Durante la homilía celebrada este domingo con ocasión de la fiesta de la Patrona de Valencia (España), la Virgen de los Desamparados, el Cardenal Agustín García-Gasco señaló que una democracia que niega el derecho a la vida se convierte en un fraude.
"Todos los seres humanos desde el primer instante de su concepción hasta el último de su muerte natural tienen plenos derechos", dijo el Cardenal, y agregó que "es un fraude utilizar el nombre de la libertad y de la democracia para extender la licencia para matar".
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"Una democracia sin valores –siguió el Arzobispo de Valencia– puede perder su propia alma", porque "la religión y la moralidad son soportes indispensables para la prosperidad y la paz social".
"La Madre de los Desamparados nos pide que seamos defensores de la civilización de la vida y nunca promotores de una cultura de muerte", agregó.
El Cardenal García Gasco también se dirigió durante su homilía a la Patrona de Valencia "para hacerte presentes hoy las necesidades y sufrimientos de los inmigrantes, que han llegado a nuestra patria y comparten su vida con la nuestra".
Quien ha debido abandonar su hogar de origen por cualquier necesidad "debe ser acogido como el mismo Cristo", subrayó.
"Nuestra Patrona nos impulsa para que unidos a la sociedad civil respetemos y promovamos tanto sus derechos personales como, sobre todo, sus derechos como familias"; dijo el Cardenal; y concluyó destacando que "si Valencia tiene por Patrona a la Madre de Dios de los Desamparados aquí no caben racismos ni rechazos extraños al querer de Dios. Los que no tienen cabida en nuestra tierra son los que se dedican a explotar a las mujeres inmigrantes; o las mafias que se aprovechan de su situación".
Finalmente, el Arzobispo valenciano pidió a las autoridades civiles "un mejor cuidado de la libertad religiosa: los católicos no queremos privilegios. Solo pedimos libertad y respeto".
De ese respeto, explicó, "dimanan tantos deberes y derechos de los ciudadanos: como la libertad efectiva de los padres para elegir la educación que desean para sus hijos"; porque "todo intento del Estado de invadir los ámbitos soberanos de la familia sólo encontrará la legítima resistencia de las familias. Y en esa circunstancia la Iglesia debe prestar todo su apoyo a los padres".