Para dar razón de nuestra Esperanza, sepa defender su Fe
Tema 1 - ¿Podemos tener imágenes?
Tema 2 - ¿Puedo cambiarme de religión?
Tema 3 - ¿El Sábado o el Domingo?
Tema 4 - ¿Tenía hermanos Jesús?
Tema 5 - ¿Jesús fundó una o muchas iglesias?
Tema 8 - Los Santos y nosotros
Tema 12 - María, ¿fue siempre virgen?
Tema 15 - ¿Se deben bautizar los niños?
Tema 16 - El Amor es lo más grande
Tema 17 - Jesús y los sacerdotes
Tema 18 - ¿Confesarse con un hombre?
Tema 19 - Los libros de la Biblia
Tema 20 - ¿Cómo estudiar la Biblia?
Tema 21 - Mentalidad bíblica católica y protestantes
Tema 24 - No hay alimentos prohibidos
Tema 25 - La transfusión de sangre
Tema 26 - El celibato por el Reino
Tema 27 - La Biblia y la Tradición
Tema 28 - Carta abierta a un hermano separado
Tema 29 - ¿Quiso Jesús una sola Iglesia?
Tema 30 - Visión de católicos y de evangélicos
Tema 31 - La Contribución a la Iglesia
Tema 32 - ¿Son iguales todas las religiones?
Tema 33 - ¿Podemos orar por los difuntos?
Tema 34 - Nuestra identidad católica
Tema 35 - La creación del mundo y del hombre
Para conservar su Fe Católica
Cuando un hermano evangélico le invite a orar o a conversar con seriedad sobre la Biblia, naturalmente usted lo puede hacer, siempre y cuando exista un clima de mutuo respeto y caridad. Pero sin polemizar ni tomar actitudes anticristianas.
- Pero cuando lo inviten a orar o estudiar la Biblia y usted descubre que su intención no es ésta, sino arrebatarle su fe católica diga: -No me interesa, porque usted lo que quiere no es orar o estudiar la Biblia conmigo, sino arrebatarme mi Fe.
- Cuando los mormones les prometan dólares, viajes, o ayudas de cualquier tipo con tal que se cambien a su religión, digan: Con la Fe no se juega.
- Cuando los Testigos de Jehová les digan: «Cuando yo era católico tomaba, le pegaba a mi señora y pasaba puro peleando...» contesten: Desde este mismo momento ya está usted mintiendo porque si hacía todo esto es que «no era un verdadero católico».
- Decía un católico: «Los evangélicos se pasan la mitad de su vida despotricando contra los católicos... como si ellos fueran los únicos justos y perfectos. ¿Por qué en vez de mirar tanto la paja ajena no reflexionan un poco sobre la viga de su propio ojo?».
- Ojalá que con motivo de este final de siglo se vayan afinando diferencias y lleguemos a una plena comunión de Fe y de Doctrina entre todos los seguidores de Cristo. Esto sería maravilloso. Pero, por mientras, hay que ir con mucha cautela porque algunos hermanos evangélicos que no trepidan en recurrir a proselitismos desfasados para arrebatarles su fe Católica.
He aquí algunos de los principales fundadores de iglesias:
Religión | Fundador | Lugar | Año |
Adventistas | William Miller | USA | 1818 |
Adventistas del 7 Día | Elena White | USA | 1863 |
Anglicanos | Enrique VIII | Inglaterra | 1534 |
Bautistas | J. Smith | Inglaterra | 1860 |
Ejército Salvación | William Booth | Inglaterra | 1878 |
Espiritismo | Familia Fox | USA | 1848 |
Rosacruces | Max H | Alemania | 1880 |
Luteranos | Martín Lutero | Alemania | 1521 |
Metodistas | J. Wesley | USA | 1791 |
Mormones | José Smith | USA | 1853 |
Niños de Dios | David Berg | USA | 1950 |
Pentecostales | Grupo | USA | 1905 |
Presbiterianos | John Knox | Inglaterra | 1560 |
Testigos de Jehová | Charles Taze Russel | USA | 1876 |
Iglesia Católica | Jesucristo | Galilea | 33 |
Sí, la IGLESIA CATOLICA es la única fundada por JESUS sobre el Apóstol Pedro, y que perdurará hasta el fin del mundo. La única que tiene 2000 años de antigüedad. La única que tiene la plenitud de los medios de salvación dejados por Jesucristo.
Jesús no delegó ni autorizó a nadie más que a Pedro para ser piedra de cimiento de su Iglesia. Por tanto, todos los fundadores de iglesias que aparecieron posteriormente, contravienen la expresa voluntad de Jesús.
Jesús le dijo a Pedro: «Y ahora Yo te digo que tú eres Pedro -o sea, Piedra- y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y los poderes del infierno no la podrán vencer» (Mt. 16, 18). Y Pedro hoy está representado por el Papa, Pastor de la Iglesia universal.
Jesús dijo: «Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo» Mt. 28, 20 Y esta presencia de Jesús se ha mantenido y guardado hasta hoy en toda su integridad sólo en la Iglesia Católica, ya que es la única que ha perdurado sin interrupción desde su fundación hasta nuestros días. Es la única que, ha sido objeto de esta presencia de Jesús desde su origen hasta hoy. En otras palabras: ¿Dónde estaban los evangélicos en el año 100, en el año 1000, o en el año 1400? Ellos no existían. ¿Cómo entonces pueden haber sido portadores de esta presencia de Jesús durante 1400 años, si sólo aparecieron en el siglo XVI? La Iglesia Católica es la única que desde su fundación hasta hoy -2000 años- no presenta ninguna laguna en su continuidad. Tenemos dos mil años de historia. Dos mil años de vida. Dos mil años con la presencia de Jesús en medio de nosotros. ¿Qué otra Iglesia puede lo mismo?
Bendito sea Dios, que en su infinita bondad, nos ha llamado a formar parte de la Iglesia Católica, la única querida y fundada por Jesús, la única que contiene la plenitud de los medios de salvación dejados por Jesucristo.
Tema 1: ¿Podemos tener imágenes?
Queridos hermanos católicos:
Cuántas veces hemos escuchado esta acusación de parte de nuestros hermanos evangélicos: «Los católicos hacen imágenes para adorarlas, mientras que la Biblia lo tiene estrictamente prohibido».
Muchos hermanos nuestros católicos no saben qué contestar, otros se dejan influenciar fácilmente por estas verdades a medias y algunos sienten la tentación de botar las imágenes de las capillas.
Les quiero aclarar este tema acerca de las imágenes, pero con la Biblia en la mano. Antes que nada, debemos hacer una clara distinción entre una imagen, un cuadro, un adorno religioso y un ídolo, que es «la imagen de un falso dios». La Biblia sí que rechaza enérgicamente el culto de adoración a los ídolos (falsos dioses), pero la Biblia nunca ha rechazado las imágenes como signos religiosos.
¿Qué es un ídolo según la Biblia?
Muchos años antes de Jesús, en tiempo de Moisés, Dios comenzó a formar a su pueblo elegido, el pueblo de Israel. Era gente muy primitiva que Dios había sacado del politeísmo para llevarla al monoteísmo. Todos estos pueblos antiguos tenían infinidad de dioses, los que adoraban y representaban a través de imágenes de baales, que tenían la forma de un toro, de un león o de otros animales. A esas imágenes, el pueblo de Moisés las llamaba «ídolos» o falsos dioses. La gente de aquel tiempo pensaba que estas imágenes tenían un poder mágico o una fuerza milagrosa. En el fondo estos ídolos eran representaciones de poderes o vicios del hombre mismo. Por ejemplo la imagen del becerro de oro que aparece en Éxodo 32, era la expresión de la fuerza bruta de la naturaleza. También podía representar la encarnación del poder sexual desorientado y vicioso. Y el oro del becerro significaba el poder de la riqueza que explota y aplasta al hombre, es decir, el hombre con sus vicios, representados en el becerro de oro, quiere ser dios y no quiere dejar lugar al único y verdadero Dios.
Dios llamó al pueblo hebreo a avanzar por la senda del monoteísmo, dejando atrás los ídolos y dando adoración al verdadero Dios. Pero los israelitas de aquel tiempo atraídos por las prácticas de los pueblos paganos querían, a veces, volver al politeísmo y a la adoración de ídolos. Entonces Moisés, inspirado por Yavé-Dios les prohibió estrictamente hacer estos ídolos: «No tengas otros dioses fuera de mí, no te hagas estatua, ni imagen alguna de lo que hay en el cielo ni en la tierra ni te postres ante esos «ídolos», no les des culto».
Queridos hermanos, estos textos bíblicos son muy claros en su prohibición de hacer imágenes o estatuas de falsos dioses. Pero otra cosa muy distinta es aplicar estos textos a las imágenes como adornos o signos religiosos. Estos signos (imágenes) nunca han sido prohibidos por Dios ni por la Biblia.
Textos aclaratorios:
La Sagrada Escritura siempre hace la distinción entre imágenes como «ídolos» e imágenes como «adornos o signos religiosos». Leamos algunos textos en los cuales Dios mismo manda a Moisés hacer imágenes como símbolos religiosos: «Harán dos querubines de oro macizo, labrados a martillo y los pondrán en las extremidades del lugar del perdón, uno a cada lado... Allí me encontraré contigo y te hablaré desde el lugar del perdón, desde en medio de los querubines puestos sobre el arca del Testimonio...» (Ex. 25,18-22). Estos dos querubines parecidos a imágenes de ángeles, eran adornos religiosos para el lugar más sagrado del templo. Pues bien, estas imágenes, hechas por manos de hombres, estaban en el templo, en el lugar más sagrado y nunca fueron consideradas como ídolos, sino todo lo contrario, el mismo Dios ordenó construirlos.
Leamos otro texto del A. T.: Números 21, 8-9. Ahí se nos narra como en aquel tiempo los israelitas murmuraban contra Dios y contra Moisés. Entonces Dios mandó contra el pueblo serpientes venenosas que los mordían, de modo que murió mucha gente.
Moisés intercedió por el pueblo y Dios le respondió: «Haz una serpiente de bronce, ponla en un palo y todo el que la mire se salvará». Nos damos cuenta otra vez de que esta serpiente de bronce era una imagen hecha por manos de hombre, pero no para adorar, sino que era un «signo religioso» para invocar a Dios con fe.
