución inicia un proceso "irreversible" hacia una declaración oficial internacional, como la de los derechos humanos.
Las diversas propuestas en la ONU para colocar la "orientación sexual" y la "identidad de género" al mismo nivel que la raza, la religión o el sexo, han encontrado oposición en los países musulmanes, en Rusia y Moldavia, así como en el Vaticano. En total 23 países votaron a favor de la resolución y 19 en contra.
Si bien la misión permanente de la Santa Sede en Ginebra no ha emitido aún un pronunciamiento oficial, el Vaticano ha llamado constantemente a una aproximación de respeto hacia los derechos humanos de todas las personas, sin una falsa equiparación entre la conducta heterosexual y homosexual.
Por ejemplo, en 2008 la Santa Sede precisó que siempre se ha opuesto, se opone y se opondrá "a la discriminación injusta hacia las personas homosexuales", al tiempo que objetó las categorías de "orientación sexual" e "identidad de género" promovidas por la ideología de género para imponer una perspectiva de la sexualidad opuesta a la naturaleza humana.
Estas dos categorías pueden "crear inexactitudes en la ley" en cuanto a importantes temas como el matrimonio, la adopción y los derechos de las organizaciones religiosas.
En marzo de 2011, el Observador permanente de la Sante Sede ante el Consejo de Derechos Humanos, Arzobispo Silvano Tomasi, explicó que el concepto de "orientación sexual" es manipulado por algunos para atacar a quienes no comparten la ideología de género.
Un estado, afirmó, "no debe nunca castigar a una persona por ejercer un derecho humano, basándose en los sentimientos y pensamientos, incluidos los sexuales. Pero los estados sí deben y tienen que regular conductas, incluidas algunas conductas sexuales. En todo el mundo, existen un consenso de ciertas conductas sexuales que tienen que ser prohibidas por la ley como la pedofilia y el incesto".
La ideología de género, explicó el diario vaticano L’Osservatore Romano en su edición de hoy, nació en Estados Unidos hace unos 30 años, se desarrolló luego en Europa siguiendo "líneas particulares del feminismo primero y luego del pensamiento homosexual".
Esta ideología, según LOR, "pretende afirmar que en el mundo moderno la diferencia entre hombre y mujer es un hecho social (una ‘construcción’) antes que algo biológico. De esa forma la orientación sexual –y con ello la identidad de género y el papel del género– contaría más que el sexo biológico".
La enseñanza católica respecto de la homosexualidad está resumida en tres artículos del Catecismo de la Iglesia Católica; 2357, 2358 y 2359. En estos artículos la Iglesia enseña que los homosexuales "deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta".
La homosexualidad, como tendencia es "objetivamente desordenada", que "constituye para la mayoría de ellos (los homosexuales) una auténtica prueba".
Apoyado en la Sagrada Escritura "la Tradición ha declarado siempre que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados", "no proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual" y por tanto "no pueden recibir aprobación en ningún caso".
"Las personas homosexuales están llamadas a la castidad" y "mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana".