El 20 de junio de 1979, pocos medes después de su elección, Juan Pablo II inauguraba su enseñanza sobre el Corazón de Jesús mediante una presentación de conjunto que indica, anticipadamente, muchos puntos detallados en los años sucesivos, desfe la Transfixión del costado hasta las letanías al Corazón abierto para la salvación de los corazones humanos.
En el Corazón de Jesús, “habla a la Iglesia, comunidad de los corazones humanos”. “El Corazón no sólo es un órgano que condiciona la vitalidad biológica del hombre. El Corazón es un símbolo que habla de todo el hombre interior. Habla del interior espiritual del hombre”
En el Traspasado, prosigue Juan Pablo II, todas las generaciones de cristianos han aprendido y aprenden a leer el misterio del corazón del Hombre crucificado que era y es el Hijo de Dios. […] Fue para este conocimiento hecho por cada corazón humano que fue abierto, al final de su vida terrestre, el Corazón divino del condenado y del crucificado sobre el Calvario. El corazón llama. El corazón invita. Por eso fue abierto por la lanza del soldado. El Corazón del Hombre-Dios no juzga los corazones humanos.
Juan Pablo II nos invita a mirar con los ojos de la fe al Corazón traspasado por nuestros pecados para buscar y encontrar nuestra salvación eterna y desde ya nuestra felicidad aquí abajo, construyendo la civilización del amor fraterno.
En el curso de los últimos años, ¿la Providencia del Corazón de Cristo, no sin servirse del Papa Juan Pablo II, no ha puesto ante nuestro ojos una magnífica imagen de la victoria del amor fraternal de Jesús sobre el odio ateo, victoria simbolizada por el colapso, casi sin efusión de sangre de los regímenes marxistas de la Europa del Este? ¿Los creyentes negarán que ahí hay un signo manifiesto de la eficacia del Apostolado de la Oración unida al sacrificio del Corazón de Jesús?
Bertarnd de Margerie S.J.
Traducido del francés por José Gálvez Krüger