Hay otros textos en la Biblia que nos hacen ver que en el templo de Jerusalén había varias imágenes o esculturas que no fueron prohibidas, menos aun consideradas como ídolos. Dice el Salmo 74, 4-5: «Tus enemigos rugieron dentro de tu santuario como leñadores en el bosque, derribaron con hacha las columnas y esculturas en el templo». Eso significa que en el templo de Jerusalén había también esculturas o imágenes.
Queridos hermanos católicos, esas indicaciones de la Biblia son suficientes para decir que la Biblia, sí, prohíbe la fabricación de imágenes como dioses falsos, (ídolos) pero nunca ha prohibido las imágenes o esculturas como adornos religiosos. Que nadie entonces los venga a molestar por tener una imagen o adorno en su templo o en su casa. Es por falta de conocimientos bíblicos, o por mala voluntad, que los hermanos evangélicos les meten estas cosas en la cabeza.
Las imágenes en nuestra vida diaria.
Ahora bien, hermanos, en nuestros tiempos vemos por todos lados imágenes y estatuas. Cada país tiene sus propios símbolos patrios y estatuas a sus héroes.
En nuestras casas tenemos cuadros que representan la imagen de alguna persona. Tengo en mi velador, por ejemplo, una foto de mi madre que ya está en el cielo; y contemplando esta foto me acuerdo de ella. Incluso puedo colocar esta foto en un lugar bien bonito y adornarlo con una flor y una velita... Y si alguien viene a mi casa a visitarme y me dice, refiriéndose a la foto: «Qué mono más feo», por supuesto que me siento muy ofendido. Así también tenemos cuadros e imágenes en nuestras capillas que representan algunas personas religiosas, como la Virgen María, la Madre de Jesús, algún santo patrono de nuestros pueblos. Y ningún católico va a pensar que estas imágenes son ídolos o falsos dioses. Estas imágenes simplemente nos hacen pensar en el mismo Jesús o en tal o cual santo que está en la presencia de Dios y nos ayudan a pensar en la belleza de Dios.
La Iglesia Católica acepta el respeto y la veneración a estas imágenes en nuestros templos, pero nunca ha enseñado la adoración a una imagen. A veces, dicen los hermanos de otra religión que nosotros adoramos a las imágenes. Están muy, pero muy equivocados y debemos, eso sí, perdonarles sus expresiones.
La Iglesia Católica acepta que guardemos imágenes o cuadros en nuestros templos siempre que no sea en forma exagerada. ¿Qué quiero decir con ello? Quiero decir que a veces nuestras iglesias parecen una exposición de santos y en algún caso están tan mal colocados, que no hay espacio ni para la imagen de Cristo. Ahí sí que exageramos. Por eso el Concilio Vaticano pidió que no se repitiera más de una imagen por cada santo y que el lugar central de la Iglesia, a ser posible, esté reservado siempre para la imagen de Cristo.
Está claro, entonces, que nunca podemos dar culto de adoración a una imagen, nunca podemos ponernos de rodillas delante de una imagen para adorarla, pero sí podemos ponernos de rodillas ante una imagen para pedir perdón por nuestros pecados y para suplicar que el santo interceda ante Dios por nosotros.
En todas estas discusiones, hermanos míos, guardemos el amor. ¿Quién eres tu para juzgar a tú hermano? (Stgo. 4, 12). Cada uno puede arrodillarse en cualquier parte para invocar a Dios, en el patio de su casa, en el campo. En la noche antes de acostarse uno puede arrodillarse delante de un crucifijo para así hablar con Dios. A veces hay gente que piensa que tal imagen es milagrosa y le atribuyen un poder mágico. Debemos corregir estas actitudes y explicarles que sólo Dios hace milagros. Por supuesto aceptamos que Dios puede actuar por intercesión de los santos.
Hermanos: no aplastemos la fe de nuestros hermanos que tal vez tienen poca formación cristiana, no critiquemos y no hablemos mal de otros. Ofender al hermano es un pecado muy grave. Es triste constatar el lenguaje ofensivo de nuestros hermanos evangélicos hacia los católicos. Tratemos de devolver bien por mal.
Martín Lutero, el fundador del protestantismo y de las iglesias evangélicas, nunca rechazó las imágenes, todo lo contrario él dijo que las imágenes eran «el Evangelio de los pobres». ¿A quién de nosotros no le gusta contemplar un lindo cuadro o una hermosa imagen? Muchas veces mirando un cuadro o una imagen podemos más fácilmente entrar en oración y en un profundo contacto con Dios. ¿Quién puede negar por ejemplo la belleza de la Piedad de Miguel Ángel? Pues bien, según los evangélicos habría que destruirla porque va contra la Biblia ¡Qué disparate tan grande! Ello es hacer decir a la Biblia lo que nunca la Biblia ha dicho. Ello es una distorsión de lo que Dios nos quiere decir en la Biblia. Una regla de oro para interpretar la Biblia es mirar siempre el contexto de una frase y no aferrarse a la letra, porque en este caso, sin el contexto, hasta se puede hacer decir a la Biblia que «Dios no existe» porque la Biblia pone esta frase en labios del tonto. (Sal. 10, 4).
Los falsos dioses o ídolos de este mundo moderno.
Hermanos, los ídolos o falsos dioses de este mundo moderno no están en los templos, sino que son poderes que dominan al hombre moderno por dentro. Son poderes falsos que destruyen las buenas relaciones con el prójimo y con Dios. Estos ídolos modernos están a veces en nuestras calles, en nuestras instituciones, en nuestras comunidades y familias. Esta es la idolatría que hemos de desterrar.
Pienso, por ejemplo, en el falso dios del poder y de la dominación que quiere aplastar tu libertad y engañar pueblos enteros; en el falso dios «poder» que provoca guerras y matanzas de gente inocente. Este es el «ídolo» moderno que se pasea por el mundo. Pienso en el falso dios «dinero» que domina tu corazón, que comienza con mentiras, engaños, robos, tráfico de drogas etc. y que pareciera que en nombre de este dios dinero todo está permitido. Pienso en el falso dios del sexo desorientado, en el dios que destruye la unión familiar, en el dios de la pasión que engaña al hombre y a la mujer, es el falso dios que deja los niños desamparados, en el falso dios que destruye el verdadero amor y que se resiste a servir a una comunidad.
El lugar desde donde estos falsos dioses comienzan a brotar está en nuestro corazón. Es el demonio mismo que quiere destruir nuestro corazón como templo de Dios. Y mucha gente entre nosotros, sin darse cuenta, está bajo el poder de estos falsos dioses y no dan lugar en su corazón al único y verdadero Dios del amor.
Hermanos, no debemos buscar ídolos o falsos dioses en cosas de madera o de yeso, en imágenes o cuadros, sino en nuestro corazón. Si volviera ahora Moisés a nosotros, no se referiría a las imágenes ya que hoy no está el peligro de la idolatría, sino que gritaría: «No te hagas falsos dioses dentro de tu corazón, destruye los vicios fuente de toda idolatría». Esto es lo que ya hicieron los profetas que vinieron después de Moisés.
Los primeros misioneros que evangelizaron América Latina trajeron de España y del Perú numerosas imágenes del Señor, de la Virgen y de los santos. Son imágenes religiosas cargadas de historia que penetraron hondamente en el alma de nuestro pueblo y que aparte de su valor escultórico tienen el mérito de que ante ellas oraron nuestros antepasados. Y cada capilla tiene las imágenes de sus patronos. Todas ellas nos recuerdan los misterios centrales de la encarnación e ilustran de alguna manera la Historia de la Salvación realizada por Dios a favor nuestro.
Así que cuando lleguen los evangélicos a las puerta de sus casas y les digan que los católicos somos unos idólatras porque adoramos las imágenes ya saben qué contestarles. Díganles que no es correcto sacar frases de la Biblia fuera de su con-texto para hacer decir a la Biblia lo que nunca dijo. Y que la Biblia nunca ha prohibido las imágenes como adornos religiosos.
Finalmente hay que tener presente que en el A. T. no podía representarse a Dios porque el Verbo no había tomado cuerpo ni forma humana. Pero en el N. T. es distinto. Con la Encarnación, el Verbo Dios tomó forma humana y si El mismo se hizo hombre hace dos mil años y nos mandó guardar su memoria es que quiere que nosotros lo representemos así, como hombre, para recordar que «el Verbo se encarnó y habitó entre nosotros». Y si representarlo en una pintura o en una imagen ayuda a recordar su memoria ¿qué de malo hay en ello?
Pero por sobre todo hay que entender la evolución gradual que hay entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Algunas sectas dan la impresión que quedaron petrificadas en el Antiguo Testamento y sólo por ignorancia o mala voluntad pueden decir lo que dicen. Es decir, se aferran de textos aislados, los sacan de su verdadero contexto, y confunden a los no iniciados en la Biblia. Y aquí le viene recordar que el mismo Jesús confirmó esta progresiva evolución entre el Antiguo y el Nuevo Testamento cuando dijo: «Antes se les dijo... ahora les digo».
Cuestionario
¿Qué es lo que prohíbe la Biblia referente a las imágenes? ¿Prohíbe las imágenes de falsos dioses? ¿Prohíbe las imágenes como objetos de adorno o de veneración? ¿Qué mandó construir Dios a Moisés? ¿Había esculturas en el templo de Jerusalén? ¿Qué habría que hacer, según los evangélicos, con todas las imágenes, incluida la famosa Piedad de Miguel Ángel? ¿Cuáles son los ídolos de hoy? ¿Cómo fustigaría hoy Moisés a los ídolos modernos?
Tema 2: ¿Puedo cambiarme de religión?
Queridos hermanos:
El otro día un hermano evangélico me dijo: «¿Por qué no viene a nuestro culto y se cambia de religión como aquel sacerdote católico que se hizo predicador del Evangelio?» Le contesté: «Amigo mío, cambiar de religión sería para mí un pecado mayor. Pero dime, le pregunté, ¿cómo se llama aquel sacerdote que era católico y que se cambió de religión? ¿dónde vive? y ¿dónde pasó eso?». No sabía qué contestarme. No sabía mi hermano evangélico cómo se llamaba el sacerdote, ni dónde vivía... pero luego contó que tenía un casete grabado con su testimonio.
