John Biskind pasa sus días en una prisión de Arizona, cumpliendo una sentencia de hasta 12 años en prisión. Aunque fue condenado por dejar morir a una mujer de 33 años después de practicarle un aborto por parto parcial, tiene en su haber una macabra historia de muertes escalofriantes que le ha ganado el alias del "Carnicero de Phoenix".
Sólo el caso de Lou Anne Herron convenció a las autoridades sobre quién era John Biskind. Las flexibles leyes en materia de aborto le permitieron al "médico" seguir practicando estos procedimientos a pesar de un historial plagado por una serie de casos de negligencia y abuso profesional:
En 1989, una paciente salió de un aborto practicado por Biskind con una hemorragia, presión baja extrema y calambres en las piernas. Los trabajadores de la clínica llamaron sucesivamente al doctor sin éxito alguno. La mujer fue llevada a un hospital cercano, donde los médicos le salvaron la vida practicándole una histerectomía.
Ese mismo año, Biskind trató de abortar a un bebé de 28 semanas de gestación. Biskind dijo que la madre adolescente tenía sólo 10 semanas de embarazo y le indujo un aborto temprano. Envió a la joven a su casa en vez de a un hospital, y unas cuantas horas después, la menor dio a luz. La Arizona Board of Medical Examiners (BOMEX) en 1990 le dirigió una carta de preocupación formal, cuestionando el error de su diagnóstico y la falta de cuidado posterior. Biskind es reprimido de nuevo por la BOMEX en 1991, por prescribir medicamentos impropiamente.
En 1995, Biskind da de alta a la paciente Lisa Bardsley una hora después de practicarle un aborto. Se siente mal camino a casa y es llevada de nuevo al hospital, pero es muy tarde. Biskind extirpó parte del intestino de Bardsley a través de un rasgado en su útero y la paciente murió por una hemorragia masiva. En esta ocasión, la BOMEX lo censuró por negligencia grave.
Un mes antes de la muerte de Herron, otra paciente que se sometió a un aborto presentó un cuadro de hemorragia en la sala de recuperación de la clínica A-Z. Según documentos presentados en el proceso por el caso Herron, Biskind llevó a la paciente de regreso a la sala de operación, donde le hizo un legrado sin anestesia para determinar la causa de la hemorragia. Pese a que la hemorragia siguió, Biskind le dijo a la mujer que estaría bien. El médico dejó la clínica y pese a la llegada del equipo de paramédicos de 911, la paciente murió.
Dos meses después de que la muerte de Herron se hiciera pública, Biskind trató de abortar a un infante "viable médicamente". Biskind dijo que la bebé de una adolescente de 17 años de edad tenía 23 semanas de gestación; pero realmente tenía 37 semanas. La bebé sufrió factura de cráneo y profundas laceraciones en el rostro, sobrevivió y fue adoptada.
LOU ANNE: una víctima de la industria del aborto
La periodista Celeste McGovern recopiló todos los datos de la muerte de Lou Anne Herron y los presentó en una extensa crónica que evidencia la patética aproximación de Biskind a sus pacientes.
Los hechos
El 17 de abril de 1998, Lou Anne Herron yacía en la sala de recuperación del A-Z Women's Center. Esta sola, no había enfermera de turno. El administrador del local esperó más de dos horas antes de llamar a los paramédicos. El médico que le practicó el aborto, cobró el procedimiento y estaba tan ocupado almorzando que no respondió sus desesperados gritos de ayuda.
Tan trágico como el hecho de que ese día murió Herron por abortar a su hijo, es que su bebé estaba tan desarrollado como para sobrevivir fuera del vientre materno.
Las autoridades no pudieron procesar a John Biskind por matar al bebé de Herron pero sí lo hicieron por la muerte de Lou Anne.
Lou Anne Herron lucía muy mal. Su rostro estaba pálido, sus piernas se contorneaban cubiertas de sangre y temblaba mucho.
La mentira inicial
Ella tenía seis meses y medio de embarazo cuando ingresó al A-Z Women's Center, acababa de ser sometida a un aborto tardío y fuera de la ley según las normas vigentes en Phoenix, donde se pueden matar bebés hasta las 24 semanas de gestación.
