Oh Jesús amantísimo mira hasta donde te ha llevado el exceso de tu amor: para darte todo a mí, me has preparado un banquete divino donde me sirves tu carne y tu sangre preciosa. ¿Quién te impulsó a esos transportes de amor? Nadie, con seguridad, sino tu corazón lleno de ternura. O adorable corazón de Jesús, horno ardiente del amor divino, recibe mi alma en tu llaga sagrada, para qe en esta escuela de caridad, aprensa a amar en reciprocidad a un Dios que ha dado pruebas tan sorprendentes de su amor. Amén. (100 días de indulgencia, una vez al día. Pío VII, 1818).