Bueno, le dije, cualquier persona puede decir y grabar lo que quiera para sembrar dudas, pero este asunto me huele a mentira, y no olvidemos que «Dios odia a los mentirosos» (Prov. 6, 17). Y suponiendo que sea verdad que algún sacerdote católico es infiel a su vocación, esa no es ninguna razón para que yo me cambie de religión. Jesús tenía Doce apóstoles y uno de ellos lo traicionó, pero no por eso hemos de abandonar a Jesús y a la Iglesia que El fundó.
1. ¿Por qué no me puedo cambiar de Iglesia?
Primero, la religión no es como la política: hoy pertenezco a un partido y mañana no me gusta y me cambio a otro. La religión tampoco es como cambiar de camisa. La religión es algo que me merece mucho respeto.
Además la religión católica, de la cual soy miembro, existe desde Jesucristo hasta ahora y es la única Iglesia fundada por Jesucristo sobre el apóstol Pedro y sus legítimos sucesores (Mt.16,13-19). Y además Jesús claramente dijo: «Yo estaré con ustedes todos los días hasta el final del mundo». ¡Y el Señor Jesús no miente!
Ahora bien, la religión pentecostal comenzó recién en el año1906 en los Estados Unidos, como un movimiento de renovación dentro de los metodistas y de a poco se fue extendiendo por todos los países de América Latina.
Desde aquella fecha hasta hoy esta práctica de división ha sido como el distintivo de los pentecostales. Algunos hablan ahora de que ya son casi 300 las iglesias evangélicas distintas en América Latina.
Les confieso que tengo mucho respeto por el movimiento pentecostal y hasta creo que puede llegar a ser un camino de santidad. Pero me es imposible cambiar de religión porque estoy plenamente convencido de que la Iglesia Católica es la única fundada por Jesucristo sobre Pedro y, por lo tanto, la única verdadera.
Un argumento que siempre debiera estar a flor de labios de los católicos es este: Jesús fundó la Iglesia Católica sobre Pedro: «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt.16, 18). De aquí se deduce que todas las Iglesias que son edificadas sobre otro fundamento que no sea Pedro contravienen expresamente la voluntad de Cristo. Esta es la verdad que glosa este versito:
Junto al mar de Galilea
el Señor dijo a Simón
tú estarás en el timón
de la Santa Madre Iglesia.
¿Dónde estaban, por ejemplo, los evangélicos en los años 100, 500 y 1000 y hasta el siglo XVI? ¿Dónde estaban cuando San Jerónimo tradujo la Vulgata? ¿Dónde estaban cuando las grandes persecuciones romanas en que tantos cristianos murieron por Cristo? Si para los evangélicos la Iglesia comienza con Lutero. ¿Cómo salvan entonces la laguna temporal entre el nacimiento de Jesús y el siglo XVI?¿Qué pasa durante estos 15 siglos de vida de la Iglesia? ¿Cómo se cumple durante este lapso la promesa de Jesús «Yo estoy con ustedes».
Los evangélicos irrumpieron en la historia sólo a partir de 1500, por tanto no tienen ni la historia ni el tesoro de la Tradición cristiana que tenemos nosotros. Tampoco tienen esta pléyade de casi un millón de mártires que han dado la vida por Cristo y que tenemos los católicos como un gran regalo de Dios.
Pero hay más. Dentro de la Iglesia Católica Dios me comunica su Espíritu Santo y todos sus carismas y dones espirituales. Dentro de esta Iglesia encuentro la verdadera adoración al Dios único y verdadero. La Iglesia Católica me comunica sus sacramentos, que son signos sagrados por los cuales Cristo mismo me santifica. Y es sobre todo la Iglesia Católica la que me ofrece el Pan de vida en la Eucaristía o Santa Misa. «Yo soy el Pan de vida que bajó de cielo, dice Jesús, y si ustedes no comen del Cuerpo del Hijo del Hombre y no beben su Sangre, no tienen vida». (Juan 6, 51, 53). La verdad es que hay muchas cosas que dejó Cristo en la Iglesia y que yo no las encuentro en las iglesias Evangélicas y que, reitero, solamente las encuentro en la Iglesia Católica.
2. La cuestión de la bebida
Ahora bien, a veces los hermanos llaman a cambiar de religión por la cuestión del trago. Quieren dar la impresión de que los católicos somos todos unos borrachos. ¡Qué injusticia y qué calumnia más grande! Llaman a cambiar de religión para «no tomar más» ¡como si la religión católica fuera una religión de borrachos! Esto es una gran falta de caridad y de justicia. Y aunque a veces hay personas que han dejado el trago al hacerse evangélicos, ello no significa que nuestra religión sea una religión de borrachos.
En estos últimos tiempos y en algunos lugares, muchos católicos por distintas razones se han pasado a los hermanos evangélicos. Pero yo les digo a los católicos: No se desanimen. «No temas, pequeño rebaño», porque al Padre de ustedes le agradó darles el Reino (Lc. 12, 32).
En la historia de la Iglesia Católica, una historia de 2000 años, hubo épocas en que casi todos abandonaron la verdadera fe. Por ejemplo en el año 356 se metió la herejía del arrianismo entre los creyentes y casi todos, hasta obispos y sacerdotes, abandonaron la Iglesia. Tiempo después terminó el arrianismo y volvieron otra vez a la Iglesia Católica. ¿Sucederá igual ahora?
En el año1200 aparecieron en Europa los cátaros y los waldenses, hombres muy piadosos y espirituales, predicaban otra religión y daba la impresión que iban a terminar con todos los católicos. Luego terminó el fervor de estos grupos y hoy día ya nadie habla de ellos. Pero la Iglesia Católica sigue. En los años 1500, Lutero y Calvino protestaron contra algunos abusos que había en el interior de la Iglesia Católica. Formaron iglesias separadas, las iglesias protestantes, que después con el tiempo se dividieron en muchísimas iglesias. Hoy en día muchas de estas iglesias se sienten avergonzadas de tantas divisiones, porque saben muy bien que Jesús quiere ver a sus seguidores todos unidos como una sola familia. Las divisiones de las iglesias son la gran tentación de todos los tiempos. Y si lo miramos con altura hoy es el mismo Espíritu Santo quien suscita deseos de unidad al interior de todas las Iglesias.
3. Los falsos profetas.
Ya en tiempo de San Pablo, se metieron falsos profetas que entregaban enseñanzas mentirosas: «Hermanos, dice el Apóstol, les ruego en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo que se pongan de acuerdo y que no estén divididos» (1 Cor.1, 10). «Me admira mucho que ustedes estén dejando tan pronto a Dios y que estén siguiendo un mensaje de salvación tan diferente. Lo que pasa es que hay algunos que les molestan a ustedes y quieren cambiar el mensaje de salvación de Cristo. Pero si alguien les da a ustedes un mensaje de salvación distinto del que les hemos dado, que esta persona sea puesta bajo nuestra maldición» (Gal.1, 6-9).
Lo mismo escribe San Pablo en su carta a los Corintios contra los falsos apóstoles (2 Cor. 11,1-15). Algunos se han desviado y se han perdido en discusiones inútiles. Quieren ser maestros de religión, pero no entienden ni lo que ellos mismos dicen, ni lo que pretenden enseñar con tanta seguridad. (1 Timot. 1, 4-7 y 6. 3-5).
También el apóstol Pedro advierte contra los que enseñan mentiras: «Hay maestros mentirosos entre ustedes. Ellos enseñan secretamente sus ideas dañinas, negando así al propio Señor que los salvó. Hablan mal del verdadero camino que es el Evangelio y en su ambición de dinero, los explotan a ustedes con enseñanzas falsas.» (2 Pedr. 2, 1-3).
4. Predicar el Evangelio «a mi manera».
Queridos amigos: estos textos no los invento yo, están escritos en la Biblia. Y al igual como en otros tiempos había grupos de cristianos que predicaban el Evangelio a su manera, así no debemos asustarnos que ahora también aparezcan grupos que predican y explican el Evangelio a su manera. No se desanimen, no se dejen engañar, no acepten verdades a medias que son lo mismo que una mentira. Siempre ha existido la tentación de abandonar la Iglesia Católica y formar nuevas iglesias. Siempre que hay problemas, crisis o pecado en el seno de la Iglesia se producen divisiones.
Es lo mismo que una familia. Supongamos que un día todo va mal en casa, que papá y mamá se portan mal, discuten, pelean. No por eso los hijos deben arrancarse de la casa, sino que, con prudencia y cariño, deben pedir que los padres se corrijan y se amen entre sí.
Donde hay pecados, hay desunión, cismas, herejías, discusiones... Pero donde hay virtud, hay unión, de donde resulta que todos los creyentes tienen un solo corazón y una sola alma. Así también debemos amar a esta Iglesia de Cristo que es santa y pecadora, y pedir la purificación de esta gran familia de Dios. Pero sería un pecado mayor salirse de esta Iglesia Católica para formar otra iglesia. Cada uno tiene que decir su propio « mea culpa » por la responsabilidad que le cabe en la marcha de la Iglesia. Ojalá nuestra Iglesia pudiera aparecer «sin mancha ni arruga», pero por el momento -somos peregrinos a la eternidad- todos somos caminantes y a todos se nos pega el polvo del camino.
Aunque todos abandonen la Iglesia Católica, yo seguiré siendo miembro de esta Iglesia de Cristo. No olvidemos que al final de la vida de Jesús casi todos lo abandonaron. Y hoy más que nunca tienen vigencia aquellas palabras de Jesús: ¿Y ustedes también quieren abandonarme? Al pie de la cruz de Jesús estaban sólo su Madre María, el apóstol Juan y algunas mujeres (Juan 19, 25-27) ¿Dónde estaban los otros discípulos?
Y cuando Jesús habló a sus discípulos acerca de comer su Cuerpo y beber su Sangre (Juan 6, 56) muchos discípulos suyos le dijeron: «Esto que dice es muy difícil de aceptar, ¿quién puede hacerle caso?» ( Jn. 6, 60) Y muchos lo abandonaron. Luego Jesús preguntó a sus Doce apóstoles: «¿Quieren irse ustedes también?» (Juan 6, 67).
Queridos hermanos católicos, después de todo, les he hablado con mucho amor, pero con un amor que busca la verdad. No tengo ninguna intención de ofender a nadie. Y termino recordando que, por cosas muy respetables que tengan las religiones evangélicas, el Concilio Vaticano nos dice que solamente en la religión Católica está la plenitud de la doctrina de Cristo y la plenitud de los medios de salvación dejados por Cristo a su Iglesia. Y si alguien queda con dudas acerca de alguna parte de esta carta, converse con cualquier sacerdote, religioso o laico bien formado. Solamente la verdad nos hará libres». (Jn. 8, 32).
