Ayer por la tarde en la Basílica de San Pedro, al presidir la Vigilia por la Vida Naciente que convocó para toda la Iglesia, el Papa Benedicto XVI exhortó a proteger la vida de todo ser humano siempre, desde su concepción hasta la muerte natural, ante todo tipo de amenaza como el aborto. Toda persona humana, desde que es embrión, debe ser amada y respetada, señaló
Según informa Radio Vaticana, el Papa agradeció a todos cuantos se han unido para celebrar esta Vigilia por la Vida Naciente en todo el mundo en las Vísperas del primer domingo de Adviento que se inicia hoy, así como a quienes trabajan específicamente por acoger la vida humana en distintas situaciones de fragilidad.
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El hombre, dijo, "tiene derecho a no ser tratado como un objeto que se posee o como una cosa que se puede manipular a placer, a no ser reducido a un puro instrumento en beneficio de otros y de sus intereses. La persona es un bien en sí misma y siempre es necesario buscar su desarrollo integral. El amor hacia todos, y más si es sincero, tiende espontáneamente a convertirse en una atención preferencial por los más débiles y los más pobres".
"Sobre esta línea se coloca la preocupación de la Iglesia por la vida naciente, la más frágil, la más amenazada por el egoísmo de los adultos y por el oscurecimiento de las conciencias. La Iglesia continuamente reafirma cuanto ha declarado el Concilio Vaticano II contra el aborto y toda forma de violación de la vida naciente: ‘La vida, una vez concebida, debe ser protegida con la máxima atención’".
Benedicto XVI también recordó que actualmente existen tendencias culturales que "buscan anestesiar las conciencias con pretextos. Sobre el embrión en el vientre materno, la ciencia misma pone en evidencia la autonomía que lo hace capaz de interactuar con la madre, la coordinación de los procesos biológicos, la continuidad del desarrollo, la creciente complejidad del organismo. No se trata de un cúmulo de material biológico, sino de un nuevo ser vivo, dinámico y maravillosamente ordenado, un nuevo individuo de la especie humana. Así lo ha sido Jesús en el vientre de María; así lo ha sido cada uno de nosotros en el vientre de la madre".
Lamentablemente, prosiguió el Papa, "incluso después del nacimiento, la vida de los niños continúa siendo expuesta al abandono, al hambre, a la miseria, a la enfermedad, a los abusos, a la violencia, a la explotación. Las múltiples violaciones de sus derechos que se cometen en el mundo hieren dolorosamente la conciencia de cada hombre de buena voluntad".
Adviento y vida humana
El Papa Benedicto XVI resaltó también que "el inicio del Año Litúrgico nos hace vivir nuevamente la espera de Dios que se hace carne en el vientre de la Virgen María, de Dios que se hace pequeño, se hace niño; nos habla de la venida de un Dios cercano, que ha querido recorrer la vida del hombre, desde el inicio, y esto para salvarla totalmente, en plenitud".
Y así, explicó el Santo Padre, "el misterio de la Encarnación del Señor y el comienzo de la vida humana están íntima y armoniosamente ligados dentro del único designio salvífico de Dios, Señor de la vida de todos y cada uno. La Encarnación nos revela con intensa luz y de manera sorprendente, que cada vida humana tiene una dignidad altísima, incomparable".
Benedicto XVI resaltó además que "el hombre presenta una originalidad inconfundible respecto a todos los demás seres vivientes que pueblan la tierra, que se presenta como sujeto único y singular, dotado de inteligencia y voluntad libre, además de estar compuesto de una realidad material, que vive simultánea e inseparablemente en la dimensión espiritual y en la dimensión corpórea".
Seguidamente el Santo Padre recordó que con esta realidad de "espíritu, alma y cuerpo, somos parte de este mundo, ligados a las posibilidades y a los límites de la condición material; al mismo tiempo estamos abiertos a un horizonte infinito, capaces de dialogar con Dios y de acogerlo en nosotros. Obramos en las realidades terrenas y a través de ellas podemos percibir la presencia de Dios y tender a Él, verdad, bondad y belleza absoluta. Saboreamos fragmentos de vida y de felicidad y anhelamos la plenitud total".
Tras recordar que Dios ama a todos profunda y totalmente, sin distinciones; y que llama a la amistad con Él; hace partícipes a todos de una realidad por encima de toda imaginación y de todo pensamiento y palabra, a saber: su misma vida divina; el Papa afirmó que "creer en Jesucristo comporta también el tener una mirada nueva sobre el hombre, una mirada de confianza y de esperanza".
"Frente al triste panorama de las injusticias cometidas contra la vida del hombre, antes y después del nacimiento, hago mío el apasionado llamamiento del Papa Juan Pablo II a la responsabilidad de todos y cada uno de nosotros: ‘¡Respeta, defiende, ama y sirve a la vida, a toda la vida humana! ¡Sólo siguiendo este camino encontrarás justicia, desarrollo, libertad verdadera, paz y felicidad!’".
Por ello, el Santo Padre alentó a los protagonistas de la política, de la economía y de la comunicación social a hacer cuanto esté en sus posibilidades, "para promover una cultura cada vez más respetuosa de la vida humana, para ofrecer condiciones favorables y redes de apoyo a la acogida y al desarrollo de la misma".
Benedicto XVI recordó que la Virgen María acogió en su seno al Hijo de Dios hecho hombre "con su fe, con su seno materno, con su atento cuidado, y con su acompañamiento solidario y vibrante de amor" y encomendó la oración y el compromiso en favor de la vida naciente.
El Santo Padre presidió esta oración por la Vida Naciente en el marco del congreso internacional del Pontificio Consejo para la Familia que concluyó ayer sobre el tema "Familia cristiana y nueva evangelización".