La nota editorial de hoy de L'Osservatore Romano (LOR) aclara los alcances y límites del levantamiento de la excomunión a los 4 obispos ordenados por Marcel Lefebvre en 1988. Entre otros puntos importantes, precisa que este "magnánimo gesto de misericordia" del Papa no constituye aún el retorno "a la plena comunión" de la Iglesia y es además un llamado a "la aceptación plena del magisterio, comprendido en él obviamente el Concilio Vaticano II".
Al iniciar la nota, se lee que "Benedicto XVI ha pronunciado importantes palabras recordando que 'también los ancianos entre nosotros no olvidan el primer anuncio del Concilio hecho por Juan XXIII el 25 de enero de 1959, exactamente 50 años'. Un gesto que hoy el Papa Ratzinger define como 'providencial decisión' sugerida por el Espíritu Santo y que nuestro diario no casualmente ha recordado con énfasis en el día del levantamiento de la excomunión".
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Seguidamente recuerda que "es de cara a la convicción del Concilio, acontecimiento inspirado de lo alto, que debe leerse el gesto del levantamiento de la excomunión. La reforma del Concilio no ha sido actuada del todo, pero está consolidada de tal forma en la Iglesia Católica que no puede entrar en crisis por un magnánimo gesto de misericordia, muy inspirado en el nuevo estilo de Iglesia querido por el Concilio que prefiere la medicina de la misericordia a la condena".
El texto, firmado por el Vice-director de LOR, Carlo Di Cicco, señala luego que "el levantamiento de la excomunión que ha suscitado tantas alarmas no concluye un doloroso camino como el del cisma lefebvrista. Con éste acto el Papa limpia el campo de posibles pretextos para polémicas infinitas, entrando así al verdadero problema: la aceptación plena del magisterio, comprendido en él obviamente el Concilio Vaticano II. Si es cierto que la Iglesia Católica no nace con el Concilio, es verdad también que la Iglesia renovada por el Concilio no es otra Iglesia, sino la misma Iglesia de Cristo, fundada sobre los Apóstoles, garantizada por el sucesor de Pedro y por ello parte viva de la tradición. Con el anuncio del Papa Juan la tradición ciertamente no desaparece, sino continúa todavía hoy en las formas propias de una pastoral y un magisterio actualizados por el último gran Concilio".
Por lo tanto, prosigue el editorial "aparece como un ejercicio retórico, si es que no ofensivo, pensar que Benedicto XVI puede vender con pérdida, incluso en parte, el Concilio a cualquiera. Como es retórico también el recurrente pedido de algunos con respecto a que el Papa está verdaderamente convencido del camino ecuménico y del diálogo con los judíos. Los esfuerzos estratégicos de su pontificado están bajo los ojos de todos y sus actos pastorales individuales y de magisterio proceden límpidamente en la aplicación de la estrategia anunciada al momento de su elección".
Tras resaltar la importancia del ecumenismo, la nota precisa claramente que "el levantamiento de las excomunión no es todavía la plena comunión. El camino de reconciliación con los tradicionalistas es una opción colegial de la Iglesia de Roma y no un gesto repentino e improvisado de Benedicto XVI".
A continuación, el editorial explica que "de la aceptación del Concilio se sigue necesariamente una límpida posición sobre el negacionismo. La declaración Nostra aetate, que marca la más autorizada inflexión católica en sus relaciones con el judaísmo, deplora 'los odios, las persecuciones y todas las manifestaciones del antisemitismo, dirigidas contra los judíos en cualquier tiempo y por cualquier persona'. Se trata de una enseñanza no opinable para un católico". "Los últimos Papas, incluido Benedicto XVI, han explicitado esta enseñanza en decenas de documentos, gestos y discursos", agrega.
Finalmente, el editorial concluye precisando que "las recientes declaraciones negacionistas" del obispo británico Richard Williamson, uno de los 4 a quienes se les levantó la excomunión y que hace poco negara el holocausto nazi, "contradicen esta enseñanza y son por lo tanto gravísimas y lamentables. Dadas a conocer antes del documento del levantamiento de la excomunión, son entonces –como ya hemos escrito– inaceptables".