¿Cuál fue el objetivo primordial del Concilio Vaticano?
El objetivo primordial del Concilio Vaticano fue promover la restauración de la unidad entre todos los cristianos. Porque siendo una sola la Iglesia fundada por Cristo Señor, son muchas, sin embargo, las denominaciones cristianas que se presentan a los hombres como la herencia de Jesucristo. Y naturalmente esta división, además de contradecir abiertamente a la voluntad de Cristo, es un escándalo para el mundo y daña a la predicación del Evangelio a todos los hombres.
¿Qué es el Ecumenismo?
El Ecumenismo es un movimiento que se ordena a favorecer y fomentar la unidad de los cristianos para que, superados poco a poco los obstáculos que impiden la perfecta comunión eclesial, todos los cristianos se congreguen en una única celebración de la Eucaristía, en orden a la unidad que Cristo dio a su Iglesia desde un principio y que creemos subsiste indefectible en la Iglesia Católica. El verdadero ecumenismo no puede darse sin una conversión interior. Tenemos que implorar esta gracia del Espíritu Santo y orar para que pronto llegue el día de la perfecta unidad tan deseada y querida por Jesús.
Dios quiera que vayamos avanzando hacia la plena unidad. Hacia aquella unidad que pidió Jesús en su oración sacerdotal: «Que todos sean uno como Tú, Padre, estás en mí y Yo en ti» Jn 17, 21.
Cuestionario
¿Cuál es la única Iglesia fundada por Jesucristo? ¿Sobre quién fue fundada la Iglesia Católica? ¿Quiénes son los principales 'fundadores' de las religiones 'modernas'? ¿Autorizó Jesús a alguien fuera de Pedro para que fundara alguna iglesia? ¿Puedo vivir la fe «a mi manera»? ¿Puedo cambiarme de religión?
Tema 3: ¿El Sábado o el Domingo?
Queridos hermanos católicos:
El otro día una familia me contó que recibió una visita de un señor muy educado. Y con la mejor de las sonrisas, el hombre les ofreció en venta unos hermosos libros de cultura general. Dicen que habló tan bonito de tantas cosas... pero al final terminó con un tema de religión, diciendo que los católicos están equivocados, que, según la Biblia, deben reemplazar la celebración del Domingo por la del sábado, pues el sábado es el día bíblico y el Domingo es una adulteración de los católicos.
Le expliqué que tal caballero seguramente era un misionero de la religión Adventista del Séptimo día. Pues son ellos quienes observan el día sábado y pro-claman que ellos son los únicos que cumplen con la Biblia.
¿Qué debemos pensar de todo esto?
Bueno, antes que hablar del día Domingo o sábado, debemos decir que los hermanos adventistas son, en esta observancia del día sábado, tan escrupulosos como los fariseos que nos pinta el santo Evangelio. No han aprendido nada de la «libertad de espíritu» con que Jesús hablaba del día sábado.
Además los adventistas estudian la Biblia en base a textos aislados, y olvidan que la Revelación Divina sigue en la Sagrada Escritura una evolución progresiva; y, sin seguir esa evolución en los diversos libros inspirados, es prácticamente imposible comprender el verdadero sentido de una enseñanza bíblica.
No debemos quedarnos con unas pocas páginas de la Biblia, sino que debemos leer toda la Biblia.
1. ¿Qué nos enseña el A. T. acerca del día sábado?
La palabra «Rabat» (sábado) significa «descanso» «reposo» o «cesación.» Es decir, que «sábado» significa simplemente «un tiempo de descanso» y no tiene originalmente ningún significado como «el séptimo día de la semana»
De hecho se emplea en la Biblia la palabra «sábado» con diversas significaciones. A veces significa «un reposo» de un día (Ex. 20,10). Otras veces este reposo es de «un año» (Lev. 25,4). Alguna vez indica también un período de 70 años (2 Crón. 36, 21).
Ahora bien, ¿de dónde viene el día sábado como séptimo día consagrado a Dios? Leemos la Biblia: «Así fueron hechos el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos. Dios terminó su trabajo el séptimo día, y descansó en este día de todo lo que había hecho. Bendijo Dios el séptimo día y lo hizo santo porque ese día El descansó de todo su trabajo de creación». (Gén. 2, 2-3)
«En seis días Yavé hizo el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto hay en ellos, pero el séptimo día Yavé descansó, y por eso bendijo el sábado y lo hizo sagrado». (Ex. 20, 11).
«Seis días trabajarás y harás tus obras, pero el séptimo es sábado de Yavé tu Dios» (Deut. 5, 13-14).
Nos damos cuenta de que en estos textos la palabra «sábado» (descanso) tiene para los israelitas del Antiguo Testamento un nuevo sentido, un sentido religioso. El sábado les recordaba la creación de Dios en seis días con su descanso en el Séptimo día; este último día es consagrado a Dios. Y el hombre también con su trabajo imita la actividad de Dios Creador y con su «descanso» («sabat») del séptimo día el hombre imita el reposo sagrado de Dios. (Ex. 31, 13).
Así el día sábado se convirtió para los israelitas en una señal, en una de sus prácticas más típicas e importantes. Esta señal del día sábado y la circuncisión eran características mediante las cuales el pueblo de Israel se distinguía de los otros pueblos que lo rodeaban. Y durante toda la historia del A.T. el pueblo de Israel guardó fidelidad a estas dos señales.
Con el tiempo la práctica del reposo del sábado fue asumida por la ley judía en forma muy estricta, con 39 prohibiciones de trabajo: prohibición de recoger leña (Núm. 15, 32); prohibición de preparar alimentos (Ex. 16, 23); prohibición de encender fuego (Ex. 35, 3); etc. Poco a poco la práctica del reposo del sábado se convirtió en una observancia escrupulosa e hipócrita. Los profetas del A.T. lanzan una dura crítica contra la práctica legalista del sábado que ha convertido a los israelitas en un pueblo sin devoción interior (Os. 1, 2 y Os. 2, 13).
2. ¿Celebraba Jesús el día sábado?
Jesús no suprime explícitamente la ley del sábado. El, en día sábado, visitaba la sinagoga y aprovechaba la ocasión para anunciar el Evangelio (Lc. 4, 16). Pero Jesús, al igual que los profetas, atacaba el rigorismo formalista de los fariseos y de los maestros de la Ley: «El sábado está hecho para el hombre y no el hombre para el sábado.» (Mc. 2, 27). Para Jesús el deber de la caridad es anterior a la observancia material del reposo; por eso Él hizo varias sanaciones en día sábado, obras prohibidas en este día. (Mc. 3, 1-6; Lc. 14, 1-6; Lc. 6, 1-5). Además Jesús se atribuyó poder sobre el sábado: «el Hijo del hombre es Señor del sábado.» (Mc. 2, 28). En otras palabras, Jesús es dueño del sábado. (Lc. 6, 1-5).
Por supuesto que esta nueva manera de observar el sábado chocó violentamente con la mentalidad legalista de los fariseos. Y éste era uno de los cargos graves contra Jesús (Jn. 5, 9). Pero El estaba consciente de que, haciendo el bien en día sábado, imitaba a su Padre, el cual habiendo reposado el sexto día, al final de la creación, continúa rigiendo el mundo y vivificando a los hombres. «Mi Padre ha trabajado hasta ahora, y yo también trabajo» (Jn. 5-17).
La actitud de Jesús frente al día sábado nos enseña que él actuó con libertad de espíritu frente a esa ley, y nunca consideró la observancia del sábado como algo esencial en su prédica, esto era para Jesús algo menos importante.
Pero Jesús dijo claramente«que no vino a suprimir la ley sino a darle su verdadero significado» (Mt. 5, 17). En su actitud no se trata de cumplir la ley al pie de la letra, sino que promueve una evolución de la ley hacia su perfección.
3. La Resurrección de Jesús.
El argumento fundamental para optar por el día Domingo procede de la Resurrección del Señor. Los cuatro evangelistas concuerdan en que la Resurrección de Cristo tuvo lugar en «el primer día de la semana», que corresponde al día Domingo de ahora. (Mt. 28, 1; Mc. 16, 2; Lc. 24, 1; Jn. 20, 1 y 19). El hecho de la Resurrección de Cristo en el día Domingo para los discípulos era altamente significativo y será desde entonces el centro de la fe cristiana.
Hay dos razones fundamentales para celebrar este día de la Resurrección:
1) Con su Muerte y Resurrección, Jesús comenzó la Nueva Alianza y terminó la Antigua Alianza. Durante la última Cena, Jesús proclamó: «Esta copa es la Alianza Nueva, sellada con mi sangre, que va a ser derramada por ustedes.» (Lc. 22, 20). Los discípulos de Jesús poco a poco se dieron cuenta de que en esta Nueva Alianza la ley de Moisés y sus prácticas tendrían otro sentido.
La Muerte y Resurrección de Cristo significaban también para los primeros cristianos la Nueva Creación, ya que Jesús culminaba su obra precisamente con su Muerte y Resurrección justo en el día Domingo, que será desde entonces «el día del Señor».
Nosotros también hemos recibido la promesa de entrar con Cristo en este reposo (Hbr. 4, 1-16). Entonces, el día Domingo, «el día del Señor», será el verdadero día de descanso, en que los hombres reposarán de sus fatigas a imagen de Dios que reposa de sus trabajos (Hbr. 4, 10 y Apoc. 14, 13).
De ahí en adelante la fe de los cristianos tiene como centro a Cristo Resucitado y Glorificado. Y para ellos era muy lógico celebrar el «Día del Señor» (Domingo) como el «Nuevo día» de la Creación. (Is. 2, 12).
4. La práctica de los primeros cristianos.
Los primeros cristianos siguieron en un principio observando el sábado y aprovechaban las reuniones sabáticas para anunciar el Evangelio en el ambiente judío. (Hch. 13, 14). Pero luego el primer día de la semana (el Domingo) empezó a ser el día del culto de la primitiva Iglesia. «El primer día de la semana, estando nosotros reunidos para partir el pan...» (Hch. 20, 7). Sabemos que «partir el pan» es la expresión antigua para designar la santa Misa o Eucaristía. Es entonces muy claro que los primeros cristianos tenían su reunión litúrgica -la Santa Misa- en el día Domingo, tal como se hace hoy. Escribe Juan, el autor del libro Apocalipsis: «Sucedió que, un día del Señor, quedé bajo el poder del Espíritu Santo» (Ap. 1, 10).