"Ayúdenme", gritaba Lou Anne. "No siento mis piernas. ¿Qué me está pasando? "
"Nada, todo está bien", respondió un funcionario de la clínica. "Ya pasó la hemorragia", dijo, pero en realidad ella seguía sangrando y no dejaría de hacerlo hasta su muerte.
Los eventos que formaron parte de la absurda muerte de Herron fueron reunidos por la policía y las noticias de The Arizona Republic. La tragedia expuso varias debilidades de la industria del aborto: asistentes médicos no entrenados, médicos indiferentes y descuidados, y administradores más preocupados en proteger la imagen de su clínica que en la salud de los pacientes.
Herron visitó la clínica A-Z Women's Center por primera vez el 7 de abril de 1998, el centro es una de las tres clínicas del área de Phoenix de propiedad del abortista neoyorquino Moishe Hachamovitch. El A-Z Center era uno de los tres centros especializados en abortos del segundo trimestre de embarazo.
Carol Stuart-Schadoff, 63, era la administradora de las tres clínicas. Según los empleados de la clínica, ella siempre tenía la última palabra.
Herron era una mujer hermosa de 33 años de edad, estaba esperando a su tercer hijo. Se había separado de su esposo Jeff, quien no sabía que estaba embarazada y pensó que un aborto dejaría las cosas así.
Sylvia Aragon, una asistenta médica en la clínica, practicó una prueba de ultrasonido que mostró que Herron tenía 26 semanas de embarazo, es decir, dos más que el límite de 24 impuesto en el estado.
Aragon dijo a la policía que Herron se molestó cuando supo esto y dijo que debía someterse a un aborto.Esa tarde, Stuart-Schadoff envió a Herron al Family Planning Institute, una clínica hermana en Glendale para otro ultrasonido. El segundo sonograma indicó que el bebé de Herron tenía 24 semanas y cuatro días. Una vez más, era muy tarde.
Tammy Lomas, empleada del Family Planning Institute, llamó por teléfono a Stuart-Schadoff para informar que Herron no podía someterse al aborto, y según le dijo a la policía, Stuart-Schadoff les pidió que "hicieran algo" para permitirlo y ordenó que enviaran a Herron de regreso a su clínica.
El 16 de abril, Stuart-Schadoff ingresó a la sala de ultrasonido en la clínica A-Z abrazando a Lou Anne Herron, y se la presentó a Michele Price, la encargada de los sonogramas.
Un día antes de su muerte, Victoria Kimball, una enfermera, escuchó a Michele Price decirle a Biskind que el embarazo de Herron tenía 26 semanas y unos días más. Escuchó a Biskind decirle a Price que tomara un nuevo sonograma y explicarle que si posicionaba al bebé de una forma distinta, podría lograr que el equipo arrojara una edad distinta.
Cuando fue cuestionada por la policía, Price señaló que Biskind no le instruyó parar alterar el ultrasonido, pero era claro que lo quería porque le dijo que necesitaba asegurar que la mujer tenía menos de 24 semanas.
El proceso
En la clínica, a las mujeres que se someten a abortos tardíos se les introduce una laminaria que una vez en la vagina se expande con fuerza, abre el cervix y permite que el abortista pueda ingresar sus instrumentos para realizar el procedimiento. A Herron le insertaron la laminaria el día antes del procedimiento y debía regresar a las 9 de la mañana del día siguiente.
Herron fue la primera en llegar. Su historia clínica indica que pagó 1,250 dólares por su aborto.
Sin enfermera
La enfermera de turno, Lois Montagno, tenía una cita para una mamografía esa tarde. En las semanas y días previos al 17 de abril, varios empleados la escucharon decirle a Stuart-Schadoff que necesitaría un reemplazo. Montagno salió de la clínica a las 12:15 p.m. Ninguna enfermera la reemplazó.
El aborto de Herron comenzó a las 12:30. Aragon, el médico asistente, recordó que Biskind "parecía sufrir mucho cuando le trituraron el cráneo al bebé y lo sacaron de su útero". Herron comenzó a sangrar. Un examen médico encontró después que Herron tenía una rasgadura de 2 por 0.75 pulgadas en su útero.
