Para uno de los líderes pro-vida más conocidos de Brasil, la intensa vida de Marcela de Jesús Ferreira, la niña que vivió un año y ocho meses con anencefalia, se ha convertido en un contundente testimonio que los promotores del aborto pretenden omitir para lograr la despenalización de esta práctica en casos similares al suyo.
El Presidente de Pro-Vida de Anápolis, Padre Luiz Carlos Lodi Da Cruz, publicó un artículo sobre la niña titulado "Marcela: una estrella en el cielo" en el que destaca el aporte de la bebé a la causa pro-vida.
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Según el sacerdote, "durante el tiempo que Marcela estuvo con nosotros" se paralizó la estrategia judicial para que el Supremo Tribunal Federal apruebe el aborto para casos de anencefalia.
"Pocos días después de la muerte de Marcela, el 7 de agosto de 2008, el Ministro ponente Marco Aurelio envió cartas a diversos órganos invitándolos a participar en una audiencia pública sobre el tema. El evento, programado para el día 26, 27 y 28 de agosto, parece haber sido montado para promover la causa abortista", denunció el sacerdote.
En efecto, "de las once entidades invitadas, sólo dos son pro-vida: la CNBB y la Asociación Nacional Pro-Vida y Pro-Familia. Ambos deben participar el mismo día junto a la organización abortista ‘Católicas por el Derecho a Decidir’ y la (secta) Iglesia Universal del Reino de Dios, favorable al aborto", indicó.
El Ministro Marco Aurelio "no quiere invitar (a la audiencia) a los familiares de los bebés con anencefalia, como la madre de la niña Marcela de Jesús Ferreira, que, a pesar de haber sido diagnosticado con anencefalia, vivió 1 año y 8 meses", arguyendo que se actuará "más en el ámbito técnico".
Para el Padre Lodi Da Cruz, su presencia implicaría "el mero recuerdo de niña que supondría un obstáculo para la aprobación" del aborto.
En su artículo, el sacerdote recogió el testimonio de la madre de la niña, Cacilda Galante Ferreira, y de los médicos que se encargaron de su cuidado.
Para la doctora Regina Elena Lopes de Freitas, Marcela "cambió todo el hospital" desde su nacimiento. En el hospital Santa Casa de Misericordia de Patrocinio Paulista. "Hubo más diálogo, más unión, valía la pena trabajar por las personas que luchan".
Tras la muerte de la niña, su madre Cacilda aseguró que siempre estuvo preparada para ese momento. "Ella sería mía por el tiempo en que Dios lo deseara. Ella era un ángel que Dios me dio", indicó.
"Estaba triste. Pero yo no lloraba. No estaba perdiendo. Dios llegó a buscar algo que me dio, la joya rara que entregó a mi cuidado. Siento su ausencia, pero mi conciencia está tranquila. Hice la elección correcta: una vida para ella", agregó.
Según Cacilda, "Marcela unió más a la familia. Hemos hecho tantos amigos. Ahora está allí en presencia de Dios, cuidando de mí, me da fuerzas para soportar su ausencia. Solo tengo que agradecer".
Para el Padre Lodi Da Cruz "el paso de Marcela entre nosotros –sus risas, llantos, su reacción ante las luces de los fotógrafos, su evidente reacción ante su madre– requiere que los neurólogos revisen el dogma de que es imposible tener conciencia sin la presencia de la corteza cerebral".