5. ¿Qué nos enseña el apóstol Pablo?
Jesús había dicho: «Yo no vine a terminar con la ley , sino a completar la ley, dándole su última perfección» (Mt. 5, 17). San Pablo en sus cartas desarrolla esta misma idea: «El fin de la ley es Cristo» (Rom. 10, 4). Así para el apóstol la plenitud de la ley no se encuentra en el cumplimiento literal de la ley, sino en la fe en Cristo. Pablo dice que «la ley ha sido nuestro maestro hasta Cristo» (Gal. 3, 24) y con Cristo se inicia la Nueva Alianza (1 Cor. 11, 25).
El apóstol Pablo tuvo sus discusiones acerca del día del Señor. Al comienzo tenía la costumbre de predicar en las sinagogas el día sábado para los judíos, pero cuando le rechazaban sus enseñanzas, él se volvía a los gentiles. En este ambiente no judío, Pablo no daba importancia a las costumbres judías, como la circuncisión, el día sábado, etc. Pablo se reunía con los nuevos creyentes el primer día de la semana, y trasladaban las prácticas que los judíos solían hacer en día sábado, como la colecta de la limosna, al primer día de la semana. (1 Cor. 16, 1-2)
Esta actitud en favor de los gentiles convertidos provocó una fuerte discusión en la Iglesia. Luego, este asunto fue tratado en una reunión en Jerusalén, con los apóstoles y ancianos de esta Iglesia. Ahí tomaron la decisión de no imponer a los gentiles convertidos ninguna carga o práctica judía, salvo lo absolutamente necesario (Hch. 5, 28-29). Con esta decisión quedó abierta la puerta a los gentiles, sin obligarlos a la ley judía. Ahora bien, Pablo escribe a los Colosenses: «Que nadie los moleste a ustedes por lo que comen o beben, o con respecto a días de fiesta, lunas nuevas o días de descanso.» (Col. 2, 16) Además criticó el afán de dar demasiada importancia a ciertos días (sábado), meses, fechas y años (Gál. 4, 10). El siempre recomendó evitar estas polémicas secundarias y dar importancia a la caridad.
6. Consideración final.
No cabe la menor duda de que los primeros cristianos santificaron, descansaron y celebraron el Domingo como «el día del Señor.» Esta práctica tiene pleno fundamento en la Biblia. Respetamos el hecho de que los judíos celebren el sábado en la forma indicada en el Antiguo Testamento (ellos no son una religión cristiana). En cuanto a algunos grupos, como los adventistas, que se dicen ser cristianos, y que defienden la celebración del sábado -no del Domingo- tenemos que decir que no interpretan bien toda la Biblia, ya que se quedan con una práctica judía del A. T. y no siguieron el cumplimiento del N. T. Esto sucede porque interpretan la Biblia en forma literal y parcial, y olvidan que Jesús completó y perfeccionó el A. T.
Los católicos, entonces, estamos en la verdad al celebrar el día Domingo. Para terminar, repito las palabras del apóstol Pablo: «Que nadie les critique por cuestiones de comidas o bebidas o con respecto a días de fiestas, lunas nuevas o días de descanso... Todo esto es sombra de lo venidero» (Col. 2, 16-17).
Me consta que muchos adventistas pasan como obsesionados casa por casa llamando a los católicos a cambiarse de religión por la cuestión del día sábado. ¡Como si esto fuera lo más importante de la Biblia! Y me consta que muchos adventistas al pasar por las casas de los católicos les piden la Biblia y les leen los textos aislados del A. T, donde el Señor llama al pueblo judío a santificar el sábado, y dicen a la gente: «Fíjense, en su misma Biblia católica Dios manda observar el sábado... ¿No ven que ustedes están equivocados?».
Esto es abusar de la Biblia y de la buena fe del pueblo sencillo. Es usar de una verdad a medias para sembrar dudas y perturbar a la gente sencilla. Por eso es conveniente que ustedes, amigos, lean varias veces este tema hasta que se empapen bien de lo que aquí se dice, y cuando pasen los adventistas sepan qué responderles, con caridad sí, pero también con energía y con claridad.
En definitiva, los católicos no hemos quedado petrificados en el Antiguo Testamento ni somos esclavos de frases sacadas de su verdadero contexto. Los católicos aceptamos este evolución querida por Dios entre Antiguo y Nuevo Testamento y aceptamos a Jesús como Amo y Señor de la Historia y tenemos muy claro que la realidad presente deja muy atrás los signos con que fue prefigurada. Es por eso que santificamos el día Domingo.
Cuestionario
¿Qué enseñan con insistencia los Adventistas sobre la observancia del sábado? ¿Qué dice la Biblia en el A. T.? ¿Cómo la Iglesia Católica pasó del Sábado al Domingo? ¿Hay una evolución entre A. T. y N. T? ¿Consideró Jesús la observancia del Sábado como algo esencial? ¿Qué dijo Jesús en Mc. 2, 28? ¿Por qué los católicos observamos el Domingo? ¿Cuál fue la práctica de San Pablo?
Tema 4: ¿Tenía hermanos Jesús?
Queridos hermanos:
En la Biblia leemos que los habitantes de Nazaret, hablando de Jesús, decían: «Este es el Hijo del Carpintero y su Madre es María, es hermano de Santiago, José, Simón y Judas, y sus hermanas también viven aquí entre nosotros.» (Mt. 13, 55-56)
En otra parte de la Biblia leemos: «Un día Jesús estaba predicando y los que estaban sentados alrededor de él le dijeron: «Tu madre y tus hermanos están afuera y te buscan». (Mc. 3, 32)
Los que no conocen bien la Biblia sacan de estos textos la precipitada y erró-nea conclusión de que María tuvo más hijos y que por tal razón no pudo haber quedado virgen, como creen los católicos. Muchos hermanos evangélicos hablan así, al parecer, no por amor a la verdad, sino simplemente para desorientar a los católicos y para que la gente sencilla abandone la verdadera fe en Cristo, en su Iglesia y en la Virgen María. En esta carta quiero explicarles cuán equivocadas están estas personas que piensan que Jesús tuvo más hermanos en el sentido estricto.
1) «Hermanos y hermanas» en el sentido bíblico.
Es verdad que en los evangelios se habla de «los hermanos y hermanas de Jesús.» Pero eso no quiere decir que sean hermanos de sangre de Jesús, o hijos e hijas de la Virgen María.
Jesús, en su tiempo, hablaba el idioma arameo (que es como un dialecto del hebreo) y en las lenguas arameas y hebreas se usaba la misma palabra para expresar los distintos grados de parentesco cercano, como «primo», hermano», «tío», «sobrino», «primo segundo»... Y para indicar estos grados de parentesco, simplemente, usaban la palabra «hermano o hermana.»
Por ejemplo: Abraham llama «hermano» a su sobrino Lot (Gén. 13, 8 y Gén 14, 14-16) Labán dice «hermano» a su sobrino Jacob (Gén. 29, 15).
Es decir, en la Biblia no se usan las palabras «tío» o «sobrino», sino que a los que descienden de un mismo abuelo se les llama hermanos.
Ahora bien, para evitar las confusiones, la Biblia usa varios modismos. Por ejemplo: si se trataba de hermanos verdaderos, hijos de una misma madre, se usaba la expresión: «Tu madre y los hijos de tu madre.» Esta era la única manera correcta de expresarse. En Mateo16, 17 se usa la expresión «Simón, hijo de Jonás» para decir que el papá de Simón es Jonás.
En ningún lugar del Evangelio se habla de los hermanos de Jesús en sentido estricto, como «hijos de María». Por tanto en la Biblia no aparece ningún hermano de Jesús según la carne.
En el Evangelio de Lucas leemos que Jesús subió a Jerusalén junto con María y José. El niño Jesús tenía ya 12 años. Este relato no menciona ningún hermano de Jesús en sentido estricto. Así el texto nos hace entender que Jesús es el hijo único de María. (Lc. 2, 41-52).
Al momento de morir, Jesús confió su madre María al apóstol Juan, hijo de Zebedeo, precisamente porque María quedaba sola, sin hijos propios y sin esposo. Para los judíos una mujer que se quedaba sola era signo de maldición. Por eso Jesús confía María a Juan y también Juan a María.
«Cuando Jesús vio a su madre, y de pie junto a ella al discípulo a quien él quería mucho, Jesús dijo a su madre: «Madre, ahí tienes a tu hijo. Luego le dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde entonces ese discípulo la recibió en su casa» (Jn. 19, 26-27).
2) ¿Quiénes son «estos hermanos de Jesús»?
La Biblia nombra a cuatro «hermanos» de Jesús (Mat. 13, 55-56).
En Mt. 13, 55-56 encontramos los nombres de cuatro «hermanos» de Jesús: Santiago (o Jacobo), José, Simón y Judas.
De estos cuatro hermanos de Jesús arriba mencionados, dos eran apóstoles: Santiago «el hermano del Señor» (Gál. 1, 19) es el apóstol Santiago «el Menor» (Mc. 15, 40), y Judas, «servidor de Jesucristo y hermano de Santiago».
La madre del apóstol Santiago el Menor se llama María y esta María, madre de Santiago y José, estaba junto a la cruz de Jesús (Mc. 15, 40) y era «hermana de María la Madre de Jesús» (Jn. 19, 25) y tía de Jesús. Es la que el Evangelista llama María de Cleofás (Jn. 19, 25)
Comparando los textos bíblicos entre sí, está claro que ni Santiago ni los otros tres nombrados «hermanos de Jesús» eran hijos de la Virgen María y José, sino primos hermanos de Jesús.
Hagamos el árbol genealógico de las dos familias:
«Padre» + madre = hijo (José + María =Jesús)
Alfeo o Cleofás + María = hijos: Santiago, José, Simón y Judas.
3) Jesús es el hijo primogénito de María:
Otros dicen que la Biblia nombra a Jesús como el «primogénito» o sea «el primer hijo de María» y eso es señal de que María tuvo más hijos.
El hecho de que Jesús sea «primer hijo» no significa que la Virgen María tuviera más hijos después de Jesús; de ninguna manera quiere decir eso el Evangelio. «Y dio a luz a su primer hijo» (Lc. 2, 7) quiere decir que «antes de nacer Jesús, la Virgen no había tenido otro hijo».
