Santo Tomás era de la ciudad de Galilea, pescador de profesión y llamado en varias ocasiones "el mellizo", o en griego "Dídimo" (Jn 11, 16; 20, 24; 21, 2). Sin embargo, no se aclara de quién era mellizo. Santo Tomás aparece también en el Evangelio como dispuesto a morir por el Señor (Jn 11, 16), y fue una pregunta de este Apóstol la que hace revelarse al Señor Jesús como Camino, Verdad y Vida (Jn 14, 5-6).
Es recordado especialmente por su incredulidad ante el testimonio de sus compañeros acerca de la resurrección del Señor (Jn 20, 24-25). Ocho días después, el Señor vuelve a aparecerse a los discípulos, y le dice a Santo Tomás que "meta su mano en su costado" y que "no sea incrédulo, sino creyente", a lo cual Santo Tomás responde postrado con una poderosa confesión de fe: "Señor mío y Dios mío" (Jn 20, 26-29). Este episodio ha sido representado abundantemente en la iconografía del Apóstol.
Después de la venida del Espíritu Santo, Santo Tomás envió a Tadeo para que bautizara e instruyese a Abgar, rey de Edessa. Según Eusebio este rey escribió a Jesús invitándolo a visitar su reino y ser curado de una enfermedad que le afligía. Cristo en respuesta le dijo que debía cumplir con la tarea para la que fue enviado y después regresar a Aquel que lo había enviado , pero que después de su ascensión el enviaría a uno de sus discípulos a sanarlo y dar vida a el y su familia. Esta promesa de nuestro Señor fue cumplida por Santo Tomás, quien envió a Tadeo, no solamente a sanar a este rey sino también para plantar la semilla de la fe en esta nación.
Se sabe que en su labor apostólica, Santo Tomás predicó en Persia y sus alrededores, y también en la India y Etiopía. Se cree que fue martirizado en la ciudad de Coromandel, en la India, muriendo atravesado por una lanza, otro de sus atributos iconográficos. La tradición refiere que sus restos fueron trasladados a Edesa en el año 394.
Otro de sus atributos es el cinto de la Virgen, con el cual a veces se le representa, debido a una leyenda que relata que Santo Tomás se negaba a creer en la Asunción, hace abrir la tumba de la Virgen María y la encuentra llena de flores. Entonces la Virgen desde el cielo desata su cinturón y lo deja caer en las manos del Apóstol.
Su fiesta se celebra el 3 de julio, y es patrono de las ciudades de Prato, Parma y Urbino.