La Real Federación Española de Fútbol ofreció el trofeo de la Copa del Mundo conquistado en julio en Sudáfrica ante la Virgen de Guadalupe en la Basílica de la Villa en la capital mexicana, según informa la RFEF.
En un emotivo acto, el presidente de la RFEF, Ángel María Villar, ofreció el trofeo ante Mons. Diego Monroy cumpliendo con la promesa dada en su última visita México. Los dirigentes españoles estuvieron acompañados por el presidente de la Federación Mexicana de Fútbol, Jacinto Desio de María, y otros miembros de su equipo.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
En su homilía, Mons. Monroy Ponce destacó los valores humanos que el deporte genera en la sociedad universal y consideró que es un vehículo de creación de fuerzas espirituales. "No se trata sólo del triunfo sino de la espiritualidad que implica un esfuerzo de esta dimensión", afirmó.
"Estamos muy felices de que la Real Federación Española de Fútbol haya cumplido su deseo ante la Morenita del Tepeyac, la madre de todos. No olviden que, cuando se reunió con el 'indiecito' Juan Diego le dijo con claridad 'soy madre tuya' lo que la convierte en madre de todos en esta mezcla de culturas, la indígena y la española", añadió.
La basílica albergó a numerosas personas que quisieron sumarse a al acto, seguidores del fútbol y amantes de lo español que vitorearon cada instante de la celebración.
"Siempre que he venido a México he visitado la Basílica. Cuando vine a firmar el acuerdo para el partido ante México escuché Misa y solicité una cosa, ¡ser campeón del mundo!, soy un egoísta, esas cosas no se piden y la madre de Dios me lo ha concedido", señaló Villar.
La Virgen de Guadalupe se le apareció a un campesino de nombre Juan Diego en 1531, pocos años después de la llegada de los conquistadores españoles, en lo alto de un cerro donde antes había un templo dedicado a una diosa azteca.
Después de que Juan Diego le contase a un obispo su visión, la imagen de la virgen apareció más tarde en su capa, de acuerdo al relato. Este hecho convirtió a México al catolicismo y el indiecito fue canonizado por el Papa Juan Pablo II en 2002.