Y esto era muy importante para los judíos, porque siendo Jesús el primogénito, o sea, el primer hijo, quedaba consagrado completamente a Dios. (Ex. 13, 2). Y es que la Ley del Señor mandaba que el primer hijo fuera consagrado u ofrecido totalmente a Dios (Ex. 13, 12 y Ex. 34, 19). Por eso Jesús, por ser el primogénito o primer hijo ya desde su nacimiento quedaba ofrecido y consagrado totalmente al servicio de Dios.
Esto, y no otra cosa, es lo que enseña el Evangelio al decir que Jesús fue el «primer hijo» (Primogénito) de la Virgen María. En ningún caso quiere decir el primero entre otros hermanos.
4) El uso de la palabra «hermano» en el sentido religioso.
Un día preguntó Jesús a sus discípulos: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y mirando a los que estaban en torno a él añadió: Aquí están mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de Dios ese es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mt. 12, 49-50). Jesús fue el primero en utilizar la palabra «hermano» no en sentido carnal, sino en sentido figurado
En el Evangelio de Juan (20, 17), Jesús llama a sus discípulos y apóstoles: «mis hermanos» y en la carta a los Hebreos (2, 11) todos los redimidos por Cristo son «sus hermanos.» Cristo es «el Primogénito de estos hermanos.» (Rom. 8, 29).
En este sentido aparece la palabra «hermano» 160 veces en las cartas apostólicas del N. T. «Hermanos pues, en este sentido, hoy como ayer, son todos los que creen y aceptan a Jesús.» Y en esto los hermanos evangélicos son muy inconsecuentes porque en sus sermones usan a cada rato la expresión «hermanos» en sentido figurado (todo el mundo entiende que no se trata de hermanos carnales) Pero cuando se trata de interpretar esta palabra en el N. T., dicen que hay que entenderla en sentido carnal, de verdaderos hermanos según la sangre.
La Iglesia Católica, al igual que las iglesias Evangélicas, tiene ahora también la costumbre de llamar a sus fieles «hermanos y hermanas». ¿Significa esto que todos somos hermanos según la carne? De ninguna manera, sino que utilizamos la palabra «hermanos» en sentido figurado. ¿Por qué, entonces, los evangélicos tienen tanto empeño en interpretar la palabra «hermano» sólo en sentido literal para concluir que la Virgen tuvo otros hijos? ¿No hay aquí una tergiversación o mala interpretación de textos? ¿No será que se utilizan estos textos tan sólo como un pretexto para confundir a los católicos poco familiarizados con la Biblia?
Ojalá que estas palabras «hermano y hermana» no sean para nosotros palabras conflictivas. Hermanos según la carne son los hijos de unos mismos padres. Hermanos según el espíritu somos todos los seres humanos, mayormente los que son miembros de una misma comunidad o familia religiosa.
Queridos hermanos y amigos en Cristo: Creo que estas explicaciones bastan para aclarar el sentido bíblico de la expresión «hermanos y hermanas del Jesús.» Que nadie los venga a molestar ahora con discursos erróneos y a decirles que María tenía muchos hijos... Los que hablan así son personas que no conocen bien la Biblia; es gente que interpreta la Palabra de Dios a su propio gusto y quiere solamente sembrar dudas y mentiras. ¿No dijo el apóstol Pedro que debemos ser prudentes con nuestras interpretaciones privadas de la Biblia? (2 Pedr. 1, 20).
Y por último, queridos hermanos, yo también los nombro con la palabra hermanos, les pido que no hagan caso de palabrerías, sino que sean realmente capaces de vivir este gran sueño de Jesucristo que es construir el Reino de Dios en que todos los hombres volverán a ser hermanos.
¿Qué dijo el Concilio Vaticano sobre el Ecumenismo?
El Concilio Vaticano nos recuerda que «Cristo, antes de ofrecerse a sí mismo en el ara de la Cruz, como víctima inmaculada, oró al Padre por los creyentes diciendo: 'Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, para que también ellos sean uno en nosotros, y el mundo crea que tú me has enviado' (Jn. 17, 21). Jesús instituyó en su Iglesia el admirable sacramento de la Eucaristía, por medio del cual se significa y se realiza la unidad de la Iglesia»
¿A quién envió Jesús después de su Resurrección?
Jesús, después de su Resurrección, envió al Espíritu Santo que había prometido, y por medio del cual llamó y congregó al pueblo de la Nueva Alianza, que es la Iglesia, en la unidad de la fe, de la esperanza y de la caridad, como enseña el Apóstol: «Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo» Ef. 4, 5.
¿Cuál es, por tanto, el principio de unidad de los creyentes?
El principio de unidad de los creyentes es el Espíritu Santo que habita en los fieles y llena y gobierna a toda la Iglesia, realiza esta admirable unión de los fieles y los une estrechamente a Cristo.
¿A quién confió Dios el oficio de enseñar, regir y santificar la Iglesia hasta el fin de los tiempos?
Jesucristo confió a los Doce apóstoles el oficio de enseñar, de regir y de santificar. (Mt. 18, 18). Y los sucesores de los apóstoles son hoy los Obispos y el Romano Pontífice.
¿A quién destacó Jesús en forma especial?
De entre los Doce apóstoles Jesús destacó especialmente a Pedro, sobre el cual determinó edificar su Iglesia, después de exigirle la profesión de fe. A él le prometió las llaves del Reino de los cielos, y previa manifestación de su amor, le confió su grey para que la confirmara en la fe y la apacentara en la perfecta unidad, reservándose ser El mismo la Piedra fundamental y el Pastor de nuestras almas (Mt. 16, 19; Mt. 18, 18; Lc. 22, 32).
¿Por qué los cristianos santificamos el día Domingo?
«La Iglesia, por una tradición apostólica, que trae su origen el mismo día de la Resurrección de Cristo, celebra el misterio Pascual cada ocho días, en el día que se ha llamado con razón: día del Señor o Domingo. Este día, los fieles deben reunirse a fin de que, escuchando la Palabra de Dios y participando en la Eucaristía, recuerden la Pasión, la Resurrección y la gloria del Señor Jesús».
¿Qué acontece en nuestros tiempos?
Lo que hoy acontece es que muchos cristianos toman el día Domingo tan sólo como el día de descanso pero sin ninguna referencia a Dios lo que constituye un verdadero error porque no olvidemos que:
A los tres días cumplidos
de su muerte y su pasión
el Mesías verdadero
hizo su Resurrección.
Cuestionario
¿Cuál es el texto bíblico donde se habla de los 'hermanos' de Jesús? ¿Qué acontecía con el arameo en tiempo de Jesús? ¿A quiénes se daba el nombre de hermanos? ¿Qué ejemplos de ello hay en el A. T.? ¿Tuvo otros hermanos 'según la carne' Jesús? ¿Tuvo otros hijos María? ¿Por qué esta insistencia de los evangélicos en interpretar la palabra 'hermanos' como hermanos de sangre y no como comunidad de hermanos?
Tema 5: ¿Jesús fundó una o muchas iglesias?
Queridos hermanos católicos:
El otro día me encontré con un amigo-hermano y, conversando acerca de la Biblia y la Iglesia Católica, me dijo lo siguiente: «Sólo Cristo salva... las iglesias no salvan... todos los caminos llevan a Dios... todos vamos a El por caminos distintos. Da lo mismo una religión que otra».
Le contesté que me extrañaba mucho que él, siendo un hombre inteligente y conocedor de la Biblia, pudiera decir estas cosas que son verdades a medias. Es verdad, le dije, que Jesús es el Señor y Salvador, pero no es verdad que la Iglesia no tiene ninguna importancia.
No podemos negar que Jesús mismo fundó su Iglesia sobre la piedra o roca que es Pedro, y además Jesús entregó las llaves del Reino de los cielos al apóstol Pedro para atar y desatar aquí en la tierra. Esto no lo invento yo, le dije, sino que está claramente escrito en la Biblia.
Y le hice leer a mi amigo el texto del Evangelio de San Mateo 16, 13-19. Es el pasaje bíblico en el que el apóstol Simón Pedro proclama que «Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios vivo.» Y Jesús felicitó a Pedro por esta proclamación de fe, porque realmente esta fe viene de Dios. Luego Jesús dijo algo muy importante a Simón Pedro: «Y ahora, yo te digo: 'Tú eres Pedro, o sea, piedra, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las fuerzas del infierno no la podrán vencer. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra será atado en el cielo, y lo que desates en la tierra será desatado en los cielos».
1. ¿Qué quiso decir Jesús a Simón Pedro?
1) Jesús da al apóstol Simón un nuevo nombre: «Pedro» (En el texto original griego está escrito «Petra» que significa en castellano 'piedra', 'roca'). Quiere decir que el apóstol Simón tendrá la función de ser la «piedra» o «roca» sobre la que Cristo fundará su Iglesia. Así Pedro fue señalado por Jesús para ser como la base visible de su Iglesia en la tierra.
2) Jesús da también a Pedro la autoridad de 'atar' y 'desatar'. Para los judíos 'atar y desatar' significa declarar lo que es prohibido y lo que es permitido. Por tanto le corresponde a Pedro declarar lo que es permitido y lo que no es permitido en la Iglesia de Cristo.
3) Las fuerzas del demonio no podrán vencer a la Iglesia de Cristo, y por más que intenten hundirla, no lo lograrán.
2. ¿Qué significados tiene la palabra Roca?
Pero mi amigo protestó: «Usted no lee bien la Biblia: ¡Jesús es la única Roca y nadie más!»
Tuvimos que leer otra vez el texto: «Tú eres Pedro, o sea, piedra, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt. 16, 18). Este texto está muy claro y dice que Pedro es la piedra sobre la cual Jesús edificará su Iglesia.
Le dije también a mi amigo que si bien es cierto que en otras partes de la Biblia está escrito que Jesús es la Roca y la Piedra de base y que no hay otra base fuera de Jesús, en estos lugares, le insistí, la palabra Piedra tiene otro significado:
Veamos tres ejemplos:
«Y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de una roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo.»
«La base nadie la puede cambiar, ya está puesta y es Cristo.»1 Cor. 3, 11
«Colocó en Sión una piedra de base, escogida y preciosa, quien cree en él no quedará defraudado» (1 Pdr. 2, 4-8).
