En un telegrama enviado al Presidente de la Conferencia Episcopal del Japón, Mons. Leo Jun Ikenaga, el Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Tarcisio Bertone, expresó la "profunda tristeza" del Papa Benedicto XVI por las víctimas del sismo más grave que golpeó la Isla desde finales del siglo XIX.
"Profundamente entristecido por los repentinos y trágicos efectos del gran terremoto y los consecuentes tsunamis que han golpeado las regiones costeras nororientales, Su Santidad Benedicto XVI asegura a todos los afectados su cercanía en este momento difícil," dice el telegrama.
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El Papa "reza por aquellos que han muerto, y sobre sus familias y amigos de luto invoca las bendiciones divinas de fortaleza y consuelo"; y expresa además "su solidaridad orante con todos aquellos que están proporcionando rescate, ayuda y consuelo a las víctimas de este desastre".
El sábado 12 de marzo, poco más de 24 horas después del desastre, la policía de Japón fijo el número de muertos en 564 y situó en unos 600 los desaparecidos por el terremoto de 8,8 grados en la escala de Richter que fue seguido de un devastador tsunami.
La Agencia de noticias japonesa Kyodo, sin embargo, estima que la cifra final de víctimas superará los 1 600 en las nueve provincias afectadas.
Más de 15 000 soldados están ayudando en las tareas de rescate y evacuación de unas 300 000 personas, entre ellas 46 000 cercanas a una planta nuclear al norte de Tokio cuyo recalentamiento consecuencia de la caída de red eléctrica se ha convertido en un peligro adicional inminente.