Teresa Jensen y Kaihya Jimenez fueron contratadas a principios de ese mes para contestar llamadas telefónicas y tomar la presión por 7 dólares la hora. Ninguna tenía experiencia clínica. De hecho, el día del aborto de Herron era la primera vez en que trabajaban en la sala de recuperación, pero eso no evitó que Stuart-Schadoff las enviara en vez de una enfermera.
Comienza la agonía
Ambas estaban muy nerviosas. Herron ingresó a la sala de recuperación pálida y deshidratada antes de la 1:30 p.m. Jensen y Jimenez tomaron su presión sanguínea y registraron 80 sobre 50, una cifra tan baja que pensaron que el equipo estaba malogrado o habían hecho algo mal. La tomaron de nuevo seis veces.
En un momento, Jensen contó a la policía, Herron se sentó en medio de un severo dolor y les pidió que hicieran algo por ella.
Otra asistente médica, Mabel López, de 68 años de edad, ingresó a la sala de recuperación antes de las 2 de la tarde. Cuando vio a Herron exclamó: "Dios mío, ¿no ven que está sangrando?" Una de las asistentes comenzó a limpiar a la paciente, pero López le dijo que dejara la sangre en su sitio para que Biskind pudiera ver cuanta sangre había perdido.
López encontró a Biskind en otra sala, almorzando, y le dijo que Herron estaba sangrando con fuerza. "Sal de aquí", le gritó Herron y la mandó donde Stuart-Schadoff diciendo que vería a Herron después de comer.
López buscó a Stuart-Schadoff en su oficina pero fue regañada por interrumpir una conversación.
Indiferencia y engaño
Después de su almuerzo, Biskind fue a la sala de recuperación. Vio a Herron y se quejó por la inexperiencia de los asistentes médicos con Stuart-Schadoff. La mujer se incorporó y preguntó qué estaba pasando. "Todo está bien, sólo recuéstese", le dijo.
"Parecía que LouAnne estaba recostada en una piscina de gelatina", recordó Jensen porque "en ese momento, la sangre estaba coagulada desde su ombligo hasta sus pies".
Biskind ordenó a las asistentes que la limpiaran y luego se fue a practicar otro aborto.
Fue en la sala de operación en la que se dio cuenta que no había enfermera de turno, ordenó que ubicaran a Stuart-Schadoff, y luego algunos empleados lo escucharon discutir con la mujer sobre la falta del personal.
Mientras tanto, Herron seguía debilitándose. Era obvio para las asistentes médicas que sufría un severo dolor. Se quejaba, lloraba, gritaba que no podía sentir sus piernas y pedía ayuda.
La imagen ante todo
Al frente de la clínica A-Z se encuentra el Hospital del Buen Samaritano, pero en vez de acudir a ellos, llamaron al 911 a eso de las cuatro de la tarde. Antes, Stuart-Schadoff llamó a Tammy Lomas de la clínica de Glendale para que la ayude (no le dijo por qué) pero Lomas le respondió que debía esperar a que un exterminador terminara su trabajo en las instalaciones.
Stuart-Schadoff llamó luego al Family Planning Institute en Scottsdale. Deryl Whitlock, una asistente médica, le dijo que le tomaría veinte minutos llegar a la clínica A-Z clinic pero salió para allá.
Barbara Blanc, amiga de Herron durante 15 años, llegó para recogerla y estaba en la sala de espera, preocupada. Escuchó a Herron preguntar qué ocurría y ella misma quería saber por qué había tanta alarma.
Según el reporte de la policía, a Blanc se le dijo simplemente que la paciente no se había recuperado tan rápido como se esperaba.
A eso de las 3 p.m., Stuart-Schadoff llamó al asistente Jenil Begay a la sala de recuperación. Incorporaron a Herron y Aragon, la misma que asistió a Biskind en la sala de operaciones, entró en un ataque de histeria afirmando que pasaba algo malo.
La hora final
Begay trató de hacer reaccionar a Heeron llamándola por su nombre pero no encontró respuesta alguna. Estaba inconsciente.