Según estos textos, Cristo es Piedra viva, Cristo es la base de la fe, Cristo es la Piedra de más valor para los que creen. Y nosotros creyentes, «como piedras vivas debemos entrar en la construcción de este templo espiritual» (1 Pedr. 2, 4 ).
Ahora bien en estos textos, Jesús es la Roca espiritual, es la Piedra de base para los que creen, es la Piedra angular del templo espiritual. Pero cuando Jesús escoge a Pedro como 'piedra de su Iglesia', no se refiere a una piedra espiritual, sino a la piedra visible de su Iglesia en la tierra. Esta es la diferencia.
3. ¿Quién es hoy Pedro?
Nuevamente, mi amigo se me rebeló y me dijo: «Pero lo que Jesús dice de Pedro no vale para los Papas de Roma».
Meditando bien la Biblia, le dije, nadie puede negar que ya en el A. T. Dios quiso que su Pueblo tuviera un centro visible: Jerusalén, el monte Sión, y además el Pueblo de Dios se había agrupado en torno a los Reyes, hijos de David. Cuando Dios eligió a David, primer rey de Israel, le prometió que sus hijos, sus sucesores, estarían para siempre encabezando el Reino de Dios (2 Sam. 7, 16) Y esta promesa se verificó en Jesús: «Dios, el Señor, le hará rey como a su antepasado David para que gobierne a Israel por siempre. Y su gobierno nunca terminará» (Lc. 1, 32, 33)
Ahora bien, Jesús eligió a Pedro para que sea para siempre la base visible de su Iglesia. Pero Pedro tenía que morir. Entonces, en adelante, los sucesores de Pedro -los Papas- serán, uno tras otro, cabeza visible de la Iglesia. Lo mismo que Pedro fue la cabeza visible para los apóstoles y para la Iglesia primitiva, así el Papa es hoy la cabeza visible de la Iglesia.
Jesús sabía muy bien que para mantener su Iglesia a lo largo de los siglos se necesitaba una autoridad visible que pudiera determinar quiénes pertenecen y quiénes no pertenecen al grupo de los creyentes y cómo se debe comprender la fe en Cristo y las exigencias del Evangelio. Si no hubiera esta autoridad visible la Iglesia de Cristo caería fácilmente en un sin fin de pequeñas iglesias y eso no es la voluntad de Jesús. Esto es precisamente lo que les ha pasado a las Iglesias Evangélicas. Mientras nosotros los católicos somos una sola Iglesia, ellos tienen un sin fin de denominaciones. El Señor fundó una sola Iglesia y pidió con fervor por la unidad de los creyentes. Esta fue la oración de Jesús: «Padre Santo, cuida con tu poder a los que me diste, para que estén completamente unidos como tú y yo» (Jn. 17, 11).
Además Jesús dijo también que nunca abandonaría a sus apóstoles y a su Iglesia: «Yo estaré con ustedes todos los días hasta que termine este mundo» (Mt. 28, 20). Aquí hay claramente un compromiso de Jesucristo con su Iglesia en forma definitiva.
Ahora bien, la Iglesia Católica se distingue de las demás Iglesias cristianas porque está fundada sobre los apóstoles de Jesús. Solamente la Iglesia Católica durante dos mil años ha permanecido fiel y unida en torno a sus legítimos sucesores, los obispos. Mantener esta unidad y continuidad ha sido algo único y providencial. A algunos católicos les cuesta a veces esta comunión con el Papa y les parece más práctico fundar una nueva iglesia reformada al lado de la Iglesia Católica. Esto es lo que ha pasado siempre en su largo caminar a través de estos dos mil años y de ahí han nacido los cismas, algunos de los cuales perduran hasta nuestros días.
Ahora bien, la Iglesia Católica en su conjunto es la única que puede decir que ha permanecido fiel a las enseñanzas de Jesús desde su fundación hasta hoy.
Cuando un católico, acosado por los evangélicos, se cambia de religión y se pasa a las sectas, ciertamente que no piensa en todas estas cosas. No piensa en la Tradición de la Iglesia Católica a la que renuncia. No piensa en lo que Jesús dijo a Pedro. Tampoco piensa en lo mucho que sufrieron los misioneros que trajeron la fe católica a América y a nuestro país. Ni menos piensa en lo que le dirían sus padres que le inculcaron la fe católica bautizándolo desde su primera edad. Ojalá que todos los católicos sintamos un legítimo y verdadero orgullo de pertenecer a la única Iglesia que fundó Jesucristo, la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica.
Dice el CONCILIO VATICANO:
¿Cómo Jesús edificó la Iglesia?
Jesucristo edificó la santa Iglesia enviando a sus apóstoles como El mismo había sido enviado por el Padre (Jn. 20, 21) y quiso que los obispos, sus sucesores, fueran los pastores de la Iglesia hasta la consumación de los siglos.
¿A quién puso Jesús como principio de la unidad de la fe?
Jesús puso al apóstol Pedro como fundamento visible de la Iglesia y le prometió su asistencia hasta el final de los tiempos.
¿Cómo instituyó Jesús a los apóstoles?
El Señor Jesús, después de haber hecho oración al Padre, llamando a sí a los que El quiso, eligió a los Doce para que viviesen con El y los envió a predicar el Evangelio. (Mc. 3, 13) Los instituyó a modo de colegio, es decir, de grupo estable, y puso al frente de ellos a Pedro, elegido de entre ellos mismos. (Jn. 21, 15)
¿Cómo realizan esta tarea los apóstoles?
Los apóstoles, predicando en todas partes el Evangelio (Mc. 16, 20), reúnen a la Iglesia universal que el mismo Señor fundó y edificó sobre el bienaventurado Pedro, poniendo como Piedra angular del edificio a Cristo Jesús. (Apoc. 21, 14)
¿Quiénes fueron colaboradores de los apóstoles?
Los apóstoles encomendaron desde un principio su ministerio, en diverso grado, a diferentes personas en la Iglesia, a fin de consolidar la obra de Jesús, y así desde un principio delegaron diversas funciones en los presbíteros y en los diáconos estableciéndolos como a sus inmediatos colaboradores en orden a apacentar la grey que Dios les había confiado.
Dice el NUEVO CATECISMO:
¿Cuál es la verdadera Iglesia de Cristo?
La verdadera Iglesia de Cristo es la Iglesia Católica gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comunión con él.
¿Cuál es la triple función de la Jerarquía?
La triple misión de la Jerarquía es la de enseñar la verdad revelada, la de santificar a través de los sacramentos y la de gobernarla con su autoridad sagrada.
¿Pueden encontrarse elementos de santificación y de verdad fuera de la Iglesia Católica?
Sí, fuera de la Iglesia Católica pueden encontrarse elementos de verdad y de santificación, pero su plenitud está sólo en la Iglesia Católica.
¿Quiénes son los laicos?
Los laicos son aquellos cristianos que -sin ser sacerdotes o religiosos- están incorporados a Cristo por el Bautismo y participan de la triple función de Cristo: sacerdotal, profética y real.
¿Cuál es la vocación de los laicos?
La vocación propia de los laicos es ocuparse de las realidades temporales y ordenar el mundo según el designio de Dios. A los laicos corresponde ser como la sal y el fermento en medio del mundo.
¿Están también los laicos llamados al apostolado?
Sí, en virtud de su bautismo y de su confirmación, los laicos están llamados por Dios al apostolado y a trabajar para que el Mensaje de Jesús llegue a todos.
Décima del canto a lo Divino
El día de la Ascensión
con un gozo muy profundo
Jesús dijo por el mundo
lleven mi predicación.
Por todo pueblo y nación
prediquen la santa fe
Yo los acompañaré
hasta el final de los tiempos
y en la cruz y en el tormento
junto a ustedes Yo estaré.
Cuestionario
¿Qué dijo Jesús en Mt. 16, 13-19? ¿Qué le dice Jesús a Pedro? ¿Qué significa el poder de «atar y desatar»? ¿Qué significa la palabra «roca» aplicada a Pedro? ¿Quién es hoy Pedro? ¿Qué acontecería si en la Iglesia Católica no hubiera una autoridad visible? ¿Cuál es la causa de las divisiones y subdivisiones entre las iglesias protestantes? ¿Qué garantía de unidad nos da la comunión con el Papa?
Queridos hermanos católicos:
Me doy cuenta de que los hermanos evangélicos tienen miedo de llamar «padre» a los sacerdotes. Y aunque saben muy bien que es costumbre de llamar al ministro de la Iglesia Católica como «padre», algunos me dicen «caballero» o «señor» y, en el mejor de los casos, me llaman «hermano». También hay algunos que me dicen «señor sacerdote» (¡y me consta que después le dicen sin más a su gente que los sacerdotes mataron a Cristo, porque dicen que también así está en la Biblia!)
No importa cómo me llamen, o qué piensen de mí. Sé que Dios conoce los pensamientos más íntimos y es El quien me va a juzgar.
En esta carta quiero explicarles de donde viene este nombre de «padre» y luego en otra carta les hablaré de los sacerdotes, de los que ellos dicen que mataron al Señor.
1. El texto bíblico.
Me gusta que me digan «hermano», pero no deben pensar que cometen algún pecado si me llaman «padre». Seguramente han escuchado aquel texto bíblico que dice: «No se dejen llamar Maestro, porque uno solo es vuestro Maestro y todos ustedes son hermanos. Tampoco deben decirle «padre» a nadie en la tierra, porque tienen solamente un Padre que está en el cielo» (Mt. 23, 8-9) y por eso piensan muchos que no deben decir ni por nada «padre» a un sacerdote.
Hermanos y amigos: leyendo bien toda la Biblia nos damos cuenta que las Sagradas Escrituras hacen siempre la distinción entre «Padre» como título de honor reservado al Dios Único, fuente y fin de todas las cosas, y padre con minúscula, es decir, el padre que da la vida humana o el «padre espiritual».
Lo mismo sucede con la palabra Maestro. El único Maestro -con mayúscula- es Dios, pero esto no quita que, aun entre nosotros, llamemos maestro -con minúscula- a cualquier profesor o maestro carpintero. Es decir, tenemos un Padre y un Maestro por excelencia que es Dios. Un Padre y Maestro -en letra grande- que es el Dios Único y nadie puede apropiarse de este título.
