En la homilía de la Misa que presidió esta tarde (hora local) en la Plaza del Obradoiro en ocasión del Año Santo Compostelano, el Papa Benedicto XVI resaltó la urgencia de testimoniar el Evangelio, a Dios mismo, con la propia vida en medio de un mundo que le ha dado la espalda. También alentó a Europa a abrirse nuevamente al Señor para vivir iluminada por la verdad.
Ante miles de fieles presentes, el Santo Padre comentó la primera lectura sobre el coraje de los discípulos que daban testimonio de Cristo y resaltó que "nos toca hoy seguir el ejemplo de los apóstoles, conociendo al Señor cada día más y dando un testimonio claro y valiente de su Evangelio. No hay mayor tesoro que podamos ofrecer a nuestros contemporáneos", con lo cual se puede hacer realidad lo dicho por San Pablo: "este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que esa fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros".
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Benedicto XVI explicó luego que el servicio a los hermanos es una parte vital de quienes quieren seguir al Señor, una tarea que "no se mide por los criterios mundanos de lo inmediato, lo material y vistoso, sino porque hace presente el amor de Dios a todos los hombres y en todas sus dimensiones, y da testimonio de Él, incluso con los gestos más sencillos".
Tras señalar que este mensaje es para todos, el Papa expresó su deseo de hacerlo llegar a los jóvenes: "precisamente a vosotros, este contenido esencial del Evangelio os indica la vía para que, renunciando a un modo de pensar egoísta, de cortos alcances, como tantas veces os proponen, y asumiendo el de Jesús, podáis realizaros plenamente y ser semilla de esperanza".
Refiriéndose a quienes realizan el peregrinaje en el Camino de Santiago en este Año Santo Compostelano, el Papa comentó que esta experiencia abre a las personas "a lo más profundo y común que nos une a los humanos: seres en búsqueda, seres necesitados de verdad y de belleza, de una experiencia de gracia, de caridad y de paz, de perdón y de redención".
"Y en lo más recóndito de todos esos hombres resuena la presencia de Dios y la acción del Espíritu Santo. Sí, a todo hombre que hace silencio en su interior y pone distancia a las apetencias, deseos y quehaceres inmediatos, al hombre que ora, Dios le alumbra para que le encuentre y para que reconozca a Cristo. Quien peregrina a Santiago, en el fondo, lo hace para encontrarse sobre todo con Dios que, reflejado en la majestad de Cristo, lo acoge y bendice al llegar al Pórtico de la Gloria".
Europa tiene que abrirse a Dios
Al hablar sobre el aporte del Evangelio a Europa que los apóstoles Pedro y Santiago "rubricaron con su sangre", Benedicto XVI indicó que consiste en una realidad sencilla y definitiva: "que Dios existe y que es Él quien nos ha dado la vida. Solo Él es absoluto, amor fiel e indeclinable, meta infinita que se trasluce detrás de todos los bienes, verdades y bellezas admirables de este mundo; admirables pero insuficientes para el corazón del hombre".
El Papa cuestionó luego una serie de perspectivas que consideran a Dios como enemigo del hombre y su libertad, y resaltó que "Dios es el origen de nuestro ser y cimiento y cúspide de nuestra libertad; no su oponente. ¿Cómo el hombre mortal se va a fundar a sí mismo y cómo el hombre pecador se va a reconciliar a sí mismo? ¿Cómo es posible que se haya hecho silencio público sobre la realidad primera y esencial de la vida humana? ¿Cómo lo más determinante de ella puede ser recluido en la mera intimidad o remitido a la penumbra?"
Ante la negación de Dios en el Viejo continente, dijo el Papa, "es necesario que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa; que esa palabra santa no se pronuncie jamás en vano; que no se pervierta haciéndola servir a fines que le son impropios. Es menester que se profiera santamente" en la vida cotidiana.
"Europa ha de abrirse a Dios, salir a su encuentro sin miedo, trabajar con su gracia por aquella dignidad del hombre que habían descubierto las mejores tradiciones: además de la bíblica, fundamental en este orden, también las de época clásica, medieval y moderna, de las que nacieron las grandes creaciones filosóficas y literarias, culturales y sociales de Europa", exhortó.
El Papa Benedicto XVI hizo una reflexión sobre la Cruz, "supremo signo del amor llevado hasta el extremo, y por eso don y perdón al mismo tiempo, debe ser nuestra estrella orientadora en la noche del tiempo" y clamó: "¡Oh Cruz bendita, brilla siempre en tierras de Europa!"
"Dejadme que proclame desde aquí la gloria del hombre, que advierta de las amenazas a su dignidad por el expolio de sus valores y riquezas originarios, por la marginación o la muerte infligidas a los más débiles y pobres. No se puede dar culto a Dios sin velar por el hombre su hijo y no se sirve al hombre sin preguntarse por quién es su Padre y responderle a la pregunta por él".
La Europa de la ciencia y de las tecnologías, la Europa de la civilización y de la cultura, resaltó finalmente el Papa, "tiene que ser a la vez la Europa abierta a la trascendencia y a la fraternidad con otros continentes, al Dios vivo y verdadero desde el hombre vivo y verdadero. Esto es lo que la Iglesia desea aportar a Europa: velar por Dios y velar por el hombre, desde la comprensión que de ambos se nos ofrece en Jesucristo".
Para leer la homilía completa ingrese a: http://www.aciprensa.com/benedictoxvi/viajes/espana10/documento.php?doc_id=342