El pensamiento de Juan Luis Segundo en su
contexto
Horacio Bojorge
Madrid, España
Ediciones Encuentro
380 pp.
Como es evidente
desde el título, esta obra ofrece una lectura crítica del
pensamiento del jesuita uruguayo Juan Luis Segundo desde su propio contexto,
considerando que desde el 17 de enero de 1996, "desbordando lo habitual
en los elogios fúnebres", se manifestó el empeño
de exaltar, junto con su persona, su pensamiento.
El autor ofrece este informe crítico dado que están interviniendo
en la recomendación de sus obras y de su enseñanza, personas,
instituciones y publicaciones representativas de la Compañía
de Jesús, suscitándose la fundada impresión de que
la Compañía misma asume, respalda y difunde como propias las
doctrinas de Juan Luis Segundo.
Este informe crítico muestra que el pensamiento de Segundo se inscribe
dentro de corrientes históricas del pensamiento naturalista cuyas
categorías él ha aceptado y padecido pasivamente más
que repensado, pero que no por eso deja de compartir y, en consecuencia,
de difundir.
El pensamiento de este autor merece por eso objeciones que hacen aconsejable
medir los elogios exagerados que algunos le tributan y emitir juicios más
cautelosos y matizados. Si muchos lo aplauden es porque representa el pensamiento
de la modernidad acerca de la fe y de la Iglesia y porque repite los motivos
modernistas, aplicándolos a diversos temas y situaciones. No conviene,
por eso, recomendarlo sin reservas, y menos asumirlo como propio o representativo
de la Compañía de Jesús.
Según Bojorge, "el pensamiento de Juan Luis Segundo es como
una soga, que por sí sola no ahorcaría a nadie, si no estuviera
atada a una firme y resistente rama de pensamiento naturalista y gnóstico.
Rama que, sin embargo, irónicamente pertenece al mismo arraigadísimo
y resistente tronco de la cultura dominante -opuesta a la fe y a la cultura
católica de la que es portador el pueblo creyente-, y recibe de él
su savia".
La propaganda alrededor de su figura y de su obra, demuestra hasta qué
punto Juan Luis Segundo es representante de una corriente amplia y compleja,
dentro de la cual confluyen intereses intelectuales, religiosos, ideológicos
y políticos, la cual cuenta con medios o tiene acceso a medios de
poder y de expresión y que está empeñada en glorificarlo,
pero también tiende a desplazar y silenciar otras formas de ver y
pensar.
Al cabo de este recorrido crítico por el pensamiento de Juan Luis
Segundo suenan particularmente apropiadas estas palabras del Cardenal Darío
Castrillón Hoyos: "Las etapas más avanzadas de la secularización,
al prescindir de la trascendencia o al ignorarlas, se precipitan en la corriente
del ocaso de la cultura de la modernidad y en América, como en Europa,
se configura la antropología cultural del pensamiento débil.
Este informe muestra que la obra de Juan Luis Segundo, como todo el modernismo
"católico" pertenece a la modernidad que se hunde en su
ocaso y que sería vano querer resucitar; como lo demuestran los títulos
incluidos en el índice de la obra:
1. La Esjatología cercenada
2. Vicios de argumentación lógica, teológica y escriturística
3. Errores acerca de la revelación y de la hermenéutica
4. Actitud ante el magisterio
5. Recomendación y defensa del marxismo
6. La adoración de la historia: la fe neguentrópica
7. Intermezzo histórico: la inversión antropocéntrica,
naturalismo y gnosis
8. El giro antropocéntrico en Juan Luis Segundo: del misterio divino
al proyecto humano
9. ¿Es teología el pensamiento de Juan Luis Segundo?
10. Acedia ante el pueblo creyente
11. Eclesiología gnóstica y elitismo
12. Señalaciones de heterodoxia
En su libro Teología de la Liberación -Respuesta al Cardenal
Ratzinger, Juan Luis Segundo advertía: "Deseo dejar esto claro
desde el comienzo: entiendo que mi teología (es decir mi interpretación
de la fe cristiana) es falsa si la teología del documento es verdadera
o es la única verdadera" y de nuevo: "A fuer de sincero,
si esa teología es justa y cabal, la mía, la que he formulado
en mis libros desde hace casi veinticinco años, y practicando pastoralmente,
es por cierto, errada". En esto, Juan Luis Segundo no se engañaba.
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