Ahora bien, entre nosotros puede haber muchos padres y maestros en cuanto que participamos de alguna manera de la paternidad y de la maestría de Dios.
2. ¿Qué nos dice la Biblia acerca del nombre «Padre»?
La Biblia nos dice claramente que Dios es el único Padre y Maestro. Dios es el único Padre fuente y origen de todas las cosas. Dice el Apóstol: «Para nosotros no hay más que un solo Dios: el Padre. El Padre Dios hizo todas las cosas y nosotros existimos por El» (1 Cor. 8, 6).
Según este texto bíblico, está claro que no debemos dar este título divino a nadie más que a Dios. El es el Padre y Maestro por naturaleza. En El está el origen del bien, de la vida y de toda sabiduría.
Veamos el contexto de la frase de Jesús:
En el Evangelio de San Mateo, cap. 23, en un largo discurso, Jesús acusa a los fariseos y a los maestros de la ley, porque a ellos les gustan mucho los títulos de honor. Se consideran autorizados para interpretar la ley de Moisés como quieren (vers. 2), les gusta llevar en la frente y en el brazo partes de las Sagradas Escrituras (vers. 6), quieren que la gente los salude con todo respeto en las calles y que les llame maestros (vers. 7). Es en este contexto que Jesús les dice: «Pero ustedes no deben hacer que la gente les llame maestros, porque todos ustedes son hermanos y tienen solamente un Maestro, que es Cristo. Y no llamen ustedes Padre a nadie en la tierra, porque tienen solamente un Padre, el que está en el cielo» (vers. 8-9). «El que es el mayor de ustedes sea el que sirve a los demás (vers. 11). Porque el que se hace grande será humillado, pero el que se humilla será hecho grande» (vers. 12).
Queridos hermanos, está muy claro que Jesús no quiere que demos títulos de honor a ningún miembro de la comunidad. Pero no debemos pensar que Jesús quiere terminar con toda autoridad entre nosotros, sino que pide que haya responsables en la comunidad de los creyentes que sirvan con mucha humildad al pueblo y que su autoridad no debe opacar la del único Padre Dios. Lo que importa en realidad no es el título que se da a los responsables de la comunidad, sino el servicio humilde que prestan. Y para expresar este servicio de paternidad espiritual es que desde hace siglos el pueblo llama, por acomodación, «padres» a los sacerdotes.
3. Jesús llama a Dios «Mi Padre»
«Jesús en su condición de Verbo encarnado (como hombre) se define como: «el Hijo único del Padre, por naturaleza». «Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce realmente al Hijo sino el Padre y nadie conoce realmente al Padre sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo se lo ha querido dar a conocer» (Mt. 11, 27). Estos textos bíblicos nos hacen ver que hay una relación íntima y única entre el Padre y el Hijo. Jesús es el único que puede llamar Padre con propiedad a Dios. El es su Hijo por naturaleza.
Ahora bien, nosotros también llamamos a Dios «nuestro Padre», ya que por el poder del Espíritu Santo, somos hijos de Dios. Jesús es Hijo por naturaleza, nosotros somos sus hijos por adopción. Dios es el Padre Único, fuente y fin de todas las cosas, y nosotros no debemos dar a nadie este título divino. Esto es lo que quería decir Jesús en su discurso contra los fariseos y los maestros de la ley (Mt. 23, 9) que se apropiaban títulos divinos. Pero Dios no quería decir ni que los hijos no llamen padre a su papá ni que en una comunidad cristiana los fieles no puedan llamar padre a su sacerdote.
El texto también dice: «No llamen Maestro a nadie, porque uno solo es vuestro Maestro». Cierto que Jesucristo es el único Maestro fuente de toda verdad y sabiduría (Jn 18, 37), pero Dios no se opone a que llamemos maestro -por participación- a un profesor o a un maestro carpintero. El argumento es idéntico.
Entendidas así las cosas, ni la palabra «padre» ni la palabra «maestro» son títulos exclusivos de Dios sino que, por acomodación, los aplicamos a las personas. Y así es que tanto la palabra «padre» como la palabra «maestro» forman parte del lenguaje común y corriente que empleamos a diario para conversar y para entendernos.
En consecuencia, un hijo puede llamar «padre» a su papá, o a su padre espiritual o al sacerdote y puede llamar «maestro» a su profesor y al maestro gásfiter. Y las mismas Sagradas Escrituras no tienen ningún problema en usar estos nombres. Jesús mismo dijo: «Honra a tu padre y a tu madre» (Lc.18, 20). Y el apóstol Pablo lo repite varias veces: «Hijos, su deber como creyentes es obedecer a sus padres, porque esto es justo» (Ef. 6,1). Si el Apóstol los llama hijos en la fe significa que los hijos igualmente lo pueden llamar padre (Col. 3, 20 y Tim. 1, 2). Según la interpretación de los evangélicos, que no trepidan en sacar textos bíblicos fuera de su verdadero contexto, tampoco podríamos llamar «maestro» a nadie, ya que en la misma cita bíblica (Mt. 23, 8-9) Jesús nos dice que «no se dejen llamar Maestro porque un solo Maestro tienen ustedes». Y sin embargo, todo el mundo llama maestro al gásfiter, al carpintero, al albañil, etc. Y a nadie se le ocurre decir que va contra el Evangelio.
4. La paternidad espiritual del apóstol
La Biblia habla también de una «paternidad espiritual».
-El apóstol Pablo proclama al Patriarca Abraham como «padre» en la fe. «Abraham viene a ser padre de todos los que tienen fe» (Rom. 4, 11).
-El apóstol Juan da a los «ancianos» o responsables de la comunidad el nombre de «padres» (1 Juan 2, 13-14).
-En sus cartas los apóstoles llaman a los creyentes con el nombre de «hijitos» (Gál. 4, 19 y I Juan 2, 1-12; y 18, 28). Si el apóstol les llama «hijos», es que ellos lo llamaban «padre».
-Timoteo, el colaborador del Apóstol Pablo, es llamado cuatro veces con el nombre de «hijo en la fe» (1 Tim. 2 y 18; y 2 Tim. 1, 2 y 2, 1): «Yo, Pablo, ya anciano y ahora preso... te pido un favor para Onésimo, quien ha llegado a ser un hijo mío espiritual» (Filemón 10).
-En otros textos el Apóstol Pablo también se presenta como un «padre». «Ustedes ya saben cómo Timoteo ha demostrado su virtud y cómo ha servido en la predicación del mensaje, como un hijo que ayuda a su padre» (Filip. 2, 22).
Queridos hermanos y amigos: éste es el sentido con que la Iglesia Católica usa el nombre de «padre» para indicar al pastor o ministro de la comunidad de los creyentes. No es ni de lejos con el intento de apropiarse de un título divino.
Ahora bien, para evitar confusiones y para no dar motivo a escándalos farisaicos, en algunos países la Iglesia Católica utiliza otras palabras para designar a sus sacerdotes. En Alemania, por ejemplo, se usa la palabra «pastor» (con acento en la a) para referirse al sacerdote católico, y «pastor» (con acento en la o) para referirse al ministro evangélico. En Chile usamos generalmente el nombre de «pastor» para referirnos al Señor Obispo. En Francia se llama al sacerdote con el título de «l'Abbé». En Cataluña, España, se le llama Mossén. Pero en América Latina está arraigada la costumbre de llamarlo «padre». Quienes tengan dificultad, que le llamen «hermano», que es también una hermosa palabra. Pero entendidas así las cosas, se puede usar la palabra «padre» y «maestro» sin que ello signifique un agravio ni ofensa a Dios. Se trata simplemente de una paternidad espiritual.
5. Lo que importa es ser un servidor de la comunidad
Lo que importa no es tanto la cuestión del nombre, lo que importa es que el sacerdote o ministro sea un servidor de la comunidad. Si no lo es, ahí sí que hay una contradicción, por más que use nombres muy «serviciales». Y esta actitud se manifiesta cuando los fieles tratan al pastor o al sacerdote como a un semidios. No debemos caer en este defecto. Los ministros de la comunidad debemos ser servidores. La actitud orgullosa de los fariseos y maestros de la ley (Mt. 23) es una tentación de todas las religiones. Los fariseos no reconocieron la autoridad de Dios sino que simplemente se la apropiaron y «se sentaron en el trono de Moisés» (Mt. 23, 2).
Toda autoridad en la Iglesia debe fundamentarse en la fraternidad y en el servicio a Dios y a los hermanos. El que enseña y dirige la comunidad también es un hombre pecador y no debe sentirse como los grandes del mundo, sino que debe ser un amigo, un hermano, un padre y servidor en Cristo Jesús.
Así que referente al nombre de «hermano» o «padre» o «pastor», se lo digo una vez más: lo que importa es el espíritu con que se dice más que la letra. ¿No dijo, acaso, el apóstol: «La letra mata y es el espíritu el que da vida»? (2 Cor. 3, 6).
Dice el CATECISMO:
¿Quién nos creó y colocó en este mundo?
Dios nos creó y colocó en este mundo.
¿Para qué nos creó Dios?
Dios nos creó para que participáramos de la comunión de amor existente entre las tres Divinas Personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
¿Quién es Jesucristo?
Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre para salvarnos
¿Dónde se hizo hombre Jesucristo?
Jesucristo se hizo hombre en las purísimas entrañas de la Virgen María.
¿Para qué se encarnó el Verbo?
El Verbo se encarnó para que conociéramos el amor de Dios, para ser nuestro modelo de santidad y para hacernos partícipes de la naturaleza divina.
¿Quién es el Espíritu Santo?
El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad
¿Qué significa el misterio de la Santísima Trinidad?
Significa que en Dios hay tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Cuestionario:
¿Qué dice Jesús en Mt. 23, 8-9? ¿Quién es el único Padre y Maestro en sentido propio? ¿Podemos atribuirnos atributos divinos? ¿Podemos, no obstante, utilizar la palabra «padre» o «maestro» en sentido figurado o acomodado? ¿Qué dice al respecto la Biblia sobre Jesús? ¿A quién era obediente? ¿Se utiliza en la Biblia la palabra padre aplicada a los papás? ¿Se reconoce en la Biblia una paternidad de los hijos en la fe? ¿Cuál fue la práctica de Pablo al respecto? ¿Podemos, en este sentido, decir «padre» al sacerdote que nos engendra en la fe y «maestro» al profesor o carpintero? ¿Cuál es la actitud de fondo de todo servidor de la comunidad?