Biskind había desaparecido. Nadie supo exactamente a qué hora salió de la clínica. Simplemente, terminó su último aborto y se fue sin volver a visitar a Herron.
Los asistentes recostaron nuevamente a Herron, Begay preguntó si alguien había registrado sus signos vitales. Nadie respondió. Puso un estetoscopio en el pecho de Herron pero con las justas escuchó sus latidos.
Alguien sugirió llamar al 911 pero Stuart-Schadoff se negó y ante la presión sólo aceptó llamar a Biskind. El médico respondió las llamadas a la 4:12 p.m. desde un centro de estética, y dijo que no regresaría a la clínica.
En la sala de espera, una mujer le dijo a Barbara Blanc que Herron había sufrido una reacción alérgica y escuchó que llamaron al 911.
En los registros del 911, figura que la llamada fue hecha a las 4:17 p.m., Aragon les dijo a los paramédicos que ingresaran por la puerta lateral y que no usaran sirenas.
La persona que respondió la llamada en la central de emergencias le preguntó a Aragon cuál era el problema y si estaba respirando. Aragon fue evasiva pero dijo que no estaba respirando bien, que no le habían puesto oxígeno y que no sabía si tenían un balón de oxígeno en el local.
El capitán Arnie Barajas, un paramédico del Departamento de Bomberos de Phoenix, afirmó que Herron yacía en un charco de sangre, fría, pálida y probablemente muerta desde hacía un buen rato.
El capitán Brian Tobin, otro paramédico, señaló que uno de los empleados de la clínica le dijo que la presión de Herron se tomó a las 4:24 p.m. –poco antes que llegaran los paramédicos- y que era de 90 sobre 50. Sin embargo, los registros eran falsos.
Los paramédicos llevaron a Herron a la sala de emergencia del Hospital del Buen Samaritano, al frente de la clínica abortista. Ahí, el médico David Cohen la declaró muerta a las 4:50 p.m.
Instrucciones
Al día siguiente, Stuart-Schadoff reunió a su staff y les ordenó no hablar de la muerte de Herron e insistió en ocultar el caso sobre todo de los pro-vida locales. Jensen declaró al programa de televisión 20/20 de la cadena ABC que Stuart-Schadoff les obligó a negar la muerte de Herron y decir que era una mentira inventada por los manifestantes.
Según Begay, Stuart-Schadoff llamó a Aragon para pedirle que dijera que no había algo que pudiese haber hecho, que hizo lo mejor y que "Lou Anne había muerto porque era la voluntad de Dios".
No mucho después de que la muerte de Herron salió a la luz, Biskind perdió sus licencias de trabajo en Arizona y Ohio, su estado natal. Al menos tres empleados de la clínica renunciaron, y el dueño Moishe Hachamovitch cerró eventualmente la clínica A-Z y otras dos instalaciones del área de Phoenix.
Culpables
La policía de Phoenix ordenó una investigación sobre el caso. La encargada de la misma, la Dra. Patricia Graham, llegó a la conclusión de que los récords habían sido adulterados y que la atención que recibió Herron, estaba "muy lejos de los niveles aceptables. Herron pudo haber sobrevivido con un cuidado mínimo y con el tratamiento que le negó Biskind.
Durante el juicio contra Biskind en la Corte Superior de Maricopa, el médico John Gallagher coincidió con Graham.
El argumento de la defensa de Biskind era que Herron sufría de "hemorragia incipiente" y sugirió que su bebé –y no los instrumentos de Biskind- había dañado el útero de Herron.
El 20 de febrero pasado, el jurado determinó la culpabilidad de Biskind por homicidio, y encontró a Stuart-Schadoff culpable de homicidio culposo.
Vicki Conroy de Legal Action for Women, que provee ayuda legal a las mujeres heridas por el aborto, afirmó después del arresto de Biskind que el caso de Herron no es una anomalía porque el aborto es una industria que está ampliamente fuera de la regla.
"Herron se desangró
hasta morir porque Biskind, como muchos otros abortistas,
es simplemente un carnicero de callejón. Sin temor
a equivocarme, hay abortistas como John Biskind en todos
los estados", indicó Conroy.