Durante la tercera jornada de su viaje apostólico a Austria, el Papa Benedicto XVI visitó esta tarde la histórica Abadía de Nuestra Señora de Heiligenkreuz (Santa Cruz), a unos 20 kilómetros al oeste de Viena, en la que resaltó algunos aspectos fundamentales de la vocación monacal y de la reflexión y formación teológicas.
Después de rezar ante el Santísimo Sacramento y ante la reliquia de la Santa Cruz, el Santo Padre ofreció un discurso en el que subrayó que la oración, una tarea que incumbe a todo cristiano, se encuentra especialmente en el centro de la vida monacal.
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En su alocución en el interior del monasterio cisterciense fundado en 1135 por Leopoldo III, el Papa señaló que “es cierto, no solo los monjes son los que rezan; también las demás personas rezan: niños, jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, personas casadas y solteras, ¡todo cristiano reza! ¡O al menos debería hacerlo!”. Sin embargo, precisó, “en la vida de los monjes, la oración tiene una especial importancia; es el corazón de sus compromisos profesados”.
Ante los 78 monjes de la comunidad, los profesores y un centenar de estudiantes de la Facultad de Teología que alberga la abadía, además de algunos obispos austriacos y feligreses, el Santo Padre señaló también que el Oficio divino, del que derivó el Breviario, es testimonio y servicio por excelencia y que todo sacerdote y persona consagrada no debe anteponer nunca nada él.
Al respecto, el Pontífice dijo que “más allá de nuestras capacidades de anhelar y buscar a Dios hemos sido anhelados, buscados y encontrados por Él. La mirada vagante de los hombres de todo tiempo y pueblo, de todas las filosofías, religiones y culturas encuentra siempre los ojos abiertos sin límites del Hijo de Dios crucificado y resucitado” y apuntó que “nuestra luz, nuestra verdad, nuestra meta, nuestro sosiego, nuestra vida, todo ello no es una doctrina religiosa, sino una Persona: Jesucristo”.
Más adelante, el Pontífice se refirió a la liturgia, indicando que en ella se hace presente en la tierra un “trocito” de cielo. “No es aventurado pensar que se percibe una imagen de la eternidad”, dijo.
El Papa pidió a los monjes que cumplan la liturgia sagrada, contemplando a Dios en la comunión de los santos, de la Iglesia de todo lugar y de todo tiempo, para que sea expresión del “Dios amigo de los hombres”.
¿Teología sin fe?
En su discurso, Benedicto XVI también abordó el tema de la teología, advirtiendo que “como una liturgia que olvida la mirada hacia Dios, también una teología que pierde el sentido de la fe deja de ser teología y acaba por reducirse a una serie de disciplinas más o menos relacionadas entre ellas”.
Asimismo, el Papa abordó el tema de la formación de los llamados al sacerdocio y a la vida consagrada resaltando que para que ésta garantice la fidelidad a lo largo de toda la vida debe integrar la "fe y razón, corazón y mente, vida y pensamiento".
Cuando se descuida la dimensión intelectual, precisó, "surge demasiado fácilmente una forma de pía obsesión, que vive casi exclusivamente de emociones y de estados de ánimo, que no pueden ser mantenidos durante toda la vida", y cuando se descuida la dimensión espiritual se crea "un racionalismo enrarecido, frío, que jamás puede desembocar en una entrega entusiasta a Dios".