A los Obispos, a los sacerdotes y diáconos,
A los religiosos y religiosas a los fieles laicos
Y a todas las personas de buena voluntad
Sobre el valor y el carácter inviolable de la Vida Humana
Valor incomparable de la persona humana
Nuevas amenazas a la vida humana
En comunión con todos los obispos del mundo
CAPÍTULO I
LA SANGRE DE TU HERMANO CLAMA A MÍ
DESDE EL SUELO
Actuales amenazas a la vida humana
- «Caín se lanzó contra su hermano Abel y lo mató» (Gén. 4,8): raíz de la violencia contra la vida
- «¿Qué has hecho?» (Gén. 4, 10): eclipse del valor de la vida
- «¿Soy acaso el guarda de mi hermano?» (Gén. 4, 9): una idea perversa de libertad
- «He de esconderme de tu presencia» (Gén 4, 14): eclipse del sentido de Dios y del hombre
- «Os habéis acercado a la sangre de la aspersión» (cf. Hb. 12, 22-24): signos de esperanza y llamada al compromiso
CAPÍTULO II
HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA
Mensaje cristiano sobre la vida
- «La vida se manifestó, y nosotros la hemos visto» (1 Jn. 1,2): la mirada dirigida a Cristo, «Palabra de vida»
- «Mi fortaleza y mi canción es el Señor. El es mi salvación» (Ex. 15, 2): la vida es siempre un bien
- «El nombre de Jesús ha restablecido a este hombre» (cf. Hch. 3, 16): en la precariedad de la existencia humana Jesús lleva a término el sentido de la vida
- «Llamados a reproducir la imagen de su Hijo» (Rom. 8, 28-29): la gloria de Dios resplandece en el rostro del hombre
- «Todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás» (Jn. 11, 26): el don de la vida eterna
- «A cada uno pediré cuentas de la vida de su hermano» (Gén. 9, 5): veneración y amor por la vida de todos
- «Sed fecundos y multiplicaos, y henchid la tierra y sometedla» (Gén. 1, 28): responsabilidades del hombre ante la vida
- «Porque tú mis vísceras has formado» (Sal. 139/138, 13): la dignidad del niño no nacido
- «Tengo fe aún cuando digo: "¡Muy desdichado soy"!» (Sal. 116/115, 10): la vida en la vejez y en el sufrimiento
- «Todos los que la guardan alcanzarán la vida» (Ba. 4, 1): de la ley del Sinaí al don del Espíritu
- «Mirarán al que atravesaron» (Jn. 19, 37): en el árbol de la Cruz se cumple el Evangelio de la vida
CAPÍTULO III
NO MATARÁS
La Ley santa de Dios
- «Si quieres entrar en la vida guarda los mandamientos» (Mt. 19, 17): Evangelio y mandamiento
- «Pediré cuentas de la vida del hombre al hombre» (cf. Gén 9, 5): la vida humana es sagrada e inviolable
- «Mi embrión tus ojos lo veían» (Sal. 139/138, 16): el delito abominable del aborto
- «Yo doy la muerte y doy la vida» (Dt. 32, 39): el drama de la eutanasia
- «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hch. 5, 29): ley civil y ley moral
- «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Lc. 10, 27): «promueve» la vida
CAPÍTULO IV
A MI ME LO HICISTEIS
Por una nueva cultura de la vida humana
- «Vosotros sois el pueblo adquirido por Dios para anunciar sus alabanzas» (cf. 1 P. 2, 9): el pueblo de la vida y para la vida
- «Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos» (1 Jn. 1, 3): anunciar el Evangelio de la vida
- «Te doy gracias por tantas maravillas: prodigio de soy» (Sal 139/138, 14): celebrar el Evangelio de la vida
- «¿De que sirve hermanos míos, que alguien diga: "Tengo fe", si no tiene obras?» (St. 2, 14): servir el Evangelio de la vida
- «La herencia del Señor son los hijos, recompensa el fruto de las entrañas» (Sal. 127/126, 3): la familia «santuario de la vida»
- «Vivid como hijos de la luz» (Ef. 5, 8): para realizar un cambio cultural
- «Os escribimos esto para que nuestro gozo sea completo» (1 Jn. 1, 4): el Evangelio de la vida es para la ciudad de los hombres
- «Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer vestida del sol» (Ap. 12, 1): la maternidad de María y de la Iglesia
- «El Dragón se detuvo delante de la Mujer para devorar a su Hijo en cuanto lo diera a luz» (Ap. 12, 4): la vida amenazada por las fuerzas del mal
- «No habrá ya muerte» (Ap. 21, 4): esplendor de la resurrección